Todavía no puede establecerse con claridad de qué forma la interrupción de clases presenciales ocasionada a raíz de la pandemia de covid-19 afectará el futuro de los niños y adolescentes en el mundo. De un día para el otro perdieron el espacio de socialización que brindan los centros educativos, y las rutinas de enseñanza y estudio se vieron alteradas. Como pocas veces, las condiciones de los hogares de los estudiantes incidieron en sus aprendizajes, lo que en muchos casos hizo que se ensancharan las ya existentes brechas educativas, que en buena parte se explican a partir del nivel socioeconómico de las familias.
Si bien todavía son muchas más las preguntas que las respuestas, diversas investigaciones comienzan a abordar el tema. Ese es el caso de un estudio de la Unesco y la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo presentado esta semana, en el que se compara la situación de distintos países entre los que se encuentra Uruguay. El impacto de la pandemia de covid-19 en la educación. Evidencia internacional de las Respuestas a la Encuesta de Disrupción Educativa (REDS, según su sigla en inglés) es una publicación editada por los especialistas Sabine Meinck, Julian Fraillon y Rolf Strietholt en la que se analizan los casos de 11 países de diferentes continentes: además de Uruguay, se estudia a Burkina Faso, Dinamarca, Emiratos Árabes Unidos, Eslovenia, Etiopía, Kenia, India, Ruanda, Rusia y Uzbekistán.
Los autores, que pusieron el foco en los dos primeros años de la educación media y en lo ocurrido durante el primer año de pandemia, investigaron de qué manera los distintos sistemas educativos respondieron a la “interrupción educativa” y las medidas adoptadas a nivel nacional y escolar para permitir la continuidad de los aprendizajes.
A nivel general, se muestra que directores de centros educativos y docentes perciben que el aprendizaje de los estudiantes se vio afectado durante el cierre de escuelas. En concreto, más de 50% de los docentes de los países estudiados respondió que los estudiantes no han progresado según lo esperado. Por otra parte, tanto educadores como estudiantes vivieron una disminución de su bienestar durante la interrupción de la escolarización presencial. En los países donde la enseñanza y el aprendizaje continuaron durante el cierre de locales escolares, la carga de trabajo de los docentes aumentó en general y ello incide en su sentimiento de bienestar.
Por su parte, en la mayor parte de los casos nacionales analizados, más de 50% de los estudiantes plantearon que se sentían “abrumados” por lo que estaba sucediendo en el mundo debido a la pandemia y que se sentían “ansiosos” por los cambios en su vida escolar, señala el informe. Al mismo tiempo, los estudiantes de bajo nivel socioeconómico tenían más probabilidades de quedar rezagados en el aprendizaje y también menos confianza en completar el trabajo escolar de forma independiente.
Si bien en la mayoría de los casos la enseñanza y el aprendizaje continuaron durante el cierre de las escuelas por medio de diferentes estrategias, se sostiene que ello fue posible “en gran parte debido a la flexibilidad, adaptabilidad, resiliencia y determinación de los sistemas, escuelas, maestros y estudiantes”. Respecto de los cambios ocurridos en la educación a partir de la pandemia, el texto señala que no está claro si son sostenibles durante períodos de tiempo más largos. Además, se plantea la necesidad de más investigaciones para entender por qué algunos estudiantes y centros educativos consiguieron resultados exitosos en este contexto y por qué otros no los alcanzaron. En ese sentido, se afirma que ello puede servir para arrojar claridad sobre los cambios que pueden consolidarse en el sistema educativo una vez que pase la crisis sanitaria.
Formas y formas
Los períodos de interrupción de clases presenciales varían según los distintos países. En un extremo se ubican países como India, Burkina Faso, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Kenia, Ruanda y Uzbekistán, que tuvieron los centros educativos cerrados al menos durante siete meses en 2020 ‒muchos de esos países también lo extendieron a los primeros meses de 2021‒. Al igual que Dinamarca, que después de pocas semanas de cierre en 2020 interrumpió la presencialidad por mayor tiempo el año pasado, Uruguay se encuentra en un punto intermedio. Los países que menos días de cierre tuvieron fueron Eslovenia y Rusia; en 2020, este último registró menos de un mes con los centros educativos cerrados.
En algunos países entre los que no está Uruguay, la falta de condiciones para el aprendizaje en línea hizo que las actividades educativas tuvieran que suspenderse con el cierre de escuelas, al menos durante algunas semanas. En otros, de a poco los educadores y centros educativos fueron encontrando estrategias para continuar los procesos a distancia, teniendo en cuenta que muchos estudiantes no contaban con acceso a internet o a dispositivos que soporten la realización de actividades educativas durante varias horas.
Según el informe, más de la mitad de los educadores de Eslovenia, Emiratos Árabes Unidos, Uzbekistán y los que respondieron en Dinamarca informaron haber usado únicamente métodos de enseñanza en línea durante el período de referencia (ver recuadro). En cambio, la mayoría de los docentes en Rusia y de los que respondieron en Uruguay informaron que “en su mayoría utilizan una combinación de métodos en línea y fuera de línea”.
El informe indica que el aprendizaje remoto no formaba parte de la rutina diaria de la mayoría de los centros educativos antes de la interrupción de la presencialidad, y que la adaptación al nuevo escenario produjo en muchos casos un aumento del tiempo requerido para la preparación de clases y otras tareas, como la comunicación con las familias y la coordinación con colegas, y también del tiempo dedicado a la enseñanza directa. El porcentaje de centros educativos donde se percibió un aumento del tiempo dedicado a las tareas docentes fue “especialmente alto” en Rusia, Eslovenia y Uruguay. En el caso uruguayo, los docentes que respondieron la encuesta percibieron una sobrecarga mayor en la planificación de clases (85%), en la elaboración de evaluaciones para los estudiantes (80%) y en menor medida para las actividades de desarrollo profesional (61%) y las tareas de enseñanza directa (46%).
