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Indígenas yanomami.

Foto: Michael Dantas, AFP

Cómo la ideología de los militares moldeó la Amazonia de hoy

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Autores de la doctrina del Ejército sobre la región ven a los indígenas como “extranjeros”

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Había una amenaza casi de gánster en la respuesta del coronel retirado del Ejército Gélio Augusto Barbosa Fregapani cuando un periodista le preguntó por un ataque a nueve indígenas en el estado de Roraima. El militar rebatió ferozmente las acusaciones de que organizó la resistencia de los agricultores locales a lo que se convertiría en el Territorio Indígena Raposa Serra do Sol, pero luego se jactó de que habría ido más lejos si hubiera estado realmente al mando.

“Un solo policía federal allí. Y quien lo afirmó estaría muerto. Esa gente no puede competir conmigo”, afirmó el coronel a un periodista en una entrevista al periódico Folha de São Paulo en 2008, después de que la Policía Federal informase de indicios de que el coronel había ayudado a elaborar una estrategia de resistencia para evitar que los grandes terratenientes fueran expulsados del territorio. Fregapani, que entonces tenía 72 años, fue aún más lejos con una amenaza: “Cuando la región se declare independiente, entonces sí voy a hacer guerrillas”.

La demarcación continua de Raposa Serra do Sol –lo que finalmente sucedió– significaba, según la visión del militar, convertirla en “una región independiente” por el hecho de estar en la frontera con Venezuela. Raposa Serra do Sol es el territorio tradicional de los pueblos Ingarikó, Macuxi, Patamona, Taurepang y Wapichana. Allí, más de 26.000 indígenas viven según sus tradiciones culturales en un área de 1,75 millones de hectáreas, algo así como 11 veces el tamaño de la ciudad de San Pablo. Muy bien conservada, la tierra indígena ayuda a la selva amazónica a cumplir su rol urgente de ayudar a sostener el cielo, a mantener el cada vez más frágil equilibrio climático del planeta.

Sin embargo, según la opinión mayoritaria de los militares brasileños, Raposa Serra do Sol ataca la soberanía nacional. “Todo señala que los problemas ambientales e indigenistas son sólo pretextos. Que las principales ONG son, en realidad, piezas del gran juego en el que participan los países hegemónicos para mantener y ampliar su dominación”. Este fragmento no salió de la boca de Aldo Rebelo ni de ningún otro teórico de la conspiración de una red social. Está en un informe de inteligencia de 2005, avalado por la Agencia Brasileña de Inteligencia. Lo firma el mismo Fregapani y aterrizó en las páginas de otro importante periódico brasileño, O Estado de São Paulo, que en 2005 lo publicó diciendo que la demarcación de Tierras Indígenas “podría generar conflicto con las Fuerzas Armadas”.

La Agencia de Inteligencia (Abin) de 2024 reniega de él. Usando la Ley de Acceso a la Información, Sumaúma le pidió a la agencia todos los informes de inteligencia que se produjeron sobre Raposa Serra do Sol en 2005. El de Fregapani no forma parte del lote enviado. “El supuesto informe no figura entre los documentos de inteligencia producidos por la Agencia en 2005 sobre el tema de la demarcación de la Tierra Indígena Raposa Serra do Sol”, contestó Abin, esta vez a través de su oficina de prensa. “La agencia aclara que la mera mención del hecho de que había sido firmado es una prueba, en sí misma, de que ese documento, si existe, no es un documento producido por Abin. Esto se debe a que no es (ni lo era en ese momento) el estándar de la producción de inteligencia de la agencia”.

Un comunicado de prensa de la propia Abin, de 2005, sin embargo, trae otra información: “El citado documento fue elaborado por el Grupo de Trabajo de la Amazonia [el GTAM], un colegiado informal compuesto por miembros de la Abin y de órganos de Inteligencia de las Fuerzas Armadas y del Departamento de la Policía Federal, que trabaja con el propósito de sistematizar las actividades de inteligencia en la región y nivelar los conocimientos”. La nota, archivada en la página del Instituto Socioambiental, dice también que el informe es “fruto del consenso de los miembros del Grupo de Trabajo de la Amazonia, aborda, entre otros temas, la Tierra Indígena Raposa Serra do Sol y está firmado por su coordinador y representante de Abin, Gélio Fregapani”.

