Hoy a las 18.30 se presenta el libro La siembra, el legado de Aulas Comunitarias, en la cuenta de Facebook de la editorial Observatorio del Sur. Este libro recoge la experiencia del Programa Aulas Comunitarias (PAC) que funcionó como tal en la órbita del Consejo de Educación Secundaria (CES) entre 2007 y 2017. Desde ese año, el programa se desmanteló y quedaron funcionando hasta ahora cinco de las 26 aulas en Montevideo, Canelones y San José.
El objetivo general del PAC es que los adolescentes de entre 13 y 17 años que no hayan comenzado la educación secundaria o se hayan desvinculado puedan incorporarse en un espacio “no convencional” de educación, para luego reinsertarse en el sistema educativo.
En 2016 las autoridades del CES decidieron el cierre paulatino del programa, con el argumento de que era una iniciativa focalizada que no podía instalarse como política definitiva y que no estaba cumpliendo con el objetivo de que los jóvenes mantuvieran su trayectoria educativa luego de su pasaje por el programa. Como alternativa se lanzó el programa Propuesta 2016, que busca trabajar con ese grupo de estudiantes pero dentro del liceo, con materias semestrales y talleres.
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Alejandra Scafati, ex coordinadora del PAC, explicó a la diaria que el libro ‒que está en preventa‒ comenzó a escribirse en 2016, cuando el CES anunció que el programa no iba a continuar, y los educadores decidieron “dejar dicho al sistema educativo qué era lo que había pasado en el PAC, porque la experiencia adquirida con muchos años de reflexión no podía quedar guardada simplemente en un escritorio”. En el libro se recogen artículos de corte académico y experiencias, anécdotas y reflexiones de educadores y estudiantes. También aparecen escritos de gente que acompañó en el proceso, como educadores de la ludopedagogía, teatro en el aula y especialistas en psicopedagogía.
El libro se divide en función de áreas en las que los educadores sentían que tenían mucho para compartir. Una de ellas trata sobre la modalidad de acompañamiento que hace el PAC, en particular el que hacían con estudiantes que salían del programa hacia los liceos y UTU. “Teníamos un acumulado muy importante en la mirada que nos producía el diálogo entre estos jóvenes que habían decidido volver a aprender, que habían retomado confianza en sus posibilidades de aprendizaje y en las instituciones de las que habían salido”, detalló Scafati.
Asimismo, crearon una “tabla de recomendaciones” para los liceos, en la que detallaban acciones a desarrollar para retener a los jóvenes que se volvían a incorporar, y eso también está en el libro.
La comunidad educativa y la familia fueron otros pilares del PAC. La comunidad, explicó la ex coordinadora, se forma a la interna del equipo de trabajo, pero también en cada aula, con los estudiantes y educadores y con el barrio. A su vez, la familia cobró un rol protagónico a partir del segundo año del PAC: “Descubrimos rápidamente, al trabajar con los estudiantes, que no se podía trabajar sólo con ellos; sin familia no había posibilidad de que se sostuviera el vínculo con un centro educativo”, aclaró Scafati.
El reencuentro de los educadores
Para la ex coordinadora repasar los momentos trabajados durante los diez años del PAC fue “una alegría tremenda, porque es volver a encontrarnos con todos los que hicimos esto y corroborar que fue verdad, porque a veces parece un milagro haber conseguido que tantas instituciones y personas diferentes, con lógicas y enfoques de trabajo distintos, terminaran dando como resultado el trabajar con adolescentes que encontraron una transformación en sus vidas”.
En las aulas que siguen funcionando se les está haciendo seguimiento a estudiantes que están en el bachillerato y empezaron el ciclo básico en el PAC. También, según contó Scafati, hay muchos estudiantes que siguen vinculados aunque ya hayan culminado su ciclo escolar: “Es muy bueno ver eso, porque hay que pensar que eran gurises que estaban totalmente desahuciados”.
Al resumir el proceso del PAC y de la creación del libro, Scafati dijo: “Este libro y este programa tuvieron la potente fuerza de lo comunitario; cuando las personas están convencidas de lo que quieren hacer y se fijan metas, se sienten felices cuando ven que se cumplen. Tenemos la sensación de que el PAC ha dejado una huella muy fuerte en todas las personas que trabajaron en él”.