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Vehículos militares rusos escoltan autobuses con militares ucranianos trasladados de la sitiada planta siderúrgica Azovstal en Mariupol, Ucrania, el 17 de mayo.

Foto: Alessandro Guerra, EFE

Cerca de 1.000 combatientes ucranianos, muchos de ellos de extrema derecha, fueron capturados por el ejército ruso

3 minutos de lectura
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El destino de los integrantes del ultraderechista Batallón Azov puede marcar un antes y un después en el conflicto debido al impacto que la decisión de Moscú podría tener.

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Leído por Andrés Alba.
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“Evacuación” es el término que oficialmente utilizan las autoridades ucranianas para calificar la rendición de los combatientes que desde hace semanas permanecían cercados por las fuerzas rusas en la planta siderúrgica Azovstal, el último foco de resistencia de Ucrania en la ciudad de Mariúpol, en el sureste del país. Su conquista definitiva era clave para Moscú, tanto por la importancia estratégica del lugar como por el hecho de haber conseguido una victoria en una guerra que parece estar en un momento de estancamiento, sin significativos avances que hagan ver el conflicto como cercano a su fin.

De acuerdo a lo que informaron desde la capital rusa, los efectivos ucranianos que estaban en Azovstal y fueron trasladados luego de su rendición en los últimos días a una vieja cárcel situada en la localidad de Olenikva, en la región de Donetsk, son aproximadamente 1.000.

Algunos de ellos, aproximadamente 30, heridos de gravedad, fueron transportados para ser atendidos en un hospital de la ciudad de Novoazovsk, en la República Popular de Donetsk.

De acuerdo a lo que expresó el miércoles la portavoz de la cancillería rusa, Maria Zajarova, Rusia brindará asistencia médica a los ucranianos heridos de acuerdo con las normas humanitarias internacionales.

“No importa quién sea la persona, si es un civil o un combatiente, y necesita recibir atención médica”, dijo la funcionaria del Kremlin. Pero más allá de esto no está nada claro qué sucederá con los combatientes ucranianos ahora en manos rusas, debido a que muchos de ellos son integrantes del Batallón Azov, una organización de inspiración neonazi con importante influencia en el Donbás.

Este miércoles fuentes rusas indicaban que todavía algunos comandantes de esta milicia permanecían dentro de la planta de Azovstal.

El mandatario de la República Popular de Donetsk, Denis Pushilin, afirmó que el futuro de estos combatientes se decidirá en un tribunal, de acuerdo a lo que consignó el portal ruso Sputnik.

“En cuanto a los crímenes de guerra, así como a los nacionalistas que depusieron las armas, su futuro debe decidirlo un tribunal”, dijo Pushilin, que fue citado por medios de la república separatista prorrusa que preside.

El destino de estos combatientes bien puede marcar todo un momento en el marco de este conflicto bélico que se encamina a los tres meses, cuando el 24 de febrero, día en el que comenzó la invasión rusa a territorio ucraniano, está cada vez más lejano, al igual que las posibilidades de una tregua en el corto plazo.

Dentro del conflicto y también en el marco judicial, el miércoles un tribunal de Kiev comenzó formalmente el primer juicio por crímenes de guerra contra un soldado ruso, un suboficial llamado Vadim Shishimarin, de 21 años, que es acusado de matar a un hombre de 62 años que estaba desarmado en los primeros días de la invasión en una pequeña aldea en la región de Sumi, en el noreste de Ucrania. Según informaron medios internacionales, Shishimarin admitió haber perpetrado el acto del que se lo acusa, y si es declarado culpable, podría ser condenado a cadena perpetua.

Zelenski pide prórroga de la ley marcial

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, pidió este miércoles al Parlamento la extensión de la ley marcial por otros 90 días.

Desde su entrada en vigor el 24 de febrero, el estado de guerra fue prorrogado dos veces, en ambos casos por un plazo de 30 días. En este caso, el pedido del presidente de que este período, en el que las garantías están limitadas, se extienda por tres meses es una clara señal de que Kiev espera una guerra larga, tal como había manifestado el lunes el ministro de Defensa ucraniano, Oleksei Reznikov, en un encuentro con sus homólogos de la Unión Europea.

Por otra parte, en un vano intento de traer algún tipo de solución a un conflicto que en los hechos lo excede completamente, llegando a cuestionar fuertemente el funcionamiento que tiene la entidad, el secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, instó al gobierno ruso a que libere las exportaciones de cereales ucranianos y a las potencias occidentales a que permitan el acceso a los fertilizantes rusos en los mercados mundiales para poder luchar eficazmente contra la crisis alimentaria mundial, que está afectando particularmente a algunos países africanos y asiáticos.

“Rusia debe permitir la exportación segura de cereales almacenados en los puertos ucranianos”, dijo el funcionario lusitano, de acuerdo a lo que consignó la cadena catarí Al Jazeera.

Guterres dijo que “se pueden explorar” vías de “transporte alternativas” para la salida marítima de los cereales que se almacenan, en particular, en los silos de la ciudad de Odesa -el principal puerto de Ucrania-, que ha padecido varios bombardeos rusos en los últimos días. Al mismo tiempo, Guterres reclamó que “los alimentos y los fertilizantes rusos deben tener acceso completo y sin restricciones a los mercados mundiales”.

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