Además de ser oficial de carrera del Ejército, Fregapani formaba parte de la “comunidad de informaciones”, como suelen decir sus participantes. La Agencia se negó a revelar, a través de la Ley de Acceso a la Información o de la oficina de prensa, si el coronel formó parte de su plantilla. Pero el mismo Fregapani informa, en un perfil de red social, que trabajó en la Abin entre 1996 y 2007, es decir, hasta un año antes de que se lo señalara como sospechoso de armar a una guerrilla antiindígena. Es más, fue incluso superintendente regional de la agencia en Roraima.

El caso de Gélio Fregapani es extremo, pero ejemplar de cómo una visión profundamente ideológica sobre la Amazonia se ha arraigado en las Fuerzas Armadas brasileñas, particularmente en el Ejército, políticamente la más grande e influyente de ellas. Esta visión está en el origen de iniciativas como el Programa de Integración Nacional de la dictadura empresarial-militar de 1964 a 1985, que masacró a indígenas para abrir carreteras y llevar “a hombres sin tierra a tierras sin hombres”. Lo que también generó una ocupación destructiva y empobrecedora de la región, visible en ciudades como Altamira, Medicilândia, Itaituba y Novo Progresso, en el estado de Pará. Además, forma parte del conjunto de hechos que llevaron a los militares a conspirar para el impeachment de Dilma Rousseff en 2016. Esta ideología también es constitutiva de los generales que fueron influyentes en el gobierno del extremista de derecha Jair Bolsonaro (Partido Liberal). Y, por último, se manifiesta en la patente mala voluntad con que las Fuerzas Armadas se implican en la lucha contra el genocidio yanomami.

Para entender cómo surgió esta ideología y cómo se infiltró en el pensamiento militar, hay que remontarse a la década de 1950.

En el corazón del general Villas Bôas

Natural del estado de Amazonas, Arthur Cézar Ferreira Reis ya era un veterano en la política –había participado en la Revolución de 1930 y en los gobiernos conservadores del presidente Eurico Gaspar Dutra (entre 1946 y 1947) y del gobernador de San Pablo, Ademar de Barros (1948)– cuando Getúlio Vargas lo llamó, en 1951, para integrar el grupo que luego crearía la Superintendencia del Plan de Valorización Económica de la Amazonia. Comandó el organismo entre 1953 y 1955, año en el que salió para dirigir el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia, también estatal.

La gran obsesión de Reis, sin embargo, era denunciar lo que llamaba el “intento de internacionalizar la selva amazónica”. Sobre eso trata uno de los varios libros que escribió, A Amazônia e a cobiça internacional (en traducción libre: “La Amazonia y la codicia internacional", sin edición en español). El probable punto de partida para la decisión de escribirlo fue un evento de 13 años antes, en 1947: el intento de crear un organismo multinacional que se llamaría Instituto Internacional de la Hilea Amazónica. Apoyado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), iba a ser un centro de investigación, con sede en Manaos, en áreas como botánica y zoología, en el que participarían países y territorios que componían la Amazonia: Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Francia (Guayana Francesa), Reino Unido (Guyana) y Holanda (Surinam). Se llegó a firmar un acuerdo, la Convención de Iquitos, en 1948, pero el Instituto nunca llegó a existir debido a la oposición nacionalista en varios de estos países, incluido Brasil.

“En Europa se recibió la Convención como una oportunidad para la ampliación de capitales y de poblaciones. Esta es la información que tenemos”, escribe Arthur Reis en su libro. “Se está considerando la Amazonia como un espacio abierto ideal para recibir excedentes poblacionales [...], producir los alimentos de los que carecen estas multitudes azotadas por un hambre implacable y mortal y para producir la materia prima vegetal, animal y mineral de la que carecen los grandes parques industriales del mundo”, vaticina el texto. Irónicamente, la producción de materias primas es hoy una actividad ampliamente explotada por ganaderos, cultivadores de soja y grandes empresas mineras transnacionales, cuya llegada a la región fue alentada por la dictadura.

