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Ilustración: Luciana Peinado.

Los principales desafíos para los feminismos en los próximos cinco años

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Mujeres que transitan distintas experiencias intercambian sobre el rol de los feminismos.

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En tiempos en los que varias democracias en América Latina crujen, los feminismos son el movimiento social con mayor capacidad de adhesión y movilización.

El movimiento se sigue construyendo con una lógica transnacional, que saltea las dinámicas típicas de la política respecto de la concentración de poder y que aparece como una expresión a la que adhieren generaciones cada vez más jóvenes.

El ciclo progresista uruguayo, que tuvo al Frente Amplio en el gobierno, va llegando a su fin. Los últimos años serán recordados por la conquista de derechos y por la emergencia de un movimiento social que hizo posible esas conquistas, desde el contenido y desde la ocupación de las calles para demandarlas y celebrarlas.

El próximo año habrá una transición en el gobierno: los cinco años que vienen estarán a cargo de la “coalición multicolor”, un cúmulo de partidos que van desde la derecha moderada hasta la extrema derecha.

El rol preponderante de los feminismos no se ve traducido en la conformación del Parlamento para el próximo quinquenio; todavía está lejos de ser paritario en materia de género. Las mujeres representarán un cuarto del Senado y casi un quinto de la Cámara de Representantes. De más está decir que la presencia de mujeres no quiere decir que las demandas feministas estén presentes, pero el escenario es más que adverso a la hora de pensar en lo legislativo.

Sobre la agenda de género, los desafíos y el rol de los feminismos para los próximos años conversamos con mujeres feministas que atraviesan distintas experiencias.

Pata González Viñoly | Militante del Frente Amplio

Patricia Gonzalez.

Foto: Mariana Greif

El principal desafío que tiene la derecha es armar una estrategia política de género, siguiendo los servicios y todo lo que viene funcionando hasta ahora, sin identificarse con los movimientos sociales ni los feminismos. Con una distancia larga respecto de las demandas del movimiento. Este es uno de los principales desafíos que tiene como gobierno.

La igualdad en general no es una prioridad de la derecha. En ese marco, analizar la igualdad de género pasa a ser complejo. Otra cosa fundamental es que un gobierno que no piensa en la desigualdad de clase expone a las mujeres a la pobreza. En ese sentido, creo que va a haber una defensa de la olla. Los feminismos van a tener que estar a la altura de esa discusión, poder acompañar a las mujeres pobres, a las que se hacen cargo de sus familias.

Cuesta visualizar la agenda. Va a venir por la defensa de conquistas y de derechos, sobre todo contra la derecha más reaccionaria, como es la que estará en el Ministerio de Salud Pública. En la salud se nos juega mucho a las mujeres. También en el Parlamento, donde van a querer instalar violencias, como hacen cuando intentan imponer la idea de la “ideología de género” y otras formas que han encontrado los reaccionarios de construir mitos donde no los hay.

El rol de los feminismos es dar seguimiento directo a cada una de las conquistas que hemos tenido las mujeres en este tiempo, y con ese seguimiento poder cuidar cosas fundamentales, como la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, las políticas de violencia de género; en definitiva, las cosas que existen y que han contribuido a mejorar la vida de las mujeres, y que hoy están en discusión. El movimiento social va a tener que estar en la calle.

Pilar Simón | Militante del Partido Nacional

Pilar Simon.

Foto: Mariana Greif

Para el próximo quinquenio, un desafío que está en el tintero, a pesar de reconocer grandes avances, es la violencia de género. En estos años se han generado canales de visibilización, denuncia, apoyo y hasta una Ley Integral de Violencia Basada en Género. Pero, lejos de verlo en la realidad, muchas mujeres siguen siendo asesinadas y enfrentan múltiples desigualdades.

