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Los feminismos en el año electoral

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Referentes del movimiento de mujeres reflexionan sobre las propuestas de campaña.

Coinciden en que la problemática de la violencia de género tiene que estar en el centro de la agenda.

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Pertenecen a distintas generaciones, tienen diferentes trabajos y profesiones, y representan a sectores sociales y culturales diversos. Son todas mujeres, eso sí. Y tienen en común una militancia feminista con la que intentan transformar la realidad, revertir desigualdades, cuestionar las reglas que impone el sistema patriarcal y promover el debate en cada uno de los espacios que habitan.

Cuando falta menos de un año para que se celebren las elecciones presidenciales en Uruguay, 11 mujeres hablaron con la diaria sobre qué discursos, temas y propuestas no pueden faltar en la campaña. Todas coincidieron: la lucha contra la violencia de género es prioritaria y urgente. También opinaron sobre cuál es el rol que el movimiento de mujeres tiene que adoptar en este período electoral que empieza, en un contexto nacional y regional de efervescencia feminista que la clase política no puede ignorar.

Ana Laura de Giorgi.

Foto: Pablo Vignali

Ana Laura de Giorgi, investigadora social

Lo que tenemos de cara a la agenda electoral no es un repertorio de temas novedosos; son clásicos y quedaron pendientes porque los gobiernos no se han ocupado como deberían. Sin duda, la violencia contra las mujeres es el primer punto que hay que atender. Uruguay vive una situación gravísima en este sentido, los datos de todos los años lo muestran. Otro tema importante es el del sistema de cuidados, no para generar una fuerza de trabajo feminizada, sino para promover una cultura del cuidado compartido. También la promoción de espacios públicos libres de acoso y de una educación en todos los niveles que permita evitar el acoso y la violencia sexual hacia las mujeres. Lo otro es lograr la paridad en todos los ámbitos.

El rol del feminismo en la campaña es fundamental, porque ya no pueden no vernos. Hay un contingente movilizado que demanda políticas, acciones y un cambio cultural estructural. Deberían entender que ya no se trata de una cuestión “de las mujeres”. No es la agenda de las mujeres, es de todes. El patriarcado nos atraviesa a todos. El feminismo mueve lo que no mueve ninguna otra causa política. Los partidos deberían tomar en cuenta la movilización de las nuevas generaciones. Es el lugar en el que ciudadanas y ciudadanos apuestan a construir lo público. También es un desafío porque los períodos electorales siempre son un riesgo para los movimientos y suelen fortalecer el patriarcado.

Anita dos Santos.

Foto: Mariana Greif

Ana Laura dos Santos, militante en Colectivo de Mujeres, Colectivo de Artesanas Afrouruguayas y Mediared

Algo que no puede faltar en la campaña electoral es la visibilización de las mujeres trabajadoras. El trabajo de las mujeres es el de mayor precariedad, las trabajadoras rurales y domésticas son un claro ejemplo. Desde los feminismos se viene haciendo un ejercicio teórico que busca incorporar las líneas de trabajo y las prácticas de visibilidad de las diferencias: las mujeres negras, las trans, las lesbianas, las rurales, las indígenas.

Desde hace un tiempo pienso en cuál será el rol de los feminismos en la campaña electoral, especialmente ahora que vemos lo que está pasando en la región, en Argentina y Brasil particularmente, en donde los gobiernos de izquierda fueron reemplazados por otros más conservadores, liberales y fascistas. Me cuesta pensar en un feminismo que no se acerque a la izquierda o que no pretenda continuar con los cambios que vienen surgiendo desde ahí. Si bien no nos permitieron cambiar el sistema económico, que nos está oprimiendo, supieron tender las redes para que las pobres tuviéramos espacios en donde fortalecernos, crecer y educarnos, con brechas más disminuidas. Sobre todo pensando en que estos modelos tradicionales, fascistas y liberales tienen una idea de mujer que está muy lejos de la emancipada y empoderada. Por otro lado, me parece que hay que dejar de visibilizar el feminismo como el despertar de las mujeres blancas. Estamos en un momento en el que ya es tiempo de que algunas, en sus discursos, comiencen a dejar el espacio para que lleguen otros feminismos.

Fiorella Buzetta.