Al respecto, se relevó que en la mayoría de los países entre la mitad y tres cuartas partes de los docentes estaban enseñando cuatro horas completas o más por día antes de la pandemia, con las excepciones de Etiopía (39%) y Dinamarca (84%). Con relación a lo ocurrido después de marzo de 2020, se constata lo previsible: una disminución de la enseñanza presencial en todos los países. El porcentaje de docentes que informaron haber enseñado más de cuatro horas presenciales disminuyó sustancialmente durante el cierre de escuelas.
Sin embargo, entre 20% y 40% de los docentes de seis de los países estudiados dijeron haber tenido “una cantidad considerable” de horas de enseñanza presencial en las instalaciones escolares. En Uruguay, 26% de los docentes que respondieron la encuesta dijo haber usado sólo métodos virtuales, porcentaje similar al de India (20%) pero lejos de los de Eslovenia (63%), Dinamarca (74%) y Emiratos Árabes Unidos (81%). Además, con 71%, Uruguay es el país en el que fue más frecuente que los docentes dijeran haber trabajado tanto con métodos virtuales como fuera de línea, seguido por Rusia (56%), India (31%) y Uzbekistán (30%). Por su parte, sólo 2% de los docentes uruguayos dijo haber trabajado únicamente con métodos offline y 1% afirmó no haber realizado enseñanza remota, porcentaje similar al de la mayoría de los países estudiados, salvo Burkina Faso ‒donde 96% de los docentes dijo no haberlo hecho‒, Etiopía (61%) e India (29%).
Desarrollo del trabajo
En cuanto a los contenidos que pudieron impartir en el período de referencia quienes enseñaron de forma remota, la mayoría de los docentes en India, Emiratos Árabes Unidos y quienes respondieron en Burkina Faso informaron que pudieron desarrollar el programa en la misma cantidad de tiempo que antes de la interrupción de la presencialidad. Por su parte, en todos los países que fueron estudiados, más de la mitad de los docentes informaron que redujeron el programa a los contenidos más esenciales, y se señala que ese fue “especialmente el caso en Eslovenia y para los docentes que respondieron de Uruguay”.
Más allá de la sobrecarga de tareas que implicó el trabajo remoto para los educadores, la mayoría de quienes respondieron expresaron que pudieron entregar suficiente contenido para que los estudiantes cumplieran con los requisitos del plan de estudios. En suma, más de la mitad de los docentes de India, Rusia, Emiratos Árabes Unidos y Uzbekistán indicaron que podían enseñar con los mismos estándares que antes de la llegada a la pandemia y menos de la mitad estuvo de acuerdo con esta afirmación en el resto de los países, que oscilan entre 22% en Uruguay y 49% en Etiopía. Como máximo, la mitad de los educadores dijeron que sus alumnos mostraron la misma tasa de crecimiento de aprendizaje que antes de la covid-19. Uruguay fue el país donde menos docentes expresaron su acuerdo con la afirmación, con 9% de respuestas.
En la mayoría de los países, más de tres cuartas partes de los directores de centros educativos consultados por el estudio se sintieron al menos “algo” apoyados por su autoridad educativa nacional. Uruguay se encuentra en ese grupo, ya que 81% de los directores dijeron sentir algo o mucho apoyo de las autoridades, aunque el apoyo más reportado fue el de las familias, con 92%. Por su parte, sólo 45% dijo haberse sentido apoyado por su sindicato.
Sin embargo, el sentimiento de apoyo es distinto entre los docentes, ya que 90% de quienes fueron encuestados dijo que se sintió respaldado por los liderazgos escolares, porcentaje similar al de las respuestas obtenidas en la mayoría de los países, salvo en Kenia (70%), Etiopía (69%) y Burkina Faso (51%). Asimismo, 93% de los educadores uruguayos dijo sentirse apoyado por sus colegas, porcentaje similar a los de los demás países, excepto en los tres africanos. En cambio, sólo 41% de los encuestados dijo sentir apoyo del sistema educativo uruguayo, mismo porcentaje que el de las respuestas en Dinamarca y similar al de Burkina Faso (43%) y Rusia (49%). Por su parte, los países donde los educadores se sintieron más respaldados por el sistema fueron Uzbekistán (93%), Emiratos Árabes Unidos (90%) e India (81%). Además, 74% de los uruguayos consideró que los mecanismos de apoyo brindados por su institución educativa fueron suficientes en el primer año de la pandemia.
En cuanto al bienestar personal, las respuestas en Uruguay marcaron que 71% de los docentes encuestados dijo sentirse cansado la mayor parte del tiempo, 61% que sus patrones de sueño fueron interrumpidos, 52% que se sintió aislado trabajando en su casa y 60% que necesitó ayuda para lograr sentirse bien. Mientras tanto, 53% dijo no tener problema para mantener el equilibrio entre las tareas laborales y las tareas personales.
Nota metodológica
El estudio aclara que no en todos los países se lograron respuestas representativas del colectivo docente y los centros educativos ‒entre ellos Uruguay‒, y que en todos los casos se tomó un período de referencia sobre el que se realizaban las preguntas, que estuvo dentro del primer año de pandemia.