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Ilustración: Ramiro Alonso

Cuatro editoriales, cuatro caminos

7 minutos de lectura
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Godot, Fiordo, Alto Pogo y Blatt & Ríos: catálogos literarios para todos los gustos.

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Godot

El sello que dirigen Víctor Malumian y Hernán López Winne arrancó en 2008 publicando Doce pruebas de la inexistencia de dios, del anarquista francés Sébastien Faure. Malumian confiesa que a esta altura ya no recuerda cómo llegaron a ese libro, o por qué lo eligieron. Editan a un ritmo de entre 14 y 17 títulos al año y para febrero de 2023, cuando cumplan 15 años como editores, esperan llegar a los 200 libros. “Publicamos en torno a cuatro ejes: tecnología, sociedad, capitalismo y naturaleza”, cuenta Malumian, “libros que nos muestran otra forma de entender lo que nos rodea”.

Además de sus emprendimientos editoriales, de distribución y feriales, Malumian y López Winne emprendieron en la década pasada una investigación del panorama de las editoriales independientes a nivel regional, que culminó con la edición de Independientes, ¿de qué? Hablan los editores de América Latina (Fondo de Cultura Económica, 2016). “Es un libro que está pensado para entender todos los errores que se pueden cometer con una editorial que recién arranca”, lo resume Malumian.

Godot tiene en catálogo a varios autores argentinos (Edgardo Scott, Martín Kohan, María Alicia Gutiérrez, Karina Bidaseca y algunos otros), pero Malumian estima que 90% de los títulos son traducciones de autores extranjeros. Entre muchísimos más: Marcel Proust, Jean-Jacques Rousseau, Stefan Zweig, Stanislaw Lem, Henry David Thoreau, Slavoj Zizek, Michel Onfray y, claro, Samuel Beckett (aunque de momento no han incluido Esperando a Godot. Tal vez lo reservan para el número 200).

Fiordo

El sello Fiordo es codirigido por Salvador Cristofaro y Julia Ariza desde hace una década. “Parece naíf, pero la verdad es que surgió del placer por la lectura y los libros”, cuentan. “En su momento, antes de la editorial, hablábamos mucho de libros y sobre lo que leíamos. Había también un ambiente fértil para comenzar un proyecto editorial a nuestra escala. Lo ‘independiente’ empezaba a instalarse en el inconsciente colectivo con más fuerza. Y nos pareció que nuestro punto de vista lector, y la idea gráfica que teníamos en mente, podían sumar algo interesante al panorama general”.

El catálogo del sello está fuertemente dirigido hacia las traducciones, y es reflejo de los hábitos lectores de sus responsables: “Leemos más traducciones, aunque nos interesa la literatura en su conjunto. El punto de partida fue hacer sobre todo traducciones, pero desde el principio sabíamos que también queríamos publicar textos escritos en nuestra lengua. De todas maneras, las buenas traducciones siempre fueron bien acogidas por los libreros, y a nosotros nos interesa mucho trabajar con traductores dedicados e intervenir en las traducciones como si se tratara de inéditos en español. Hay un gusto adquirido por la traducción en nuestra formación lectora que es también estratégica”.

El batacazo más importante (y sorprendente) de la editorial llegó en 2016 con la edición de Stoner, de John Williams, una novela agridulce sobre la vida académica estadounidense, publicada originalmente en 1965 y que, superando las esperanzas más recónditas de sus editores, se convirtió en un éxito descomunal: al día de hoy lleva 15 ediciones y casi 20.000 ejemplares vendidos.

Más allá de Williams, el catálogo de Fiordo abunda en dos tipos de apuestas: seguras, con nombres sólidos y reconocibles (JG Ballard, Joyce Carol Oates o Joan Didion, por ejemplo) y arriesgadas, proponiendo autores de calidad que el lector deberá descubrir (Al Alvarez, Ian Sinclair, Richard Yates y muchos más). Para Cristofaro y Ariza, la apuesta por un gran porcentaje de material traducido es una ventaja de cara al público argentino: “Hay una atracción hacia lo que viene de afuera; el público local está muy abierto a sintonizarse con el exterior”.

Alto Pogo

Marcos Almada es director y fundador de Alto Pogo, pero lo suyo va por el lado de la diversificación y los quiosquitos simultáneos: “Alto Pogo es mi proyecto editorial, pero para que un proyecto editorial subsista en Argentina y en América Latina hace falta armar redes, gestionar un montón de cuestiones que tienen que ver con la distribución, con la venta en librerías, con el contacto con los libreros, que tienen que ver con la presencia en ferias, nacionales e internacionales. En ese sentido, Alto Pogo forma parte de La Coop, que es una cooperativa de editoriales independientes, que tiene una distribuidora propia que le da servicio a 16 sellos y que tiene una librería en Almagro especializada en editoriales independientes argentinas y latinoamericanas. Todo eso lo hacemos con un montón de personas, atender todos esos distintos ámbitos cooperativos, y además en esta época un editor tiene que ser un gestor cultural, así que también trabajamos en generar contenido para visibilizar nuestros productos, o sea los libros, pero también para visibilizar a los autores, intentar que puedan viajar a ferias, dar charlas, participar en talleres, y así también ampliar ese universo de lectores y lectoras”.

