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La diplomacia del radiador

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Caracas ya no queda tan lejos de París.

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¿La caída de las temperaturas puede bastar para transfigurar la diplomacia francesa? El cambio de posición de París respecto de Caracas parece sugerirlo. Hasta hace unos pocos meses, el presidente francés, Emmanuel Macron, apoyaba la lógica de un derrocamiento del presidente venezolano, Nicolás Maduro, a quien calificaba de “dictador” (Le Point, 29 de agosto de 2017). Cuando en enero de 2019 un diputado de la oposición venezolana hasta entonces desconocido del gran público, Juan Guaidó, se valió de su elección como presidente de la Asamblea Nacional para autoproclamarse “presidente encargado” de su país, Francia se apresuró a reconocerlo, sumándose a Estados Unidos y otros 50 países. Pero en el terreno el injerto no prendió. La oposición venezolana se ha cansado de las extravagancias de Guaidó y de sus vínculos con grupos paramilitares de extrema derecha, que han empañado una imagen con pretensión de inmaculada. En enero de 2020, el “presidente interino” perdió la presidencia de la Asamblea Nacional ante otro miembro de la oposición, Luis Parra. Guaidó se vio entonces privado del argumento constitucional en el que se basó su intento de golpe parlamentario. Pese a ello, París lo recibió y le ratificó su respaldo.

Sin embargo, las sanciones impuestas a Moscú, el segundo mayor exportador de petróleo del mundo, han provocado que los precios de la energía se disparen, en especial en Europa, donde la desregulación del mercado eléctrico ha amplificado el fenómeno. Con el invierno a las puertas, el Viejo Continente teme tiritar.

Macron está cambiando su visión de Venezuela más rápido de lo que tarda una columna de mercurio en pasar de 20 a 10 grados Celsius. Olvidada la “dictadura” que se pretendía derrocar, Venezuela ha vuelto a ser percibida como ese país poseedor de las mayores reservas de petróleo del mundo al que conviene mimar. “Ilegítimo” hasta ayer, Maduro recuperó su condición de “presidente” en boca de su homólogo francés Macron el 7 de noviembre, en ocasión de la Conferencia de Sharm el-Sheikh sobre cambio climático. El canal de televisión Telesur, financiado en gran parte por Caracas, no perdió detalle del “afectuoso” apretón de manos que se dieron entonces el presidente venezolano y su crítico de antaño.

Sería sin embargo erróneo concluir que, a tono con las oscilaciones del mercurio, la diplomacia francesa ha recuperado cierto grado de autonomía respecto de Estados Unidos. De la misma manera que calcó de Washington su política hacia Caracas cuando apoyó a Guaidó, Francia está siguiendo ahora los pasos de Estados Unidos al intentar acceder al grifo del petróleo venezolano.

El 8 de marzo, el gobierno estadounidense decretó un embargo sobre el petróleo ruso. Una semana después, envió emisarios a Caracas en un esfuerzo por “compensar la pérdida de crudo ruso como resultado de las sanciones impuestas en respuesta a la invasión de Ucrania por parte de Moscú” (France 24, 18 de mayo). En junio, en la cumbre del G7, Macron afirmó, de manera repentina, que “el petróleo venezolano debería poder volver a verterse al mercado”.

En octubre, una delegación de la oposición venezolana viajó a Washington para explicar que no apoyaba a Guaidó ni a la lógica de las sanciones, rechazada por la población. La Casa Blanca filtró poco después su decisión de dejar de reconocer al presidente “interino”. Unos días más tarde, Macron escenificó su reunión con el “presidente” Maduro en Sharm el-Sheikh...

Resulta evidente que, incluso cuando es guiada por los cambios de temperatura, la diplomacia francesa regula sus exigencias en función de los convectores de la Casa Blanca.

Renaud Lambert, jefe de redacción adjunto, Le Monde diplomatique, París. Traducción: Daniel Gatti.

Punto uy

Eber da Rosa, exintendente de Tacuarembó, fue designado como embajador de Uruguay en Caracas, según anunció la prensa uruguaya (El Observador, 15 de noviembre), cubriendo un puesto vacante desde 2015. Ante la polémica que originó esta medida en la coalición gobernante, el presidente Luis Lacalle Pou, que no había invitado a su par venezolano Nicolás Maduro a su toma de mando en 2020, por considerarlo antidemocrático, reafirmó que lo sigue considerando un dictador (la diaria, 15 de noviembre). El oficialismo venezolano ironizó sobre esta postura. El vicepresidente del partido chavista, Diosdado Cabello, le preguntó desde la televisión de su país al mandatario uruguayo: “¿Quién le dio la orden a usted que nombrara un embajador? Porque la única manera de que se haga algo así es que le estén dando la orden, si no cree en lo que está haciendo”.

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