Los bombardeos y la ofensiva terrestre de Israel en Líbano dejaron 2.000 muertos desde que comenzaron las hostilidades, y causaron el desplazamiento de 1,2 millones de personas. La mayoría de los desplazados se encuentra dentro del país, pero otros huyeron de sus hogares en avión o cruzaron la frontera con Siria por el paso de Masnaa. Según la Organización Internacional para las Migraciones, por allí huyeron de los ataques 235.000 personas, más de 82.000 libaneses y 152.000 sirios.
Esa vía fue bloqueada el viernes, cuando ataques israelíes impactaron en la carretera que une Beirut con Damasco. “Los aviones de combate del enemigo atacaron el área de Masnaa, lo que provocó que la carretera internacional quedara cortada”, informó la Agencia Nacional de Noticias del Líbano, al tiempo que la televisión local mostraba la destrucción que sufrió el lugar.
Además de un camino para que los desplazados se pusieran a salvo, esa era la única vía de abastecimiento terrestre para Líbano, señaló la agencia de noticias Efe. A su vez, el Aeropuerto Internacional Rafic Hariri de Beirut, el único que está operativo en el país, ha sufrido ataques en sus cercanías.
“El bombardeo por parte de Israel de la frontera entre el Líbano y Siria esta madrugada es absolutamente inaceptable. Esta es una ruta que están usando miles de sirios y libaneses para escapar del bombardeo en Líbano. Felizmente no ha habido víctimas civiles esta vez”, dijo a la agencia española el representante en Siria de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Gonzalo Vargas Llosa.
“Han destruido la carretera, así que los que quieren cruzar a Siria ahora lo tienen que hacer a pie, y estamos hablando de cinco kilómetros”, agregó. Según el funcionario, las personas que transitaban cerca del lugar del bombardeo, entre ellas niños, “estaban aterradas”.
En un comunicado, Acnur manifestó su preocupación por las consecuencias de este ataque. Confirmó que el paso entre Líbano y Siria permanecía cerrado, aunque aclaró que seguirán abiertos otros cuatro cruces oficiales en los que está presente personal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la Media Luna Roja.
A su vez, el ejército israelí informó que en la zona de Masnaa había destruido un túnel subterráneo utilizado por milicianos de Hezbolá para el ingreso de armas a Líbano. También anunció el viernes la muerte del jefe del sistema de comunicaciones de Hezbolá, Muhamad Rashid Sakafi, en un bombardeo en la capital libanesa, Beirut.
“Hezbolá se está llevando golpes muy duros, uno tras otro. Hemos eliminado a su líder, Hasán Nasralá, y tenemos más sorpresas en la manga, algunas de las cuales ya hemos dado, otras de las cuales vamos a dar”, dijo el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant. Afirmó que el ejército seguirá atacando “donde haga falta” para “destruir toda la infraestructura que Hezbolá emplea para lanzar sus ataques” contra Israel.
Los enfrentamientos entre las dos partes comenzaron hace un año, cuando Israel respondió con bombardeos sobre Gaza a los ataques del movimiento palestino Hamas que dejaron 1.200 muertos y 250 secuestrados, el 7 de octubre de 2023. Desde entonces, Hezbolá ha apoyado a Hamas con el lanzamiento de cohetes en el norte israelí, que causaron el desplazamiento de unos 60.000 habitantes de esa zona.
Pero en las últimas dos semanas, Israel puso el foco de sus ataques en el sur de Líbano, invadió parte de ese territorio y también tomó como blancos otras localidades, e incluso edificios de Beirut en los que argumentó que se encontraban jefes de Hezbolá.
El viernes ordenó la evacuación inmediata de 36 aldeas del sur de Líbano y dispuso que sus habitantes se dirigieran hacia el río Awali, 50 kilómetros hacia el norte. Antes, en la madrugada, había bombardeado diversos puntos del área metropolitana de la capital.
Las ofensivas en el sur y en Beirut obligaron a evacuar cinco hospitales. La situación en centros como el hospital gubernamental Meiss al Jabal, que por los ataques carece de suministros y de electricidad, recuerda a la devastación que sufrieron instalaciones de salud en la Franja de Gaza.
Allí, esta ofensiva, que ya lleva casi un año, dejó 41.800 muertos, además de otros miles que se presume que fueron sepultados bajo los escombros de edificios derruidos y casi 97.000 heridos. Se estima que una cuarta parte de quienes sufrieron heridas tendrá secuelas por el resto de sus vidas. La Organización Mundial de la Salud informó el viernes que cerca de 6% de la población de la Franja de Gaza murió o fue herida en estos 12 meses.
Un comunicado de Médicos Sin Fronteras (MSF) afirma que esa organización “atiende a diario a pacientes con heridas causadas por bombardeos masivos. Hay personas con quemaduras extensas, huesos aplastados y que han sufrido desmembramientos”. Más del 80% de las heridas están relacionadas con bombardeos, agrega.
“Los bombardeos israelíes sobre zonas densamente pobladas han causado repetidamente heridos a gran escala. Nuestros equipos se han visto obligados a realizar intervenciones quirúrgicas sin anestesia, a presenciar la muerte de niños en las plantas de los hospitales por falta de recursos e incluso a tratar a sus propios colegas y familiares”, dijo la doctora Amber Alayyan, responsable del programa médico de MSF. “Mientras tanto, el sistema sanitario de Gaza ha sido sistemáticamente desmantelado por las fuerzas israelíes”, agregó.
En el último año, recordó el comunicado, la población de la Franja de Gaza “se ha visto desplazada en repetidas ocasiones y obligada a ocupar zonas cada vez más pequeñas bajo bombardeos y condiciones cada vez más inhumanas”.
Mientras se agrava la situación en Gaza y Líbano, el jueves también fue atacada la ciudad palestina de Tulkarem, en Cisjordania. El blanco fue una cafetería y tuvo como consecuencia la muerte de 18 personas.
Israel comunicó que este ataque tenía como objetivo a un comandante de Hamas, Zahi Yaser Abdelrazaq Ufi, que murió junto a otros siete “terroristas” y que planeaba atentados por el aniversario del 7 de octubre.
El alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU señaló que “la mayoría de los muertos” en este ataque en Tulkarem “no estaban armados ni eran buscados por las fuerzas israelíes y fueron asesinados en sus casas o mientras paseaban por la calle”, y que “entre los asesinados se encontraba una familia entera de cinco miembros, incluidos dos niños, que vivían en el edificio atacado”.
En un comunicado, pidió “una investigación exhaustiva, rápida, independiente y transparente” sobre estas acciones para que “los autores de violaciones” contra los derechos humanos “rindan cuentas”. Señaló que “este incidente es otro ejemplo claro del recurso sistemático de las fuerzas israelíes a la fuerza letal en Cisjordania, que con frecuencia es innecesario, desproporcionado y, por tanto, ilegal”.