Aún queda mucho por hacer. Nos desvela cuidar lo más valioso que tenemos las personas: nuestra vida y nuestra libertad. En ese sentido, gran parte de lo que queda por avanzar es justamente dotar de recursos a esa ley para que sea aplicable en su totalidad, de manera efectiva y eficiente. Estamos frente a una emergencia nacional, y hay que tratarla como tal.

Además, debemos seguir trabajando en otros aspectos estructurales, que continúan poniendo a las mujeres que atraviesan violencias en una situación de mayor vulnerabilidad, como es el caso de los cuidados, que recaen mayoritariamente en cuerpos de mujeres. También hay que fortalecer el acceso al mercado laboral, para apoyar las capacidades de independizarse y adquirir autonomía. No se precisa solamente concientización y canales para denunciar, sino políticas integrales específicas para que todas las mujeres, independientemente de sus condiciones socioeconómicas, logren salir de los entornos violentos.

No hay duda de que los enfoques para alcanzar la tan ansiada igualdad de género son muchos: culturales, sociales y educativos. Pero nos desvelan las urgencias, los homicidios, las mujeres violentadas. Somos plenamente conscientes de que este tipo de conductas asociadas a la violencia se aprenden desde la infancia. Por eso hay que cuidar a las generaciones más jóvenes, a aquellas personas que siguen estando expuestas a la violencia y que tienden a reproducirla porque es algo que viven de forma naturalizada. Si queremos pensar en futuro, tenemos que trabajar sobre el presente, pero con quienes son el futuro.

Ana Laura di Giorgi | Académica

Ana Laura Di Giorgi.

Foto: Pablo Vignali

En cuanto a la agenda, la violencia hacia las mujeres continúa siendo la causa principal a denunciar y un flagelo a revertir. Es imprescindible pensar más allá del punitivismo y apostar a un cambio cultural radical que haga inaceptable e impensable la existencia de la violencia de género.

Tenemos que discutir sobre los cuidados, con énfasis en la socialización de los cuidados sin división sexual del trabajo. Hay que ampliar la discusión sobre el consentimiento, además de continuar denunciando el acoso. Otros pendientes son: profundizar la discusión sobre el trabajo sexual, estar en alerta frente a las políticas que permitan la subrogación de vientres, apostar a eliminar el servicio doméstico con cama y todo servicio doméstico desprotegido, entre otras cosas. Además, tenemos que apostar por otros modos de convivencia y modelos de familia. Y seguir siempre impugnando el amor romántico.

Los desafíos son varios. Es necesario construir espacios de refugio y reflexión. Espacios protegidos en los que no se piense en lo inmediato, sino a largo plazo, en la utopía feminista.

Vamos a defender las políticas públicas que contribuyan a despatriarcalizar, y a continuar pensando formas de intervenir y hacer feminismo desde el Estado, que hoy se ve amenazado por la reacción conservadora. Pero también tenemos que pensar en la política feminista más allá del Estado.

Tenemos que continuar en la calle y salir mucho más a ella, porque el espacio público debe seguir siendo un espacio a disputar por las mujeres y por quienes buscan contestar las prácticas patriarcales.

Continuaremos siendo la referencia para la irreverencia. Los feminismos deben seguir proveyendo otras imágenes y proyectos en los que todes les excluides puedan mirarse y reconocerse.

Marcela Pini | Activista

Marcela Pini.

Foto: Mariana Greif

Los feminismos, en su conformación como movimiento, tienen grandes desafíos a largo y mediano plazo, tanto hacia dentro del propio movimiento como hacia fuera, en su incidencia política.

Hacia dentro, debemos seguir profundizando la unidad entre las diversas expresiones de los feminismos, dar discusiones profundas que nos acerquen aun más a la experiencia de habitar nuestras cuerpas, que nos conecten profundamente con la experiencia común de habitarlas. Con las violencias que nos transversalizan. Hacernos cargo, no sólo a nivel del enunciado, de las intersecciones, hacia la construcción de un movimiento que más allá de las diversas experiencias de habitar lo femenino, nos acerque a la diversidad cultural en el feminismo. Debemos, imperiosamente, sin perder las identidades que nos agrupan –afrofeminismo, transfeminismo, ecofeminismo, etcétera– ejercer una sororidad materializada en la acción cotidiana como sujetas políticas. Vencer las fisuras y hacer de la sororidad una práctica política.

