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Investigación: figuras del gobierno que también tienen antecedentes penales

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Daniel Salinas. Contrabando

Ni problemas familiares ni una venganza por haber saboteado su candidatura a la presidencia de la Organización Panamericana de la Salud. El verdadero motivo que enfrentó a Salinas con Luis Lacalle Pou fue que el primero pertenece a una red de contrabandistas que trae ilegalmente cigarrillos paraguayos de la marca 51 y los vende en el mercado local. Salinas estuvo procesado por este delito en 2008, pero recibió solamente una pena de dos meses de prisión domiciliaria porque el juez y el fiscal de la causa le tenían mucho miedo a su suegro.

Julio María Sanguinetti. Secuestro

Una tarde de setiembre de 2020 la Policía allanó la residencia del dos veces expresidente ubicada en Punta Carretas. En un sótano supuestamente dedicado a guardar grabados originales de Pedro Figari y mechones de pelo de Mario Vargas Llosa, los oficiales se encontraron con un Ernesto Talvi muy flaco y desaliñado. La desaparición del excanciller no se debió a un deseo de abandonar la política, sino a una maniobra de Sanguinetti para sacarlo de la puja por el liderazgo del Partido Colorado. De hecho, Talvi renunció a la cancillería tras ser extorsionado por el propio Sanguinetti, quien lo amenazó con contarle al mundo que cuando era joven, antes de ir a estudiar a Chicago, tuvo una caja de ahorro en pesos en el Banco República. El actual líder colorado fue procesado por secuestro y extorsión.

Luis Alberto Heber. Narcomenudeo

El ministro del Interior defendió en varias ocasiones su decisión de utilizar una camioneta incautada a Luis Alberto Betito Suárez como vehículo oficial para transportarse. Pero su determinación en este tema le costó cara. Hace dos meses, la Policía revisó el vehículo y encontró, escondidas en la guantera, detrás del manual de instrucciones del automóvil y la libreta de propiedad, 15 lágrimas de pasta base que Suárez no había alcanzado a entregar. Heber fue procesado sin prisión por ser primario y también porque el juez le tuvo un poco de lástima tras escuchar sus torpes intentos por efectuar algo parecido a una defensa.

Pablo Mieres. Incitación al odio

El líder independiente es conocido por su estilo mesurado y conciliador. Sin embargo, Mieres perdió los estribos en dos ocasiones. Una fue en 2015, cuando unos inspectores de tránsito lo multaron por exceso de velocidad y él los acusó de falta de republicanismo. La otra no tuvo tanta difusión: en 2018, durante una fuerte discusión entre las principales figuras de La Alternativa, Mieres acusó a Selva Andreoli de falta de republicanismo y gritó: “¡Si no matamos ahora a esta chiflada estalinista, nos va a llevar al infierno!”. Andreoli hizo la denuncia y un juez condenó a Mieres a barrer locales del Partido Comunista dos veces por semana.

Adrián Peña. Abigeato

Muchos no lo saben, pero el ministro de Ambiente está firmemente convencido de que asesinar a un animal es exactamente lo mismo que asesinar a un ser humano. Peña mantiene oculta esta postura por miedo a que los abundantes empresarios ganaderos que hay en el gobierno se burlen de él, pero hasta hace pocos meses entraba todas las semanas a alguna estancia y liberaba vacas. Ni la Policía ni la Justicia creyeron su versión, por lo que fue procesado por un delito de abigeato.

Isaac Alfie. Evasión fiscal

Tras descubrir que llevaba más de cinco años sin pagar un solo peso de impuestos, la Dirección General Impositiva (DGI) denunció a Alfie ante la Justicia. Durante el juicio, Alfie basó su defensa en que sus maniobras de evasión fiscal no tenían como objetivo el lucro sino que respondían a una cuestión de principios, ya que él se considera un “objetor de conciencia tributario”. Su poderoso alegato contra la existencia de impuestos logró convencer un juez de primera instancia, pero la DGI apeló el caso. Durante una audiencia de apelación no pudo presentarse a declarar porque en ese mismo momento tenía que aparecer como testigo en un juicio contra el Estado uruguayo, así que fue condenado.

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