Foto: Mariana Greif

Fiorella Buzeta, militante por los derechos de las personas en situación de discapacidad

En el discurso electoral no puede faltar la cuestión de la discapacidad en las mujeres, porque tiene particularidades que ningún partido ha tomado en cuenta. Se habla de las mujeres, se habla de los derechos de las mujeres, pero no se habla de discapacidad y menos de mujeres en situación de discapacidad. Es hora de que se incorpore en los discursos. Es necesario elaborar estrategias que prevengan la violencia hacia las mujeres en situación de discapacidad. La violencia de género queda invisibilizada detrás de la discapacidad. No nos pasa sólo con nuestras parejas. Nos pasa, por ejemplo, en la salud, cuando se vulneran nuestros derechos por ser mujeres y por estar en situación de discapacidad. Un ejemplo claro: no contamos con mamógrafos o con camillas accesibles. A las mujeres en situación de discapacidad se nos infantiliza y estigmatiza. No se piensa en que podemos tener una vida sexual activa, además de poder ser madres. Tampoco contamos con refugios accesibles para mujeres en caso de violencia de género, entonces quedamos aisladas y desprotegidas. Tendrían que ser prioridades programáticas en el año electoral, porque hay muchas mujeres que están quedando por fuera del sistema. Hay muchos temas importantes, pero la violencia de género tendría que ser prioritario, considerando los índices que tenemos en Uruguay. Hay avances, se aprobó la ley de violencia basada en género, pero todavía falta mucho.

Karina Nuñez.

Foto: Mariana Greif

Karina Núñez, integrante de la Organización de Trabajadoras Sexuales Organizadas

No entiendo cómo se maneja el mundo político y, es más, considero que la política es una forma más de prostitución del cuerpo y de la ideología. Quienes tienen poder no conversan con las trabajadoras sexuales, pero deciden por nosotras.

En cuanto al movimiento, la lucha no es entre nosotras, las mujeres, sino contra el sistema patriarcal; este es el discurso que debe primar el próximo año. Espero que dentro de los movimientos feministas y de mujeres esa sea una premisa que se pueda llevar adelante, porque mientras eso no pase, las trabajadoras sexuales vamos a seguir siendo arrastradas por los discursos abolicionistas a las fauces de los dueños de las redes de trata en Uruguay.

Lilián Celiberti.

Foto: Mariana Greif

Lilián Celiberti, coordinadora del colectivo Cotidiano Mujer y cocoordinadora de la Articulación Feminista Marcosur

Todos los temas de campaña son importantes para las feministas. La idea central es cómo reducimos la mercantilización de la vida de las personas y construimos relaciones más solidarias, equitativas e igualitarias. En lo que tiene que ver con la agenda particular de las mujeres, la violencia de género aún no está priorizada, en los servicios de atención y en general en la cultura, en las relaciones sociales cotidianas, en la educación. Tendría que ser un tema central.

La confrontación feminista en el espacio político surge de un imaginario que aspira a que las propuestas sean capaces de abrir perspectivas emancipadoras, tanto en lo material como en lo simbólico. Muchos de esos sueños se han visto frustrados debido a orientaciones neodesarrollistas y extractivistas en el gobierno del Frente Amplio. Las transformaciones culturales quedaron subsumidas por una lógica de “crecimiento” como condición para la redistribución. Aun cuando algunos marcos jurídicos han cambiado en Uruguay, la perspectiva emancipatoria de estos se encuentra retaceada por prácticas institucionales conservadoras y resistentes a los cambios culturales. La derecha cabalga sobre el miedo y, sobre sus inseguridades, construye una agenda cada vez más represiva y conservadora. Pero también dentro de la izquierda el punitivismo se consolida en el discurso y en la práctica. A cada batalla ganada se le liman las uñas para que la transformación no afecte “las buenas almas conservadoras”. Hacia la campaña electoral tendremos que, en primer lugar, disputar los discursos conservadores y retrógrados y enfrentar los intentos de militarización, al mismo tiempo de colocar en el debate las responsabilidades del Estado en el enfrentamiento a la violencia de género. Pero también y principalmente colocar en debate un modelo de país que tiene en los megaemprendimientos como UPM su más emblemática propuesta.

Marcela Pini

Foto: Pablo Vignali

Marcela Pini, psicóloga y activista trans

Pensar los discursos feministas y transfeministas por fuera de los movimientos y discursos de la diversidad hoy en día es impensable. Los discursos trans, travas, transexuales y transgénero son necesariamente ineludibles en la perspectiva de género y la agenda de derechos.

