Ingresá

Oxidente

1 minuto de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago
Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

El catálogo de una muestra de artes visuales es un objeto que, cuando está bien logrado, adquiere autonomía. No es “sólo” la reproducción técnica “a lo Walter Benjamin” de lo irreproducible, que es la obra con su materialidad, sino que ensaya una mirada acerca de esa otra mirada, la del artista, que en muchas ocasiones resulta, a su vez, una mirada sobre el mundo. Sobre algún aspecto del mundo, acotemos, para no caer en el abismo de la exageración. Eso es lo que ocurre con el libro sobre Oxidente, de Martín Mendizábal. Se titula como la muestra, pero no es la muestra. Es, al mismo tiempo, más y menos que la muestra.

El color óxido que habita las piezas, que acá no se “experimentan”, sino que se reciben a través de una muy lograda reproducción, es la expresión plástica de una evocación. Ese eco de lo vivido por el artista durante su infancia y adolescencia en los terrenos que hoy ocupan un laboratorio científico (el LATU) y un shopping center (Portones) es vinculado por los textos del catálogo con otros ejercicios similares de sistematización de la memoria, que no se debe confundir con la nostalgia. Si la “cartografía de olores” de un perfumero ruso que trae a colación Héctor Solari, en su estudio sobre este trabajo Mendizábal, es una forma de llegar a mapear un momento histórico, este óxido es a su modo un catálogo de un tiempo ido. Personal, pero posible de solapar con el de otros.

Tan lejos va la tuerca tarkovskiana que lanza este stalker de sí mismo que es Mendizábal que, en el otro estudio del catálogo, Elena O’Neill asocia la técnica del artista, esas “fotografías de contacto”, como las llama metafóricamente, con otras impresiones metafísicas, no importa si reales o imaginarias. Habla, por ejemplo, del sudario de Turín y propone acercarse a esta contemporaneidad de lo recordado a partir de algunas ideas propias del Renacimiento. Se refiere a la teorización que se desprende del arte de Alberto Durero, quien planteaba que la belleza suele sostenerse en las esquinas donde se cruza con pulsiones que en apariencia le son ajenas.

Esas reflexiones, sintonizadas con las reproducciones de los trabajos de Mendizábal, independizan el catálogo y hacen que aquella muestra Oxidente que las maquinaciones de los analistas acompañaron hasta este 7 de setiembre en el Museo Blanes sea, a partir del 8 y en una inversión de términos, una evocación más para lo que este libro dice y muestra.

Oxidente. Varios autores. Museo Blanes, Montevideo, 2022. 95 páginas. 550 pesos.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura