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Nancy, Lucía y Blanca, con la maqueta del escenario del Museo del Carnaval.

Foto: Mariana Greif

Mujeres privadas de libertad producen escenografía, carros y trajes para carnaval

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205 mujeres participaron en el proyecto “El carnaval y sus artes”, que propone talleres de formación en oficios.

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La Unidad 5 Femenino es la cárcel que alberga a la mayor parte de las mujeres privadas de libertad en Uruguay. Situada en el barrio Colón, donde alguna vez fue el hospital Musto, hoy están recluidas 280 de las 490 mujeres que están presas en nuestro país. El resto se aloja en cárceles mixtas del interior.

Por tercer año consecutivo, el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), el Museo del Carnaval y el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) llevaron adelante el proyecto “El carnaval y sus artes”, que propone talleres de formación en oficios en este rubro. Participan también en las diferentes fases del proceso, con distintos grados de responsabilidad en la gestión y ejecución de la iniciativa, la Intendencia de Montevideo y la Dirección Nacional del Liberado.

“Como punto de partida, se tomó una expresión popular como es el carnaval para propiciar habilidades expresivas y de oficios propios de esta manifestación cultural”, contó a la diaria Ignacio Lucas, coordinador del Programa de Educación y Cultura del INR, área de la que depende este proyecto. La iniciativa plantea promover procesos de formación y capacitación de las mujeres para favorecer la inserción social mediante la adquisición de habilidades y destrezas que permitan desarrollar e incentivar “una cultura del trabajo” y una apropiación sobre lo producido. En este sentido, Lucas explicó que se trabaja desde la concepción de generar “una cultura del trabajo para el desarrollo”, en la que “se debe promover –desde lo educativo– la apropiación sobre lo que se produce”. “No se trata sólo de crear o de manejar técnicas del saber para hacer tal o cual producto, sino que también se trata de empoderar al colectivo trabajador sobre lo que se produce”.

Nancy.

Foto: Mariana Greif

Hubo algunos antecedentes en otras cárceles de la zona metropolitana. “Las iniciativas vinculadas con el carnaval tienen mucha fuerza y visibilidad; logran una participación activa y constante a la vez que elaboran productos que son expuestos en corsos, desfiles y tablados de todo el país”, agregó.

En 2015 se inició un proceso de negociación entre el INR y el Museo de Carnaval e Inefop para establecer un convenio que permita dar continuidad a estas acciones profundizando algunos ejes, en particular la dimensión educativa y el trabajo. Luego de un complejo proceso de discusión, este convenio tripartito se firmó en abril de 2016.

Se trabaja en modalidad de taller, en un espacio experimental en el que se utilizan distintos materiales y herramientas. La experiencia tiene dos etapas. En la primera se presenta el programa y se desarrollan talleres de sensibilización e informativos sobre el carnaval. En la siguiente se implementan talleres por área. Los talleres artísticos y de artes escénicas son vestuario, maquillaje y escenografía. Además, este año se implementaron talleres de electricidad y soldadura para fortalecer la formación y poder crear escenografías.

En 2018 pasaron 205 mujeres por los talleres, con 80% de asistencia real, una adherencia especialmente alta para una actividad educativa en contexto de encierro.

Lucía.

Foto: Mariana Greif

Otra particularidad de esta edición es que se implementaron diez pasantías laborales pagas para mujeres privadas de libertad y liberadas. Cabe destacar que las diez mujeres fueron asociadas a Cooparte, que es una cooperativa de artistas y oficios conexos, para percibir sus salarios y beneficios sociales. Para varias de estas mujeres fue la primera vez en su vida que pudieron hacer aportes jubilatorios.

Los productos fueron varios: un carro alegórico que recorrió 18 de Julio en el Desfile Inaugural de Carnaval, el armado por tercer año consecutivo de la escenografía del tablado ubicado en el Museo del Carnaval y el vestuario para la murga joven Tu Hermana, entre otros.

“‘El Carnaval y sus artes’ es un ejemplo específico en el que se visualiza la importancia de la interinstitucionalidad a la hora de diseñar y ejecutar políticas penitenciarias”, considera Lucas. “Esta propuesta de educación no formal, con un pienso pedagógico sólido, ha arrojado muy buenos resultados respecto de la educación para adultos porque impacta en distintos aspectos, como la formación, la inclusión, el trabajo y la construcción de ciudadanía. Esto nos interpela sobre el lugar que le damos a la educación no formal en relación a lo significativa que esta es para la educación de jóvenes y adultos”, sostiene.

Para Carlos Taroco, director de la Unidad 5, “todas estas cosas aportan para que las personas privadas de libertad puedan desarrollar lo artístico y a la vez puedan exponer su trabajo”. Cuenta que la presentación pública del proyecto, que tuvo lugar en el Museo del Carnaval la semana pasada, fue clave.

Nancy y Lucía son dos de las mujeres que llevaron adelante este proceso de trabajo. Fueron muchas horas, más que las pautadas por la pasantía, para poder llegar a tiempo. Nancy dice que fue una experiencia hermosa. Si bien ella no tuvo una pasantía remunerada, junto con otra compañera resolvieron sumarse para ayudar a que sus compañeras pudieran llegar a tiempo con todo. “Entre mates, risas y música fueron saliendo las cosas. Nos mostraban imágenes de carnaval y teníamos que elegir qué hacer. Tomamos las decisiones entre todas, íbamos conversando cada cosa”.

