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Puerto de Shanghai, China, el 20 de abril. Foto: AFP.

Perspectivas económicas para un mundo proteccionista

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Ante el “reseteo” del orden mundial de la posguerra y en un contexto atravesado por niveles de incertidumbre “sin precedentes”, las proyecciones de crecimiento “han sufrido notables revisiones a la baja”

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) difundió el martes su último informe de perspectivas globales, cuantificando el impacto que está teniendo la escalada de la guerra comercial sobre la dinámica de la economía mundial. Según advierte el organismo, el reporte fue “elaborado en circunstancias excepcionales”, dado que los anuncios realizados por Donald Trump el 2 de abril obligaron “a echar por la borda nuestras proyecciones –casi concluidas para entonces– y a reducir a menos de diez días un ciclo de producción que suele durar más de dos meses”.

En este marco, con la incertidumbre alcanzando “niveles sin precedentes” y las tasas arancelarias más elevadas en más de un siglo (gráfico 1), las proyecciones de crecimiento “han sufrido notables revisiones a la baja” con respecto a las estimaciones que habían sido realizadas en enero. En efecto, las marchas y contramarchas de la guerra comercial están provocando una “notable desaceleración del crecimiento mundial a corto plazo” y podrían tener profundas implicancias en un horizonte temporal más extenso.

En este caso, la exploración del pasado no permite extraer conclusiones relevantes sobre lo que podría suceder hacia adelante, dado que el mundo de hoy es completamente distinto al del siglo pasado. En ese sentido, y a diferencia del pasado, la economía mundial se caracteriza actualmente por un elevado grado de integración, “con cadenas de suministro y flujos financieros que surcan el planeta, y que de desarticularse podrían convertirse en una importante fuente de agitación económica”. Estamos en aguas desconocidas.

Sobre las medidas arancelarias

Los aranceles constituyen un shock negativo para la oferta de las economías, que provoca una reasignación de los recursos hacia la producción de bienes no competitivos, lo que supone una pérdida de productividad y eficiencia. Esto erosiona la actividad e impulsa los costos, ejerciendo una presión alcista sobre la inflación. Expresado en otros términos, este tipo de medidas conducen hacia un escenario de estanflación.

A su vez, al reducir la competencia, las trabas arancelarias incrementan el poder de mercado de los productores domésticos, reduciendo el incentivo a invertir e innovar y alentándolos a capturar rentas oligopólicas. A mediano plazo, esto lesiona el crecimiento potencial y restringe el bienestar de los países, en tanto supone menores oportunidades para la población, menos márgenes de acción para los estados y un costo de vida más elevado.

Además, la dinámica caótica que ha caracterizado el accionar de Donald Trump potencia todos estos efectos negativos, dado que la incertidumbre que provoca opera también como un lastre sobre las decisiones de inversión y de consumo, restringiendo a su vez las condiciones de crédito para empresas y para familias.

Sobre el impacto en el crecimiento mundial

El “reseteo” del sistema económico internacional vigente en los últimos 80 años está “marcando el inicio de una nueva era” y reviste múltiples implicancias, que operan además en múltiples niveles. En particular, en materia de crecimiento, la nueva ola proteccionista trajo consigo una importante revisión a la baja del crecimiento mundial en el corto plazo.

Según las proyecciones del FMI, el PIB mundial crecería 2,8% este año y 3% el que viene. Esto implica, con respecto a las estimaciones de enero, un recorte de 0,8 puntos porcentuales para el bienio, dado que antes de las medidas las previsiones apuntaban a una expansión de 3,3% para ambos años. Con esta revisión, el crecimiento de la actividad se ubicará, en el corto plazo, por debajo del promedio correspondiente al período 2000-2019 (3,7% anual).

Este resultado refleja la revisión a la baja de la dinámica económica para 127 economías que, en conjunto, representan el 86% del PIB mundial. También refleja, obviamente, una corrección negativa sobre los flujos comerciales, que es mayor en magnitud a la correspondiente al PIB. En concreto, el comercio mundial se expandirá apenas 1,7% en 2025, un recorte sustancial con relación a las cifras estimadas hace apenas unos meses.

