Así como Quentin Tarantino volvió a poner sobre el tapete la discusión acerca de si hay o no que dejar propina (claro que sí) con su demoledora Perros de la calle (Reservoir Dogs, 1992), la llegada de Había una vez... en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood, 2019) también nos dejó un tópico de conversación. Aunque es uno que no debería generar muchas discusiones. Volvimos a hablar de Charles Manson. Ese ser del mal que periódicamente regresaba en algún programa del cable, en especial de esos canales dedicados en su totalidad a los crímenes (otro día podemos pensar qué dice eso de nosotros).
Manson, el de la esvástica en la frente, el del video en el que se lo ve comportándose como un loco. El responsable del asesinato de Sharon Tate en 1969, cuando ella estaba embarazada de ocho meses y medio (y en pareja con Roman Polanski). Un tipo pequeñito, capaz de convencer a otras personas de los actos más crueles.
Si algo bueno tuvo la película de Tarantino, fue ponerle rostro a la mencionada Tate, ya que al ser Manson (y sus monerías, y su esvástica) la única cara conocida en gran parte del mundo de los “Tate murders”, terminábamos deshumanizando demasiado a sus víctimas. Margot Robbie y sus pies, al menos, nos recordaron que no hay matanza sin matados. Dicho esto...
La vida de Charles
Está claro que personajes como Manson suelen fascinar al espectador. La muy recomendable serie Mindhunter (Netflix) nos pone del lado de aquellos que un día, hace relativamente poco tiempo, decidieron estudiar a los “asesinos seriales”, que ni siquiera se conocían por ese nombre. Algo difícil de creer en la era Investigation Discovery.
La serie sigue el trabajo (real) de los investigadores del FBI que entrevistaron a asesinos seriales capturados, con el fin de lograr meterse dentro de esas mentes tan particulares. En la segunda temporada apareció el mismísimo Charles, encarnado por Damon Herriman, el mismo que lo interpretó en Había una vez... en Hollywood, durante contados segundos. Porque lo que Tarantino quería mostrar era otra cosa.
Distinta intención tenían David Domínguez y Fabio Castro, dos creadores de historieta oriundos de Barcelona que crearon Charles Manson. Una biografía, novela gráfica (término elástico si los hay) que busca presentar algunos momentos de la vida de este criminal en forma sencilla, lista para la consumición de los curiosos.
Ese es, quizá, el mayor mérito de esta obra. El ahorro de sumergirse en páginas de Wikipedia para luego revisar los links originales y hacerse una idea de la vida de este ser humano. Ese es otro mérito de esta clase de narrativas: recordarnos que no se trata de un monstruo ni de un ser poseído por demonios, sino que la misma especie que tiene la capacidad de crear artefactos de aluminio que cruzan el océano, es capaz de las aberraciones más grandes.
Helter
El guionista David Domínguez no parece tener ganas de correr grandes riesgos. Esto queda bien claro desde un breve prólogo, en el que resume lo que se verá (y lo que no) en las páginas que le siguen. Y que cierra con una clara declaración de principios: “Todos los hechos que narramos están ampliamente documentados. No hemos inventado nada. Tampoco hemos encontrado explicaciones a lo sucedido. Eso os lo dejamos a vosotros, lectores”.
Domínguez (y Castro, por supuesto) se paran desde un lugar periodístico, disminuyendo las probabilidades de encontrar un “hecho artístico” en este libro. Se trata de un documental construido en base a recreaciones, en formato dibujado en lugar de con actores. Nada de Tarantino y mucho de Investigation Discovery.
La historia comienza con la llegada de la persona que descubrió los cuerpos en la residencia Polanski-Tate y luego va hacia atrás y hacia adelante, mostrando a Charles en diversos momentos de su vida, en especial desde la salida de prisión, en marzo de 1967, hasta los crímenes ocurridos dos años y medio después. Esa suerte de cuenta regresiva se hace un poco tediosa a la décima vez que leemos “X años antes de los asesinatos Tate-LaBianca. Charles Manson tiene X años”.
No hay intenciones de convertir a este ser en un personaje trágico, ya que incluso cuando se narran los abusos sufridos en su juventud, no hay otra cosa que la presentación de hechos, con diálogos cuya función es la de introducir más información (“no hemos inventado nada”). El enfoque más importante está en la creación de la “Familia Manson” y en segundo lugar su relación con la música, ya que sus creadores entienden que a Manson se lo comprende en relación con ella.
Hay, en definitiva, una intención de mostrar los episodios más importantes de la vida de este “deleznable sujeto” y un formato más amigable que la simple sucesión cronológica de escenas. No se le puede reprochar a Domínguez que cumpla a rajatabla lo prometido antes de contemplar la primera ilustración. No han inventado nada.
Skelter
Al tratarse de un producto del noveno arte, tan importante como la labor del guionista es la del dibujante. Y Castro puede, al menos, ser su propio director de fotografía en este documental.
Junto al “asistente de narrativa y color” (así se lo presenta en la página legal del libro) Héctor Márquez, Castro utiliza su trazo relajado, que por momentos coquetea con el dibujo humorístico y en otros, como la recreación de una entrevista televisiva de Manson, plasma su costado más realista.
Su mitad del trabajo también puede catalogarse de “amigable”, con diagramaciones de página muy claras tanto en las escenas de acción como en las numerosas conversaciones. En una rápida ojeada/hojeada, lo primero que salta a la vista es el color, siempre unos cuantos grados más intenso que en el mundo real.
La forma en que está presentada esta obra permite descubrir a un público objetivo, que podría tener en Charles Manson. Una biografía la puerta de entrada a libros más profundos sobre su vida (citados en la mismísima bibliografía), así como una puerta de entrada a historietas más complejas, más difíciles de seguir para quien no se ha sumergido lo suficiente en este mundo.
Alguien que ya haya consultado los libros y tenga más de una docena de cómics en su biblioteca probablemente se quede con gusto a poco.
Charles Manson. Una biografía. David Domínguez y Fabio Castro. Madrid, Random Comics, 2019. 128 páginas.