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Merienda solidaria de la Colectivo Trans del Uruguay, en el Cerrito de la Victoria (archivo, marzo de 2020).

Foto: Mariana Greif

Las ciudades se organizan para dar respuestas interseccionales a la población LGBTI durante la pandemia

7 minutos de lectura
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La Intendencia de Montevideo habilitó una línea de emergencia y una vivienda de estadía transitoria para atender las necesidades de estos colectivos.

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Ya no quedan dudas: la pandemia del coronavirus y las medidas adoptadas por los gobiernos para combatirla tienen un impacto diferenciado en las poblaciones que atraviesan situaciones de especial vulnerabilidad. El colectivo LGBTI, que en muchos países sigue sin poder ejercer libremente sus derechos por razones de orientación sexual o identidad de género, forma parte de este grupo. La crisis sanitaria vino a profundizar las desigualdades que ya enfrentaban en terrenos básicos, como la alimentación, la atención a la salud o el acceso a una vivienda digna. Pero también, en muchos casos, agravó situaciones de violencia y discriminación.

La vulneración de los derechos de las disidencias sexuales y de género es mayor cuando estas identidades se intersecan o cruzan con otros ejes de desigualdad, como pueden ser el origen racial o étnico, la clase socioeconómica, la condición migratoria o una situación de discapacidad. Es por eso que instituciones públicas que trabajan estos temas y organizaciones de la sociedad civil aseguran que la respuesta a la crisis sólo puede ser integral si incluye una perspectiva interseccional.

La interseccionalidad es un enfoque que considera la posición social de las personas como el producto de la interacción de varios ejes de desigualdad. Bajo esa perspectiva, por ejemplo, no alcanza con tener una mirada anclada únicamente en la diversidad sexual para abordar la situación de una mujer trans que además es pobre, migrante y trabajadora sexual. A nivel político, requiere de un abordaje más complejo que contemple no la sumatoria de todas las desigualdades sino su cruce, porque es en esa intersección que se generan situaciones específicas de vulnerabilidad.

¿Cómo, entonces, el concepto de interseccionalidad es útil en la respuesta a la crisis social generada por la covid-19? Representantes de alcaldías y gobiernos municipales de diferentes ciudades del mundo –incluida Montevideo– intentaron responder a la pregunta en la conferencia virtual “Respuestas interseccionales para los colectivos LGBTI ante la covid-19”, organizada la semana pasada por la red global Metrópolis. El espacio sirvió de plataforma para compartir las experiencias que han desarrollado distintas ciudades para atender las necesidades de las poblaciones LGBTI durante la emergencia sanitaria. Las y los expositores coincidieron, en general, en que el panorama es particularmente complicado para las personas trans y las personas LGBTI migrantes.

La estrategia de Montevideo

La declaración de la emergencia sanitaria en Uruguay encendió las alarmas de la Secretaría de la Diversidad de la Intendencia de Montevideo (IM), que enseguida puso manos a la obra para elaborar un plan de contención, asesoramiento y ayuda para la población LGBTI. “Cuando nos enfrentamos a la pandemia lo que teníamos claro era que teníamos que tener un plan y que ese plan debía ser construido desde una mirada interseccional”, explicó Andrés Scagliola, coordinador de la Secretaría de la Diversidad, en la actividad virtual. “Más allá de la urgencia, teníamos que reconocer que el colectivo LGBTI es un colectivo heterogéneo”, puntualizó.

El plan priorizó a las personas trans, “que son amplia y mayoritariamente pobres”, a las que están privadas de libertad y a las que ejercen el trabajo sexual, según especificó Scagliola. El foco también estuvo puesto en las personas LGBTI migrantes, “otro colectivo que emergió con mucha fuerza” en la crisis, dijo el referente, “sobre todo las que habían migrado muy recientemente y no habían podido insertarse laboralmente ni tejer redes de apoyo social”.

Una de las primeras medidas de la Secretaría de la Diversidad fue la habilitación de una línea telefónica de emergencia para recibir y responder consultas sobre problemáticas específicas de personas LGBTI en el contexto de la situación sanitaria. Por ejemplo, brinda información útil para las personas trans que han iniciado o van a iniciar un proceso de hormonización.