Debemos dar vuelta la página y dejarnos de discusiones que nos separan, para encontrar lo común en la experiencia feminista. Visibilizar nuestras cuerpas como una integralidad, sin parcialismos basados en una mirada positivista de los cuerpos. Tenemos que deconstruirnos desde el binomio sexo-género y dejar de diferenciar nuestros cuerpos por la materialidad de ellos. Y entendernos como sujetas, cuerpas a las que nos atraviesa el patriarcado, y “quemarlo”, como nos han enseñado nuestras antecesoras.

Hacia fuera, debemos generar una estrategia feminista con fuerte incidencia política, en todos los ámbitos. Y para eso debemos fortalecer nuestras redes. Construir tejidos territoriales de contención y resistencia que vayan desde lo privado hacia lo público, y viceversa. Debemos comenzar a materializar la necesidad de una fuerza poderosa.

Para la construcción de esa estrategia, que debe vencer las fronteras de los propios feminismos, las barreras territoriales, de clase y todas aquellas barreras que el patriarcado nos impone como modos de desarticulación, debemos, en principio, tener en cuenta esas barreras y hacerlas propias a todas.

Necesitamos construir una manera más potente de impacto sociocultural para erradicar los femicidios. Tenemos que exigir la paridad en todos los ámbitos, con tanta fuerza que no haya lugar a la duda.

Debemos comenzar a pensar cuándo paramos todas, con tal perseverancia que realmente les paremos el mundo.

Mariella Mazzotti | Directora del Instituto Nacional de las Mujeres

Mariella Mazzotti.

Foto: Mariana Greif

Para las feministas que estamos dejando el gobierno, hay un desafío muy concreto en el corto plazo, que es hacer una buena transición que, como toda nueva administración, pueda partir de lo que hay e introducir los cambios que sean necesarios.

Entendemos las políticas de igualdad como políticas de Estado, por tanto siempre hemos considerado la valorización de lo que se encuentra y a partir de allí el planteo de los cambios, la continuidad, las innovaciones que la nueva administración considere.

En ese sentido, la Estrategia nacional para la igualdad de género a 2030, que se elaboró con una amplia participación del Estado y feministas muy diversas, es una hoja de ruta de mediano plazo que pauta los principales desafíos que Uruguay todavía tiene. Allí se plantean todas las observaciones que tenemos como país. Presenta un diagnóstico de todas las deudas que la democracia tiene hacia las mujeres y sugiere una serie de políticas que son interesantes.

En este sentido se destacan dos ejes prioritarios para el avance de la igualdad de género. Por un lado, todo lo que tiene que ver con la transformación cultural. Sigue estando muy fuerte y consolidado el lugar tradicional de las mujeres y los varones. Esto limita a las mujeres y el desarrollo del país, porque se pierde una capacidad creativa y productiva de un conjunto de mujeres que aún no han podido desarrollarse de acuerdo a sus capacidades. Para eso son necesarias políticas en diversas áreas: educación, cultura, deporte, etcétera.

Tenemos un trabajo muy importante con niñas, niños y adolescentes para habilitar el desarrollo de capacidades humanas más allá de los estereotipos de género. Para las niñas, la ciencia y la tecnología aparecen como un desafío importante.

Los estereotipos de género también tienen que ver con todo lo que significa la prevención de la violencia. Hemos visto cómo niñas, niños y adolescentes empiezan a contar sobre la violencia sexual que atraviesan cuando se dan cuenta de que pueden hablar.

Los aspectos culturales que sostienen la violencia de género todavía no han sido encarados con la responsabilidad que se requiere. Tenemos que trabajar en lo previo, en el cambio cultural, en el respeto de las personas.

