En pleno combate por el control territorial de Ucrania, las autoridades electorales rusas dispusieron que los óblasts de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, regiones ucranianas que se encuentran ocupadas desde el año pasado, sean parte de las elecciones regionales y municipales que celebrarán en Rusia el 10 de setiembre. Así, a las 85 regiones rusas que eligen autoridades locales se suman los cuatro territorios que fueron anexionados por las tropas de Moscú en setiembre del año pasado en el marco del conflicto.
Esa anexión fue dispuesta tras un referéndum que fue convocado bajo la ocupación rusa, que no cuenta prácticamente con reconocimiento internacional alguno. Desde entonces gobiernan esas cuatro regiones autoridades interinas designadas por Rusia.
La presidenta de la comisión electoral rusa, Ella Pamfílova, dijo que la decisión de habilitar la votación se adoptó después de que llegaran “propuestas” respecto de las autoridades de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, y luego de “consultas” con el Ministerio de Defensa y el Servicio Federal de Seguridad, informaron las agencias Efe y Europa Press. Ante esas consultas, dijo Pamfílova, “la postura es muy clara: las elecciones pueden celebrarse”. “Las elecciones en las nuevas entidades constitutivas de la Federación Rusa se llevarán a cabo en un solo día de votación el 10 de setiembre de 2023”, agregó.
Para habilitar estos comicios, el Parlamento ruso aprobó recientemente una ley que permite celebrar referéndums y elecciones en zonas en las que rige la ley marcial, como ocurre en estos cuatro territorios desde octubre.
Pese a su anexión a Rusia, el control territorial de las cuatro regiones sigue en disputa en el campo de batalla. Según informó Efe, Rusia controla casi la totalidad de Lugansk, pero en las otras tres provincias se encuentra más lejos de dominar por completo el territorio. En Donetsk, controla algo más de la mitad, en Zaporiyia cerca de 80% y en Jersón sólo un tercio.
Desde el comienzo de la contraofensiva ucraniana, que según Rusia comenzó el 4 de junio, las fuerzas de Kiev centraron sus ataques en Donetsk y Zaporiyia. Este jueves, las fuerzas ucranianas avanzaron entre 650 y 1.500 metros en la provincia de Zaporiyia, donde intentan hacer retroceder a las defensas rusas hacia el puerto de Mariúpol, actualmente ocupado. El coronel Mikola Urshalovich, de la Guardia Nacional de Ucrania, dijo a la agencia Ukrinform que los avances tuvieron lugar “pese a la densidad significativa” de las minas colocadas por las tropas rusas para frenar la ofensiva ucraniana, y en medio del “intenso fuego de artillería”. De acuerdo con las autoridades de Ucrania, las fuerzas de ese país recuperaron el control de siete localidades y de un centenar de kilómetros cuadrados que estaban ocupados por Rusia.
Por otra parte, Ucrania denuncia que Rusia obliga a los residentes de estas regiones anexionadas a aceptar un pasaporte ruso. Según las autoridades prorrusas locales, hasta fines de marzo se habían entregado más de 1,2 millones de pasaportes en estos territorios.
El OIEA inspeccionó la central de Zaporiyia
Según anunció Alexéi Lijachev, el jefe de la empresa nuclear estatal rusa, Rosatom, el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el argentino Rafael Grossi, pudo inspeccionar el jueves la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, y verificar las condiciones de seguridad de sus instalaciones.
“Grossi inspeccionó y comprobó que su personal garantiza la plena seguridad de la planta incluso tras el bombardeo ucraniano [de la represa de Kajovka]”, dijo durante el Foro Económico de San Petersburgo. Ucrania y Rusia se acusan mutuamente por el bombardeo lanzado el 6 de junio a esa represa, que es necesaria para el funcionamiento de la central. Los daños que dejó ese ataque causaron que se redujera el nivel de agua del embalse, la cual se requiere para el enfriamiento de la planta nuclear.
Más tarde, Grossi afirmó que la situación de la planta de Zaporiyia es seria pero estable. Dijo que hay suficiente agua para enfriar la central nuclear, pero que por el momento no se necesitan medidas adicionales, y que el OIEA seguirá vigilando la situación. “Por un lado, la situación es grave, hay consecuencias y son reales. Por otro lado, se han tomado una serie de medidas para estabilizar la situación”, dijo Grossi a Interfax.
Tiempo atrás, Grossi presentó una serie de principios que deben respetar tanto Rusia como Ucrania para garantizar la seguridad de la planta pese a la guerra y que consiste en no lanzar ningún tipo de ataque contra la central, no utilizarla para almacenar armas o tropas, no poner en riesgo el suministro eléctrico, y proteger todas sus estructuras y sistemas.