El catálogo de la editorial consta casi en su totalidad de autores argentinos, con algún agregado de Chile, México o Uruguay (Gustavo Espinosa con su primer libro, China es un frasco de fetos). Pocos nombres le resultarán conocidos a quien no esté familiarizado con la escena local (Dalmiro Sáenz o Miss Bolivia), lo cual es directo reflejo del ánimo con que se fundó la editorial: “Alto Pogo surgió en una mesa de amigos con los que íbamos mucho a lecturas, a bares donde se hacían actividades literarias. Ahí conocimos a muchos autores, incluso muchos que no estaban publicados y que nos parecían voces interesantes. Y a partir de ahí nació ese cosquilleo, esa pulsión por intentar visibilizar a los autores y autoras, lo que para una editorial independiente no es nada fácil. La idea fue publicar voces narrativas maduras y fuertes, que a uno lo interpelaran y le corrieran el eje. No nos interesa la literatura edulcorada, esa que se puede leer en una reposera en la playa, sino que nos interesa que el libro conmueva al lector, que lo modifique. Estamos muy orgullosos de nuestro catálogo, de los autores que nos han confiado sus textos, y así Alto Pogo intenta mover un poco la pachorra del lector o la lectora”.

Blatt & Ríos

Damián Ríos trabaja en el mundo editorial desde los años 90, cuando empezó a colaborar como editor de plaquetas de poesía. En 2002 fundó Interzona con Edgardo Russo, y aportó a autores como Cucurto o Dani Umpi. Ahí es que conoció a Mariano Blatt, su actual socio: “Blatt & Ríos surgió en 2010 publicando dos títulos, Yo era una mujer casada, de César Aira, y Los sueños no tienen copyright, de Cecilia Pavón. Con Mariano veníamos de trabajar en otra empresa que fundamos luego de que dejé Interzona y con la que nos dedicábamos a hacer trabajos editoriales para sellos multinacionales, hicimos coleccionables de psicología, de jazz, de historia de la filosofía. En 2010 nos planteamos crear una editorial para sacar de dos a cuatro libros por año, pero con el tiempo fue ganando espacio nuestra pasión y perdiendo espacio el trabajo de la otra empresa. Poco a poco empezamos a sacar libros que se distribuyeron bien, que vendieron bien, sumamos autores, empezamos a trabajar con Pablo Katchadjian, y dejamos de tener que mantener la editorial con el otro trabajo.

La base del catálogo del nuevo sello era casi por entero la literatura nacional: “El catálogo de Blatt & Ríos surge de la suma de dos bibliotecas, la de Mariano y la mía, que comparto con Guadalupe, mi pareja, y también de las recomendaciones que nos van haciendo. Tenemos un ojo puesto en la literatura argentina del siglo XX, ahí están Gandolfo, Fogwill, Aira, Hebe Uhart, y también en voces nuevas, que estén trabajando la literatura del presente. Tratamos de mantener ese equilibrio. Tenemos una discusión constante muy linda, hermosa, no sólo entre nosotros sino con mucha gente, autores del sello y de afuera, que es una discusión que mantenemos muy rigurosa, muy variada, y de ahí sale lo que queremos publicar y también lo que podemos. Hay autores que nos encantaría publicar pero no estamos en condiciones de llegar a ellos, no tenemos el capital o no podemos publicar a alguna gente porque tenemos un número limitado de libros para sacar al año”.

En 2017 ocurrió el gran cambio, y una de las movidas más sorprendentes de la historia editorial reciente: publicaron una traducción de uno de los autores más vendidos del mundo. “A Lee Child lo trajo Elvio Gandolfo”, recuerda Ríos. “Una de las partes que más me gusta de mi trabajo es sentarme a conversar con los autores, con Elvio, con Aira, en su momento con Fogwill. Y Elvio, que es un gran lector, fue el primero en hablar de Child en Buenos Aires, le pasó un libro a Aira que le gustó muchísimo y en una charla él me habló a mí, y quedé muy curioso por lo bien que lo comentaban ambos. Conseguí unos libros que circulaban en Buenos Aires, se los pasé a Mariano, a quien también le gustaron mucho, le pareció un muy buen autor, pero lo primero que me dijo es ‘Pero no está dentro de lo que hacemos’, y efectivamente era así. Pero bueno, sí está dentro de lo que hacemos, porque es un muy buen autor, son muy buenos textos, escribe como los dioses. Empezamos a evaluar, a ver cómo lo podíamos publicar, y finalmente salió la posibilidad de publicar Noche caliente, dos cuentos largos traducidos por Aldo Giacometti y con prólogo de Gandolfo, y fue muy bien, se vendió muy bien, y nos dio posibilidades de entrar a cadenas de librerías donde hasta entonces no llegábamos. Sabíamos que Lee Child estaba muy contento con nuestro trabajo, se hizo leer el libro por su biógrafa, que lee español perfecto, y le gustó que el libro se asociara al trabajo de la parte literaria que hacíamos nosotros. Entonces RBA perdía los derechos en español que tenía hasta ese momento y se hizo una puja, nos asociamos con Eterna Cadencia y entramos a la puja. y por decisión de Child se la ganamos a Penguin, a Planeta y a otros sellos mucho más grandes que nosotros. Y ahora ya estamos trabajando la quinta novela de él”.

Una movida tan desproporcionada, aunque enormemente beneficiosa, tiene su costo: “Tener a Lee Child en el catálogo es como tener otra editorial, con otra gráfica, con otro tipo de distribución, con otro acercamiento a los lectores, es un trabajo aparte dedicado a un autor de esta talla. Somos como dos sellos”.

O tal vez tres: “Child nos dio la posibilidad de entrar fuerte a España, donde vende muy bien, sobre todo en e-books. Y en España tenemos otro catálogo; no todo lo que publicamos acá lo sacamos allá, y allá sacamos cosas que acá no. Y adaptamos las traducciones de Child al español peninsular”.

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