En lo que respecta a la violencia, sin duda es un desafío el cumplimiento de la Ley Integral de Violencia Basada en Género. Que se dote de presupuesto, que se genere capacitación y que el conjunto del Estado y las organizaciones incorporen en su trabajo este tema.

En lo económico y productivo, tenemos que seguir trabajando para la inserción de las mujeres en el mercado de trabajo y para el desarrollo de las mujeres como emprendedoras. Esto tiene que ver con políticas de trabajo, pero también con políticas de cuidados; tenemos que avanzar en políticas de corresponsabilidad de cuidados. Nos preocupan especialmente las mujeres en situación de pobreza, en particular las niñas y los niños, que son la población más pobre de Uruguay. Hay problemas importantes, entre ellos los que tienen que ver con la vivienda. El trabajo conjunto con el Ministerio de Vivienda será importante, y sobre esto hay antecedentes sustanciales a profundizar.

Hay un desafío siempre presente: el Estado se tiene que mantener en contacto con las organizaciones de la sociedad civil. Este diálogo hoy existe, y se tienen que recoger las inquietudes y demandas de las mujeres de nuestro país. Es muy importante mantener canales de diálogo y generar acciones coordinadas.

Las políticas de igualdad son indispensables para el desarrollo del país. Son políticas de Estado. Esto no se puede perder.

Mónica Bottero | Integrante del Partido Independiente

Mónica Bottero.

Foto: Ricardo Antúnez

Como integrante del grupo de mujeres que representa a los cinco partidos que integran la “coalición por el cambio”, puedo afirmar que la idea del gobierno electo, cuyas líneas nos comprometemos a seguir, van a tener una fuerte impronta en el trabajo sobre la violencia de género; en particular, en intentar ir consiguiendo los fondos para que la Ley Integral de Violencia Basada en Género pueda ponerse en vigencia. Como sabemos, la ley se promulgó, pero dada su complejidad, no se reunieron los fondos previstos para ponerla en vigencia totalmente. Por eso, va a tener que haber un liderazgo y un motor que ponga en funcionamiento todos los aspectos de la ley. Esto no tiene que ver solamente con la represión, sino que hay que ir a las causas, a la convivencia familiar, a los vínculos de pareja. Sabemos que es en los noviazgos donde se ponen sobre el tapete los vínculos de violencia en las parejas, tienen que ver con cómo nos tratamos en las familias.

La segunda línea de acción central que quedó definida en este compromiso con las mujeres que hizo la coalición apunta a generar condiciones y fomentar la igualdad en el ingreso económico. En este sentido, nos parecen buenísimos los programas ya existentes que estimulan y premian a las empresas que tienen políticas igualitarias en materia de salario. Vamos a investigar un poco más lo hecho hasta ahora, y la idea es avanzar en dar incentivos e incorporar beneficios fiscales para empresas que tengan directorios paritarios o con porcentajes altos de mujeres. En varios Consejos de Salarios está el mandato de a igual trabajo, igual salario, pero no se cumple en todas las ramas. Entonces, queremos fiscalizar eso. También es necesario avanzar en el lugar que tienen determinados trabajos, que cuanto más feminizados están, peor remunerados son. Eso es un tema cultural, que va más allá de los Consejos de Salarios.

Además, nos parece muy importante estimular a las niñas para que estudien carreras tecnológicas. Hay políticas que ya se están poniendo en práctica que tienen que ver con ampliar el lugar de las niñas en estas áreas.

Como se dijo desde el principio, la idea es seguir con programas y políticas que ya se están implementando. No queremos refundar, sino hacer énfasis en ciertos puntos en los que faltó; también en continuar las cosas que se hicieron bien, con todo lo que tiene que ver con la agenda de derechos. La búsqueda de igualdad entre varones y mujeres será fundamental para este gobierno.

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