Las economías más afectadas

Si bien el recorte de las previsiones de crecimiento reviste un carácter generalizado, hay países mucho más afectados que otros. Para empezar, el caso que destaca es el de México, con un ajuste a la baja de 1,7 puntos porcentuales con relación al pronóstico de enero. Con esta actualización, la variación del PIB cambia de signo, dado que ahora el país culminaría este año con un retroceso de 0,3% (cuando se preveía una expansión de 1,4%).

En orden de magnitud, la segunda corrección más importante para este año es la correspondiente a Estados Unidos, cuya proyección se revisó nueve décimas hacia abajo. Con esto, la potencia occidental crecería este año 1,8%, en lugar de 2,7%, como se anticipaba hace tres meses. En el caso de China, el crecimiento se ubicaría este año en torno al 4%, lo que supone un recorte de seis décimas. El gráfico 2 ilustra el recorte acumulado para el bienio 2025-2026.

La (re)configuración del mundo

Como se desprende de lo anterior, el tiro en el pie que se pegó Estados Unidos tiene implicancias que exceden la dinámica económica de corto plazo y que aceleran un proceso de reordenamiento que ha venido operando durante los últimos años. Una forma de aproximarse a este fenómeno, de suma relevancia en términos geopolíticos, es analizar la contribución que tendrá cada país al crecimiento mundial durante el próximo quinquenio.

En ese sentido, con las nuevas estimaciones, China gana peso como motor del crecimiento mundial. Como se aprecia en el gráfico 3, el gigante asiático será el responsable de un cuarto del crecimiento que se acumulará de acá a 2030. Del mismo análisis también surge la creciente relevancia que está teniendo India como driver del dinamismo global, siendo responsable del 15% de la expansión que se prevé para los próximos cinco años. La contracara de este fenómeno es, justamente, la pérdida de peso de Estados Unidos, cuyo aporte al crecimiento futuro se situará en el entorno del 11%.

Una conclusión similar surge al comparar el tamaño actual de estas economías con relación al PIB total: la brecha entre el tamaño de la economía china y la estadounidense se ampliará más rápido de lo estimado meses atrás. En 1980 China representaba apenas el 2% del PIB mundial, mientras que Estados Unidos constituía el 22%. En contraste, se espera que para 2030 la participación china supere el 20% y que la de su rival caiga hasta el 13%.

Como sugiere la tesis del economista serbio Branko Milanovic, este reequilibrio de fuerzas entre Oriente y Occidente constituye una de las grandes transformaciones que marcan el cambio de época (la otra es el “establecimiento del capitalismo, no sólo como sistema socioeconómico dominante, sino como único sistema del mundo”).1

En clave uruguaya, este fenómeno es particularmente relevante a la luz de las recientes amenazas por parte de China como respuesta adicional al enfrentamiento comercial, que suponen un paso más en la dirección del temido fraccionamiento geoeconómico que podría separar al planeta en dos bloques rivales y confrontativos.

En el marco del compás de espera que otorgó Estados Unidos a más de 75 países para sentarse a negociar y evitar la entrada en vigor de los aranceles anunciados el 9 de abril, Pekín advirtió que tomará represalias en caso de que de ese proceso surjan medidas inconvenientes para los intereses chinos. De esta manera, el enfrentamiento bilateral pasó a revestir un carácter triangular, complejizando todavía más el panorama y restando márgenes de maniobra para readecuarse a la nueva realidad global.

Esto no hace más que explicitar los temores latentes para una economía pequeña y abierta como la uruguaya, cuyo perfil comercial se ha reclinado marcadamente hacia Asia. En su libro El despegue, el actual ministro de Economía, Gabriel Oddone, había expresado las dificultades inherentes a un escenario como este, señalando que en materia de inserción externa la estrategia debería procurar el mayor acercamiento hacia China sin que implique generar un descontento de la potencia hemisférica, algo que parece cada vez menos viable. Habrá que esperar a ver qué surge de las conversaciones que está manteniendo por estos días el equipo económico en su visita a Washington, dado que la agenda incluía reuniones con los funcionarios de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos para abordar los términos de la relación bilateral bajo los nuevos parámetros proteccionistas.

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