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Manifestación por la legalización del aborto en Argentina (archivo, agosto 2018).

Foto: Mariana Greif

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“Vimos que ellos son los de siempre: el viejo y rancio orden de la ignorancia y el cinismo. Del otro lado algo nuevo e irreversible: una fuerza potente, lúcida y feroz se despertó. Nos despertamos. Ellos son los mismos. Nosotras ya no. Así empiezan las revoluciones”. Jazmín Stuart, actriz

El aborto no será legal, por ahora, en Argentina. Algunos privilegiados les dijeron a las 500.000 mujeres que cada año interrumpen su embarazo en la clandestinidad que no hay garantías de salud y seguridad para ellas.

“Ganó el aborto clandestino y las mujeres seguiremos abortando a espaldas del Estado”. Activista en las afueras del Congreso

Manifestación por la legalización del aborto en Argentina. Buenos Aires, 8 de agosto.

Foto: Mariana Greif

Resaltar la temporalidad de esta situación es fundamental. Porque más temprano que tarde, el poder legislativo tendrá que hacerse cargo de regular esta realidad para que sobrevivir a un aborto deje de ser una cuestión de clase.

“El hecho antecede al derecho, si no existiera el aborto clandestino no estaríamos discutiendo esto”. Pamela Verasay, senadora de la Unión Cívica Radical por Mendoza

El debate se dio en dos escenarios: adentro y afuera del Congreso. Mientras adentro del Congreso unos pocos definían el futuro de muchas, afuera millones coparon las calles. Adentro la discusión se extendió por horas, afuera fueron días. Cuando amaneció, ya había cuadras y cuadras llenas de mujeres y pañuelos verdes. Al mediodía ya eran 15 manzanas copadas por la alegría y la ansiedad.

“¿Ves? Están por todos lados, ya ganaron, date cuenta”. @iamweronika en redes

Manifestación por la legalización del aborto en Argentina. Buenos Aires, 8 de agosto.

Foto: Mariana Greif

Durante la discusión, Liliana Herrera estuvo presente. Liliana murió producto de un aborto clandestino en Santiago del Estero, en pleno pasaje del debate al Senado. Es la segunda de seis hermanas que muere por un aborto clandestino. Su hermana tenía cuatro hijos, ella tenía dos. Su nombre representa a las 40 mujeres que mueren por año a espaldas del Estado.

“La clandestinidad tiene la marca del dinero y el sello de la desigualdad”. Luis Naidenoff, senador de Cambiemos por Formosa

Llegó la noche, cada vez más gente, cada vez más lluvia. Ya se sabía: la ley no iba a ser aprobada. Pero todos los cuerpos se quedaron aguantando, y la desilusión se tornó fuerza. La decepción de saberse ignoradas por el Senado, de saber que las presiones de unos pocos valen más que las de millones en las calles.

“Las mujeres piden que se reglamente lo que ya se ganó en las calles: poder decidir”. Ana Almirón, senadora del Frente por la Victoria-Partido Justicialista por Corrientes

Manifestación por la legalización del aborto en Argentina. Buenos Aires, 8 de agosto.

Foto: Mariana Greif

La esperanza de saberse juntas y en masa. Fogatas, bailes y abrazos combatieron el frío. Madres e hijas juntas, grupos grandes, grupos chicos. Cobijas y abrigos salían de los bolsos. Durante el debate, “misoprostol” fue la palabra más buscada en Google. Porque evidentemente hay algo que no tiene marcha atrás: las mujeres saben que no están solas y que hoy tienen un poco más de chances que antes de sobrevivir a la clandestinidad.

“Si hoy una piba en La Pampa ve que en la televisión están pasando que hay dos millones de mujeres bajo la lluvia luchando para que el aborto sea legal, seguro y gratuito, si a ella le toca atravesar por un aborto clandestino, más allá de los riesgos y de los miedos por los que va a pasar, sabe que estamos nosotras. No va a estar sola. Sabe que somos mucho más que dos millones apoyándola, sabe que puede contactar a alguien y así hacer que la clandestinidad sea un poco menos insegura”. Activista del colectivo Quilomba en el Congreso

Hay otra cosa que es sabida, y es que la ilegalidad no ha salvado ninguna vida. Por eso le dijeron “hasta pronto” al Parlamento. Porque volverán. En la próxima legislatura el proyecto será nuevamente presentado. Y ese Parlamento dará el debate sabiendo que en estos dos años habrá un millón de abortos y morirán unas 80 mujeres.

“Si esta ley no sale estaremos muy lejos de salvar las dos vidas”. Anabel Fernández Sagasti, senadora Frente por la Victoria-Partido Justicialista por Mendoza

Manifestación por la legalización del aborto en Argentina. Buenos Aires, 8 de agosto.

Foto: Mariana Greif

No se puede parar el futuro. Y esa es otra impresión que deja este debate, que tiene una impronta femenina y juvenil que marca un diferencial en una cultura política dominada por hombres mayores de traje.

“Vencerán pero no convencerán”. Frase de Miguel Unamuno utilizada durante su intervención por Miguel Ángel Pichetto, senador de Argentina Federal por Río Negro

El aborto legal es una pelea histórica del movimiento feminista. En estas semanas distintas generaciones se reunieron en debates y abrazos. Estaban las que pensaron las primeras propuestas de ley, las que aguantaron la dictadura militar, las que le pusieron el toque feminista a la vuelta de la democracia y las que hoy están tomando los colegios.

“La salida es siempre colectiva. Perdimos la ley pero la batalla cultural la estamos ganando como nunca antes. Por más que no haya salido ahora, con el pesar sobre todo de las más vulnerables, esta marea que supimos generar ya no se frenará nunca. Tarde o temprano, el aborto será ley”. Activista en el Congreso

Manifestación por la legalización del aborto en Argentina. Buenos Aires, 8 de agosto.

Foto: Mariana Greif

38 senadores no estuvieron a la altura y trancaron, por un rato, el proceso. Saben que no van a salvar ninguna vida, y también saben que no pueden parar la marea verde.

“Los pañuelos celestes hicieron historia justamente porque nos dejaron como en 1921: tuteladas, sin ciudadanía y con aborto clandestino”. Diana Maffía, doctora en Filosofía

No fue ahora, pero será mañana. Los fundamentalismos no pueden trancar la historia. Sin darse cuenta, aplazaron por poco tiempo, hasta la próxima legislatura, la aprobación de la interrupción voluntaria del embarazo, pero hicieron que se catalizara una deuda histórica con la democracia: que la iglesia y el Estado sean asuntos separados.

“Estamos haciendo historia”. Pancartas afuera del Congreso.

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