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Foto: Mariana Greif

Doulas voluntarias se organizan para acompañar a mujeres embarazadas durante la emergencia sanitaria

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Apuntan especialmente a mujeres en situación de vulnerabilidad que necesiten apoyo en los procesos de embarazo, parto y puerperio.

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No son parteras, no son matronas, no forman parte del personal de la salud, no hacen diagnósticos, no recomiendan terapias y tampoco indican tratamientos. El rol de las doulas es el de brindar apoyo emocional y acompañar a las mujeres durante el embarazo, el parto, el posparto, la lactancia e incluso la crianza de la niña o el niño que nace. Ese acompañamiento se basa en la contención, pero también –y fundamentalmente– en ofrecer las herramientas necesarias para que las mujeres tengan conocimiento acerca de cada etapa que atraviesan, estén al tanto de los procedimientos, conozcan sus derechos y puedan tomar decisiones informadas.

Las doulas generalmente empiezan a acompañar a las mujeres en el último trimestre del embarazo y funcionan en duplas: una doula referente y otra de respaldo. El primer contacto es mediante cuatro entrevistas en las que presentan los servicios y conocen tanto a la mujer como a la persona que la acompañará durante el parto –que puede ser la pareja o no–. El acompañamiento en el nacimiento es un derecho establecido en la Ley 17.386 que rige con o sin pandemia. En esas entrevistas también hablan sobre qué quiere la mujer, qué no quiere, cuáles son las dudas o miedos, y cuáles son sus derechos.

La segunda etapa es la asistencia durante el trabajo de parto. Generalmente, las doulas vuelven a encontrarse con las madres en la sala de parto, donde asisten el primer encuentro con la lactancia. Al otro día, vuelven a encontrarse para apoyar la lactancia y rescatar la memoria positiva del nacimiento. A veces las madres eligen que el acompañamiento siga durante algunos meses más.

Los cursos de formación para doulas son dictados desde 2008 por el Instituto Perinatal del Uruguay (IPU), una asociación civil que promueve la investigación, educación y asistencia de calidad en torno a la maternidad y el nacimiento. El curso consiste en nueve módulos e incluye las prácticas, que se realizan en los talleres de preparación para el parto de la Casa de la Mujer de la Unión. Para obtener el certificado de doula, además, las estudiantes tienen que realizar dos acompañamientos tutelados en diferentes organizaciones y programas que acompañan a mujeres embarazadas.

Muchos de esos acompañamientos integran el programa de doulas voluntarias y comunitarias que promueve el IPU, generalmente de apoyo a mujeres que viven en contextos críticos. “Trabajamos con mujeres que viven en refugios, en situación de calle o privadas de libertad; con hogares para mujeres víctimas de violencia de género y de trata, con mujeres migrantes que llegan al país embarazadas”, explicó a la diaria una de las directoras del instituto, Alejandra Di Matteo, quien es doula, educadora perinatal y asesora en lactancia materna.

En el marco de este programa de acompañantes comunitarias es que surgió la red “Doulas voluntarias en cuarentena”, una iniciativa de doulas certificadas que ofrecen acompañamiento gratuito para las mujeres embarazadas mientras dure la emergencia sanitaria por el coronavirus. “Sabemos que en este tiempo de confinamiento tendrás algunas dudas sobre tu embarazo, parto, posparto, lactancia y crianza. Estamos aquí para apoyarte y acompañarte”, dice una de las placas publicadas en la página de Facebook de la red, que cuenta con el apoyo de la Red Mundial de Doulas.

Como pasó en la mayoría de las áreas de la vida, la pandemia obligó también a las doulas a adaptarse al nuevo contexto sanitario para seguir funcionando. Por eso, ahora promueven las entrevistas prenatales por videollamada, y el trabajo de parto es asesorado por teléfono con la ayuda de la o el referente afectivo que esté acompañando a la mujer embarazada. Al otro día, la doula que trabaja como respaldo se comunica de nuevo por videollamada para apoyar en la lactancia. “Mira si el bebé está prendido, da consejos y alienta a la madre”, detalló Di Matteo.

Ese es el escenario “ideal”; la realidad es que no en todos los casos las madres y las familias tienen los recursos para mantener el contacto con las doulas. “Muchas personas que viven en un contexto crítico tienen celular y Whatsapp pero no tienen datos, entonces no podemos hacer las entrevistas por videollamada”, explicó la directora del IPU. “Cuando eso pasa, hacemos todo por teléfono, que igual te soluciona muchas cosas, aunque no puedas ver”, agregó.

Di Matteo dijo que una de las cosas en las que insisten en las entrevistas prenatales es en la importancia de participar en los talleres de preparación para el parto, un servicio que no corresponde al papel de las doulas, contrariamente a lo que a veces se piensa. “Nosotras hablamos con la madre de cosas básicas, de derechos, de posiciones, de lo que puede llegar a pasar en el momento, pero no es una preparación para el nacimiento, porque nosotras no estamos capacitadas para eso”, explicó. “Nuestra misión es que cada mujer se empodere y pueda tener un pensamiento crítico que le permita ver qué es lo mejor para ella en un momento de mucha vulnerabilidad”. Se trata, en definitiva, de que tenga “la mejor experiencia posible”.

En este momento, hay 20 doulas voluntarias acompañando a diez mujeres que van a ser mamás en los próximos meses. Algunas pudieron tener las entrevistas presenciales y ahora se preparan de forma virtual para el parto o la cesárea. Otras recién empiezan las entrevistas por Whatsapp.

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