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Calles Leandro Gómez y Mendoza, el 4 de febrero, en Piedras Blancas.

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Organización que trabaja con niños y adolescentes que fueron baleados alerta por el “efecto devastador” de la “extrema violencia”

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El Club de Niños, Niñas y Adolescentes Timbúes - San Vicente trabaja con el niño de 11 años que fue baleado, cuyo primo de 13 años fue asesinado en una balacera.

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Desde el equipo de trabajo del Club de Niños, Niñas y Adolescentes Timbúes - San Vicente manifestaron que “nos encontramos hoy particularmente afectados por una situación que, si bien nos atraviesa y duele profundamente, no nos sorprende”. “Anoche un niño de 11 años que participa en nuestro proyecto recibió dos impactos de bala al encontrarse jugando en la puerta de su casa junto a su hermana menor y sus primos. Varios de ellos se encuentran heridos, su primo de 13 años muerto, y él se encuentra internado en estado de riesgo”, señalaron.

“Esta situación que hoy nos impacta con mayor cercanía es una más dentro de una lógica de violencia comunitaria instalada en la zona desde hace mucho tiempo, y que genera episodios de balaceras y muertes con una frecuencia que nos hiela la sangre y nos indigna”, indicaron, y acotaron: “No nos acostumbramos, pese a lo cotidiano de los relatos y experiencias que nos comparten los niños, niñas y adolescentes con los que trabajamos, y sus familias”.

“No encontramos la manera de explicar el efecto devastador que tiene en las personas transitar su vida en un marco de extrema violencia y riesgo constante”, remarcaron. “Hoy la afectación emocional de esta familia y la comunidad no se puede describir, pero entendemos que es parte de una realidad mucho más amplia y compleja, una violencia que encuentra sus expresiones más crueles en los territorios abandonados por el Estado, donde la sensación de impunidad crece día a día”, agregaron.

Concluyeron planteando que “la tarea socioeducativa con infancias y adolescencias que se desarrollan inmersas en las más terribles formas de violencia y con la vida en riesgo es un desafío al que le ponemos el cuerpo cotidianamente, desde una institucionalidad que no resulta suficiente para contener los efectos de dichas formas de violencia”.

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