“Priorizamos la apertura de una línea de emergencia para tener un diálogo directo con las personas en un momento en que el Estado pareció retirarse. Porque en esto del cambio hacia el teletrabajo, el cierre de las oficinas y la distancia social, creo que las personas sintieron que el Estado se retiraba y estaba algo ausente”, explicó Scagliola.

Además de evacuar dudas y brindar información útil, el servicio telefónico recibe denuncias sobre situaciones de discriminación por razones de orientación sexual o identidad de género en la gestión de respuesta a la pandemia. También asesora a personas que viven con VIH, que pueden estar más expuestas a la covid-19 en caso de que, por alguna razón, hayan interrumpido el tratamiento. “Lo que hicimos fue generar información sustantiva que no estaba en los medios de comunicación masivos y ponerla a disposición. ¿Qué pasaba con las personas con VIH, que sabemos que tienen una incidencia muy grande dentro del colectivo LGBTI? ¿Cómo era el acceso a los retrovirales, sabiendo que si no existía ese acceso estaban más expuestas a la pandemia?”, dijo el coordinador de la secretaría sobre una de las distintas problemáticas abordadas.

Otra línea estratégica tuvo que ver con generar y garantizar el apoyo alimentario para las personas LGBTI que lo necesitaran, no sólo desde lo institucional –a través de la entrega de canastas familiares–, sino también respaldando experiencias comunitarias, como la “olla popular trans”. Se trata de una iniciativa impulsada por el Colectivo Trans del Uruguay que empezó a fines de marzo y continúa en pie gracias a donaciones de instituciones, organizaciones y particulares. Desde entonces, funciona todos los lunes, miércoles, viernes y domingos de 13.00 a 15.00 en el Cerrito de la Victoria. El resto de los días, también entrega meriendas a partir de las 17.00. Si bien la idea surgió concretamente para colaborar con las mujeres trans que ejercen el trabajo sexual, se pueden arrimar a la olla todas las personas que necesiten un plato de comida. “Es una experiencia muy interesante porque está liderada por personas trans, pero acuden a ella personas de todo tipo de género y orientación sexual”, valoró Scagliola.

El plan de la Secretaría de la Diversidad también incluyó una respuesta de vivienda transitoria a personas LGBTI que estaban en riesgo de situación de calle. Para lograrlo, se reconvirtió el uso del hogar Tocó Venir, un espacio que la Secretaría de Infancia, Adolescencia y Juventud de la IM dispone todos los años para estudiantes del interior del país que viajan a Montevideo a continuar su formación en instituciones públicas de enseñanza terciaria. La decisión surgió porque el espacio quedó prácticamente vacío a raíz de la suspensión de las clases presenciales por el coronavirus.

Scagliola dijo que la Secretaría de la Diversidad trabaja ahora en programas de empleo protegido a los que puedan acceder especialmente las personas trans y las personas LGBTI migrantes, “porque sabemos que el trabajo digno también es uno de los elementos centrales”. La entidad también trabaja en la elaboración de una estrategia interseccional 2020-2030 “para articular, junto con la sociedad civil y la institucionalidad, una respuesta a esas desigualdades, que son estructurales y de largo plazo”.

En otras ciudades: diferentes experiencias, mismas realidades

Representantes de alcaldías y de gobiernos municipales de otras seis ciudades contaron sus experiencias en el abordaje de la atención a personas LGBTI durante el confinamiento. En todos los casos, destacaron la importancia de integrar la perspectiva interseccional en el diseño de las políticas públicas, haya crisis o no.

Al igual que Montevideo, otras ciudades priorizaron la atención a las personas trans. El Área de Diversidad Sexual de la Municipalidad de Rosario, en Argentina, lanzó “Cuarentena trans”, un conjunto de acciones para ayudar a la comunidad trans local en los territorios con una fuerte impronta comunitaria.