Escenario del Museo del Carnaval.

Foto: Mariana Greif

Decidieron que la escenografía tuviera un significativo mensaje: “Ni una menos”. “Porque cuando estás privada de libertad sos una menos en la calle, faltás, no existís. Pero también podés estar privada de libertad en tu casa. Podés ser una menos por tener problemas con tu pareja”, explica Nancy. Lucía agrega que es porque “a las mujeres las matan” y que “por más que nosotras estemos acá esas cosas las sentimos, nos pegan”.

“Hicimos una maqueta a escala y después algunas cosas las hicimos en madera para el montaje del escenario. Fue una experiencia genial, y ver el trabajo terminado está buenísimo”. Para Lucía es el segundo año de talleres. “Nos conocemos entre todas. Lo que aprendemos en el año lo plasmamos en las cosas que hacemos para mostrar afuera”.

Nancy dice que lo que más le gustó fue la experiencia y la posibilidad de aprender algo. También de reencontrarse desde otro lugar con su familia. “Aunque vengo de raíces carnavaleras, era algo que no me gustaba, hasta que arranqué a tener estas herramientas y me empezó a gustar”.

Según Taroco, “este tipo de iniciativas son muy importantes porque acercan a las mujeres privadas de libertad, a través de su creatividad y trabajo, a algo clave para la cultura uruguaya, como es el carnaval, que es una parte de nuestra identidad. Hoy ellas tienen la posibilidad de formar parte”.

El sistema de pasantías laborales es una política que motiva a personas privadas de libertad y autoridades. “Tienen pasantías de trabajo y una vez que egresan pueden postular para obtener un trabajo digno asociado a este rubro, como ya ha ocurrido, por ejemplo, en el Museo del Carnaval”.

Además, destaca que este programa es importante porque pueden expresarse a través del arte. “Esto abre otras puertas. Personas que quizás tienen dificultades para insertarse en la educación formal pueden desarrollarse a través del arte”. Taroco considera que “la creatividad y el arte no tienen límites; en esta exposición quedó demostrado”.

El próximo año Lucía ya no estará privada de libertad. “El año que viene me gustaría formar parte desde otro lugar. Hay pasantías laborales para mujeres liberadas. A una compañera es la segunda vez que la llaman desde el Museo del Carnaval. A otra también la llamaron pero no pudo agarrar porque ya estaba trabajando por su cuenta haciendo el vestuario de una murga”. Para ellas, el dolor y el ocio del encierro se amortiguan con estas iniciativas. “Vamos a salir con experiencia, es tremendo pique este”.

Nancy cuestiona los imaginarios colectivos respecto de la cárcel. “Siempre se muestra lo malo de la cárcel, pero hay que mostrar lo bueno también. Si hay un bolonqui acá lo ve todo el mundo, pero esto, ¿también lo ve la gente?”. Remata emocionada: “Esto te llena de orgullo, ver cómo felicitan a tus compañeras, ver cómo la gente se alegra porque ve que las mujeres privadas de libertad son capaces de hacer cosas lindas”.

En el horizonte están las firmas para un nuevo convenio a ser desarrollado este año. A pesar de los resultados evidentes, esta vez el convenio será por seis meses (y no por 12, como era antes) debido a una reducción del presupuesto asignado por Inefop. De todas maneras, en la actividad pública realizada en el Museo del Carnaval Inefop se comprometió a dar seguimiento al proyecto en futuras ediciones.

La salida al Museo del Carnaval

Cinco de las mujeres que participaron en los talleres pudieron ir a la presentación pública en el Museo del Carnaval, amparadas por el artículo 120 de la normativa interna del INR, que permite a las personas privadas de libertad salidas laborales o socioeducativas con custodia.

Nancy dice que salir a la calle fue lo que más la marcó. “Pudimos salir al Museo del Carnaval para mostrar nuestro trabajo. Hubo un reconocimiento para todas las chiquilinas que hicieron la pasantía. Salir a la calle fue increíble. Ver a la gente y ver cómo te podés insertar de nuevo en la sociedad es impresionante. Lo único malo es que salís esposada, pero te las sacan y podés entrar como una persona normal”, expresa con una mezcla de emociones.

Lucía no pudo salir. “Es una lástima no haber podido verlo montado. Eso frustra un poco. Vimos alguna foto, pero hubiera estado bueno verlo personalmente”. Nancy acota: “Si bien algunas no pudieron salir, las que fuimos lo hicimos en representación de todas”.

Taroco expresó que “si bien a la presentación pudieron salir solamente cinco mujeres que cumplían con el marco jurídico y legal para hacerlo, todas las que forman parte del proyecto (más de 120) se sintieron identificadas. Es importante porque motiva el crecimiento personal y grupal”.

Para Lucas, lo producido en los talleres “refuerza su significatividad cuando hay un ‘otro’ que los valora, positiva o negativamente”. Para favorecer este proceso se han realizado acciones “para que las creaciones de las personas privadas de libertad trasciendan los muros de las unidades penitenciarias y sean así valoradas por sujetos que no viven el encierro”. Estas iniciativas “permiten tender lazos entre ‘el adentro’ y ‘el afuera’, así como contienen el potencial de estimular la elaboración de proyectos de egreso”.

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