Sin lugar a dudas esta agenda de derechos es la que la izquierda, y por ende el Frente Amplio, tiene menos cuestionada. Es una agenda que viene siendo construida por los movimientos sociales, que son los que vienen poniendo el cuerpo para consolidarla. Uruguay tiene el viento a favor en este sentido. La reciente aprobación de la Ley Integral para Personas Trans, con la fuerte aceptación de los movimientos feministas, ha sido la reconciliación de estos movimientos con la diversidad sexual.

Una sociedad más justa sólo se puede llevar a cabo y materializar a partir de políticas públicas que aborden las desigualdades de género. La campaña deberá contar con discursos que den cuenta de los efectos del patriarcado, de las desigualdades que provoca y sostiene sobre los modos de producción y reproducción de lógicas de sentido que aumentan la brecha social entre unos y otros.

La función del movimiento social debe ser, principalmente en este momento histórico, de contralor y de agitador de discursos proderechos. El movimiento social debe de ser un agente removedor de estructuras arcaicas para comenzar a construir una sociedad que apele a una profunda renovación política.

Patricia González Viñoly.

Foto: Pablo Vignali

Patricia González Viñoly, directora de la Asesoría para la Igualdad de Género de la Intendencia de Montevideo

En la campaña electoral no puede faltar la paridad en todos los poderes del Estado. Tenemos que ser más mujeres y más feministas. Tampoco puede faltar el pensar colectivamente cómo atender la emergencia de la violencia hacia las mujeres que pone a nuestro país entre los más violentos de América Latina. Hay que pensar distintos servicios para aportar al empoderamiento y la protección de las mujeres, con especial atención a las mujeres afro, las trans, las mujeres con discapacidad, las migrantes, las privadas de libertad, las de maternidad numerosa, las más pobres. Otros temas son la implementación de la ley integral de violencia basada en género, y la reformulación del sistema de Justicia es urgente. El reconocimiento de las violencias también. Por otro lado, es necesario cambiar la forma de hacer política, incluir nuestra vida reproductiva como parte de nuestra vida productiva y de nuestra vida política.

El movimiento saldrá a la calle, exigiendo al Estado que asuma la responsabilidad de deconstruirse y de generar políticas que promuevan el cambio social. Los feminismos saben que en las izquierdas es donde han encontrado eco para las políticas de género, y que los gobiernos de hambre de la derecha siempre nos ponen a nosotras en mayor riesgo, nos exponen a la pobreza y a la violencia. Por tanto es esperable que muchos feminismos promuevan un gobierno de izquierda, que se cuestione y se replantee muchas cosas, pero que siga en la línea de mejorar la vida de la gente.

Soledad Castro Lazaroff.

Foto: Mariana Greif

Soledad Castro Lazaroff, cineasta, escritora, docente y editora de Cultura en el semanario Brecha

Es difícil pensar en un feminismo electoral; el feminismo tiene dos dimensiones muy claras. Por un lado, el feminismo institucional, que aspira a conseguir derechos dentro de las instituciones del Estado y regular políticas públicas que pueden ayudar a que las mujeres encontremos la igualdad. Por el otro, el feminismo antipatriarcal y, por ende, antiinstitucional, porque considera que la lógica de poder que avalan las instituciones del Estado son en sí mismas patriarcales. Es un feminismo que trata de disputar una subjetividad por fuera del capitalismo y que trasciende a los partidos políticos. Toda oferta electoral está dentro del mercado de las elecciones y por ende avala el sistema capitalista como máquina de autorregulación de sus posibilidades. Las feministas manejamos estratégicamente ambas dimensiones.

La campaña va a estar muy signada por los temas de género. Sería sano para la sociedad que trascienda lo legal. No se trata sólo de dictaminar leyes. Podemos tener las leyes más avanzadas del mundo, pero la batalla cultural pasa por la implementación y el presupuesto para estas leyes; la discusión clave es la presupuestal. La sociedad de la violación debe terminar. El Estado debería asegurar espacios autogestivos, es decir, no querer abarcar todos los feminismos sino fomentar que la sociedad tenga sus propios espacios para pensar nuevas subjetividades que disputen el capitalismo y el Estado.

Valeria España.

Foto: Pablo Vignali

Valeria España, abogada, docente y socia fundadora del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos

Una perspectiva feminista no implica solo demandas específicas, refiere cómo nos pensamos como sociedad y cual es el proyecto de país por el que luchamos.