Un ejemplo de las estrategias comunitarias que surgieron son los grupos asociativos que se crearon para cocinar de manera colectiva en los barrios. “Esto hizo que no dependieran de una vianda o una asistencia alimentaria de parte del Estado y les dio la posibilidad de poder cocinar colectivamente, en cada barrio, todas las raciones de comida para el grupo de compañeras que estaba en esa zona”, explicó el director del Área de Diversidad Sexual de la Municipalidad de Rosario, Martín Clapié, en la actividad de Metrópolis.

La Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín, Colombia, también focalizó su plan de emergencia en las personas trans pero que, en este caso, ejercieran el trabajo sexual. Lo primero que se hizo fue un censo y una caracterización de esta población en los territorios, para identificar cuántas personas eran, en qué parte de la ciudad vivían y cuáles eran sus necesidades. Toda la información sirvió como insumo a la hora de acercar ayudas que consideraron “urgentes”, como “paquetes alimentarios y kits de aseo”, comentó Luz Ángela Álvarez, quien está a cargo de la secretaría.

La necesidad de contar con un registro también surgió en la Subsecretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que identificó a 900 personas que requerían de algún tipo de asistencia, incluidas muchas de la comunidad LGBTI. La primera medida –como en todos lados– fue distribuir ayudas alimentarias a cada una de estas personas, contó la referente de la entidad, Pamela Malewicz. Después se abordaron necesidades más específicas, como tratamientos que realizaban personas trans y no podían interrumpir o el diseño de un plan de vacunación móvil. También se trabajó en la asistencia habitacional para evitar posibles desalojos.

Por su parte, la Alcaldía de Bogotá dispuso transferencias monetarias, canastas de alimentos, atención psicosocial y un programa general de pedagogía y cultura ciudadana para personas que fueron identificadas en situación de vulnerabilidad. “Todo esto es insuficiente frente a las necesidades que hay”, dijo sin embargo David Alonzo, director de Diversidad Sexual de la Secretaría de Planeación de la alcaldía. Una de las trabas es el presupuesto. Por eso, desde que empezó el aislamiento social se han organizado allí dos “Donatón”, con el objetivo de recaudar fondos.

En Ciudad de México decidieron rescatar las voces de las disidencias sexuales y de género para saber de primera mano cómo les afectaba la emergencia sanitaria y poder adoptar medidas específicas. Por eso, el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Copred) organizó 12 conversatorios con distintos grupos, según comentó su presidenta, Geraldina González de la Vega.

Una de las conclusiones del Copred fue que, efectivamente, no todo el mundo puede quedarse en casa. Algunas personas no pueden porque tienen que salir a trabajar para poder comer. Otras, porque el encierro implica convivir con parejas violentas o con familiares homofóbicos o transfóbicos. El consejo identificó al mismo tiempo la situación de las personas LGBTI que no tienen acceso a agua potable o a ninguno de los insumos recomendados por las autoridades sanitarias para cuidarse de la covid-19. También registró la realidad de aquellas que viven con alguna enfermedad previa o condición de salud y encuentran obstáculos para acceder a servicios de salud o tratamientos.

Fuera de América Latina, otra de las experiencias compartidas en la conferencia virtual fue la del Departamento de Feminismos y LGTBI del Ayuntamiento de Barcelona, España, en donde “se ha hecho una atención social general, se ha incrementado el presupuesto económico y se ha intentado reorganizar la estructura municipal para poder dar apoyo a los servicios de emergencia sanitaria y de emergencia social”, dijo Meritxell Saez, una de las representantes. En ese sentido, aseguró que todos los servicios de atención a población LGBTI que no eran esenciales se vieron obligados a seguir trabajando de forma telefónica debido al estado de alarma decretado en el país, pero que en ningún momento dejaron de funcionar.

Línea telefónica de emergencia para recibir y responder consultas sobre problemáticas específicas de personas LGBTI: 1950 interno 8678. Funciona de lunes a viernes, entre las 10.00 y las 16.00. También pueden comunicarse vía mail al correo secretaria.diversidad@imm.com.uy.

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