Esta “historia oral de un colectivo de artistas visuales” pasa revista a un capítulo central en el arte contemporáneo uruguayo. Nucleados alrededor de la figura de Fernando López Lage, los integrantes del FAC buscaron, a la salida de la dictadura, caminos propios. Conectaron con la escena internacional sin conocerla del todo. Contestaron los aspectos más conservadores de la tradición visual del país a la vez que mantenían vasos comunicantes con las vanguardias. Asumieron su nombre a fines de 1999, jugando con la sonoridad de una palabra que hoy quiere decir Fundación de Arte Contemporáneo, pero que entonces sólo remitía al fuck del inglés (jódanse) como “una especie de grito contestatario al sistema del arte y al sistema que heredamos de una forma de hacer cultura impostada, formal y nada cuestionadora” (Patricia Bentancur dixit). Aquellos inicios se fortalecieron mediante puentes con otros actores, incluyendo algunos tan importantes como los que les unen con la colección Engelman-Ost.
El libro, que no es, ni por asomo, autocomplaciente, ofrece una robusta crónica de la cultura alternativa de los primeros años 2000. El recurso formal de barajar decenas de entrevistas (e hilarlas en capítulos temáticos en los que las voces de los protagonistas dialogan entre sí con breves intervenciones) le da una inusual agilidad. Al inicio, el “Pretexto” sitúa con precisión estilística el tipo de factura que presentará el autor antes de volverse invisible. Un trabajo de referencia y de atrapante lectura.
Gabriel Peveroni. Estuario; Montevideo, 2022. 471 páginas, 990 pesos.