Al igual que el 3 de junio de 2015, cuando las voces feministas de Uruguay se hicieron eco del grito que resonaba en Argentina con la emblemática expresión “Ni una menos”, este martes la plaza Cagancha –tan vinculada a esta y otras luchas– volvió a ser punto de encuentro de mujeres que se movilizaron contra los femicidios y todas las formas de violencia machista.
Con la consigna “Ni una muerta más, ni una mujer menos” convocó la Coordinadora de Feminismos y desde las 19.00, poco a poco, en una noche que dio algo de tregua en el frío, comenzaron a llegar mujeres al encuentro, de un lado y del otro de la avenida principal de la capital. La coordinadora desplegó un pasacalle en el piso de la plaza, junto a carteles con los datos de cada uno de los seis femicidios que las activistas registran en lo que va de 2025, al tiempo que integrantes del Encuentro de Feministas Diversas (EFD) realizaban una intervención con letras que formaban el “Ni una menos”, a diez años exactos de la primera convocatoria en el vecino país.
En diálogo con la diaria, algunas de las participantes coincidieron en que en estos diez años “no ha pasado nada” a nivel de políticas públicas, pero sí perciben ciertos cambios culturales en las nuevas generaciones, que han entendido “de qué estamos hablando cuando hablamos de femicidio, de qué estamos hablando cuando hablamos de violencia patriarcal, cuáles son las cosas que anteceden al asesinato”, señaló María Delia, integrante de la Coordinadora de Feminismos. Para la activista, “en algún lugar queda” el hecho de “estar siempre presentes, siendo muchas o siendo pocas”, a través de las alertas feministas que convocan para visibilizar cada femicidio.
Laura Presno, integrante del EFD, consideró que, si bien “hay un embate de ideas en contradicción a las nuestras” y está vigente el reclamo al Estado para que “sigan generando políticas” y que las leyes cuenten con un presupuesto que permita su correcta aplicación, “sabemos que hay quienes continúan y van en pos de nuestra construcción”, ya que “las chicas más jóvenes están empezando a preguntarse y a cuestionarse un poco más”. Desde el EFD, al igual que el colectivo ¿Dónde están nuestras gurisas? (DENG), han denunciado la desaparición de mujeres en Uruguay durante la democracia y, en particular, en el contexto de la explotación sexual. “Seguimos exigiendo que no estamos todas. Que el Estado es responsable, porque cuando no las busca hace una omisión”, señaló Déborah González.
Este 3 de junio, además, se cumplen cinco años desde la movilización de 2020 en la que se reclamó justicia por el mayor caso de explotación sexual infantil en Uruguay, la Operación Océano, y “persiste la impunidad”, denunció DENG. “Cinco años de dilatación, cinco años de privilegios para los abusadores, cinco años en los que las víctimas cargan solas con el daño, con la revictimización y con el silencio. Cinco años en los que los abusadores apelan a que la sociedad olvide. Cinco años en los que vemos cómo el sistema titubea ante los poderosos”, sostuvo una representante del colectivo que leyó el texto que había circulado horas antes en redes.
Mirta Rebagliatte, integrante de la coordinadora, lamentó no poder tener una mirada optimista respecto a un avance con relación a la lucha contra la violencia contra las mujeres, pero porque “el mundo” no le “muestra el optimismo”. Rebagliatte consideró que estamos en “una sociedad cada vez más violenta” y que es preocupante “el ensañamiento” en las formas de asesinato de las mujeres. A nivel de las nuevas generaciones, reconoció que “puede ser que se visibiliza un poco más”, pero advirtió que “siguen surgiendo muchas violencias entre los propios jóvenes”, y lo atribuye a la violencia estructural del mundo actual. Además, manifestó a título personal que percibe que los movimientos sociales y feministas atraviesan un momento de “impasse”. “No es una etapa reflexiva, sino como una tranquilidad demasiado preocupante”, consideró.
Por su parte, María Delia percibe “insensibilidad” en la sociedad en general frente a la violencia contra las mujeres. Recordó el femicidio ocurrido en marzo en uno de los complejos de viviendas Euskal Erría, en Malvín Norte, donde un hombre tiró a su expareja desde un séptimo piso. “Ella sale de la casa con el bolso para irse, sale gritando, quiere tomar el ascensor, en un edificio que está lleno de personas, hay apartamentos, puertas, y ahí no hay una respuesta, no hay una respuesta comunitaria”, lamentó.
Hacia el final del encuentro, cuando los colectivos se organizaban para leer la proclama y recordar a las mujeres asesinadas este año, así como a las que aún siguen desaparecidas, una mujer que pasaba se detuvo. Contemplativa, recorrió lentamente la concentración, se detuvo para leer los carteles, y dijo: “Yo soy sobreviviente, gurisas”.
“No me voy a rendir”, dijo fuerte al megáfono una joven de 23 años que relató que su mejor amiga se quitó la vida a los 17 años, en 2020, por culpa de “hombres que se aprovecharon” de su situación de vulnerabilidad. Y agregó: “Pasen diez o 20 años, yo no me quedo en paz hasta que se haga justicia por mi mejor amiga”.