La discusión sobre el modelo de desarrollo para los próximos años es fundamental. Algo que va a estar, y que ha impulsado el movimiento feminista, tiene que ver con el presupuesto que hay para poder sostener la lucha contra la violencia de género. Hay que ver cómo se van a parar las candidatas y los candidatos frente a la nueva agenda de derechos pero también a la vieja agenda de derechos, en relación a temas de vivienda, de educación, de trabajo, en un contexto mundial en el cual las retóricas del odio están ganando terreno.

Es importante pensar también en cómo se canalizan las propuestas. La perspectiva feminista de la agenda electoral no se reduce únicamente a propuestas de generación de una institucionalidad en materia de género o impulsar agendas legislativas y políticas públicas. Es importante identificar esto para visibilizar, sobre todo, que el desafío que tenemos como movimiento social y como revolución viva no está acotado a una única agenda.

Lo que sí va a estar presente, y ahí el rol de los feminismos es clave, es la misoginia, que en el ámbito de la participación política es evidente. Por lo tanto, las mujeres políticas se enfrentan a otras narrativas que sus pares hombres y tienen que combatir esas representaciones. Es importante estar muy atentas a cómo incidir en transformar los sentidos comunes, que justamente generan estos sesgos en la comunidad.

Victoria Carranza.

Foto: Mariana Greif

Victoria Carranza, docente en UTU

Hay una incompatibilidad estructural entre el discurso feminista y las lógicas naturalmente conservadoras de nuestra democracia representativa. Es difícil traducir el discurso feminista en propuestas de políticas públicas. De hecho, las demandas más claras y tajantes al sistema político, como la legalización del aborto, tienen que ver justamente con una demanda de no intervención de las instituciones sobre nosotras. Entonces, ¿cómo puede intervenir el Estado en concordancia con el discurso feminista? No puede. Porque el Estado es en sí mismo una estructura patriarcal. No hay forma de que la política patriarcal actual pueda incluir los planteos del feminismo, que prescinde de los caudillos. Todo esto tiene muy desorientadas a las instituciones, dado el peso que ha tomado el feminismo en la agenda pública. La esencia del discurso feminista puede decantar en forma de leyes integrales bien presupuestadas y de políticas educativas.

Es importante que la campaña electoral nos encuentre con solidez discursiva. Esa solidez debe dejar claro que no es en el Palacio Legislativo donde se va a dar la transformación que el feminismo propone. La transformación es la discusión y la organización de las mujeres. El patriarcado se va a caer porque lo vamos a tirar, no por las concesiones que defina hacer con nosotras el propio sistema opresor. Con la campaña electoral van a venir muchas embestidas en términos de capitalización del movimiento, de vaciamiento y de apropiación de discursos.

Victoria Jorge.

Foto: Mariana Greif

Victoria Jorge, docente en la Universidad de la República

Es indivisible el rol de los feminismos respecto de la campaña electoral. No puede faltar voluntad política para eliminar las desigualdades y las violencias que vivimos día a día. Es necesario saber cómo se van a llevar adelante estos cambios, acercarnos a una sociedad igualitaria y trascender los eslóganes. Desde el movimiento feminista tenemos que analizar cuáles serán los contenidos. Tiene que ir más allá del discurso, porque sabemos que hoy es “políticamente correcto” incluir la perspectiva de género.

El rol del movimiento es seguir trabajando en el reconocimiento de la variedad constitutiva de las problemáticas de género, arrojando luz a cómo estas se proyectan en nuestras vidas de formas bien distintas –dependiendo, por ejemplo, de nuestra posición en la estructura económica y social, ascendencia étnico-racial, sexo biológico, adecuación a los cánones de belleza establecidos, soporte familiar, redes de afectos o de la posibilidad de ocio–, y así exigir el diseño de políticas comprometidas, que operen de modo sinérgico y aborden holísticamente el tema.

Conformamos un movimiento que es inmensamente diverso y amplio: trans, cis, lesbianas, heterosexuales, afrodescendientes, trabajadoras, pobres, académicas, privadas de libertad, dirigentes, y la lista podría seguir y seguir. Creo que este es nuestro enorme valor distintivo y por él debemos velar. Que lo que venga nos encuentre siempre unidas en nuestras diferencias.

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