La conclusión de Reis es apocalíptica: “La Amazonia está en la mira de organismos internacionales, que la ven como el espacio disponible del futuro. Esta es una verdad indiscutible. No me vengan a referirse a otras regiones del mundo que también se pueden ocupar todavía. Son mucho más pequeñas y pertenecen a países donde no se puede proceder con la osadía porque [Reis parece haber querido decir con la que] se pretende hacer en relación con Brasil”. El libro causó impacto: tuvo cinco ediciones entre 1960 y 1982.

Se puede suponer que la visión de Reis sobre la Amazonia haya tenido influencia sobre el general Castello Branco –el primer dictador militar después del golpe de 1964– al elegirlo para gobernar el estado de Amazonas. La dictadura había destituido al predecesor de Reis, un político afiliado al Partido Democrático Laborista, el mismo partido que el presidente derrocado João Goulart.

Es indudable que la obra de Reis sigue siendo popular entre los militares muy influyentes. El general Eduardo Villas Bôas, que comandó el Ejército entre 2015 y 2019 y fue decisivo en episodios recientes de la vida pública brasileña, creó un instituto con su propio nombre después de tener que retirarse. Uno de los proyectos que promete llevar a cabo “próximamente” es una reedición del libro A Amazônia e a cobiça internacional en una colección intitulada “Pensadores do Brasil” (que no se publicó en español).

A partir de 2021, el Instituto Villas Bôas organizó seminarios para discutir sobre Brasil, en los que la Amazonia era un tema constante, que reunían a conocidos representantes del negacionismo climático brasileño. Incluye a Aldo Rebelo, quien irónicamente fue ministro de Defensa de Dilma Rousseff entre 2015 y 2016, época en la que era afiliado al Partido Comunista de Brasil; que actualmente está en el conservador Movimiento Democrático Brasileño y que intentó ser candidato a vicealcalde por la fórmula de Jair Bolsonaro en San Pablo. También al meteorólogo Luiz Carlos Molion y al entonces jefe de Embrapa Territorial [de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria], Evaristo Miranda, quienes se convirtieron en dos de los científicos predilectos de la extrema derecha y de los terratenientes brasileños porque niegan todas las evidencias de que vivimos una emergencia climática. Sigue con Ricardo Salles, en ese entonces exministro de Medio Ambiente de Bolsonaro, y con el general Augusto Heleno. Hablaron en simposios mediados por el periodista Alexandre Garcia, excomentarista del canal TV Globo, exasesor de João Figueiredo, el último de los dictadores militares, y actualmente columnista de portales de extrema derecha que difunden noticias y desinformación.

Al final de uno de los eventos, Villas Bôas publicó un mensaje de cierre: “Amigos y amigas que sufren con nosotros la indignación de ver cómo saquean nuestro país –el gran triunfo que disfrutan el ambientalismo y el indigenismo–, y la desinformación deshonestamente ampliada por la difusión de falsedades y distorsiones. Nuestro propósito es restringir este universo de desinformación. Nuestros ponentes, libres de ideologías, se respaldan en fundamentos científicos o en el conocimiento de la realidad, factores a los que la opinión pública no tiene acceso”.

Sumaúma le pidió a Villas Bôas, a través de mensajes enviados al correo electrónico del instituto que lleva su nombre y a su teléfono celular, que actualmente atienden su esposa y sus hijas, un comentario al respecto. No hubo respuesta. Las llamadas a su celular y al teléfono fijo que figuran en la página del instituto no fueron atendidas.

Sumaúma también intentó comunicarse con Augusto Heleno. Un exasesor suyo del Gabinete de Seguridad Institucional dijo que el general “no está concediendo entrevistas”. Le pedimos que le enviara algunas preguntas a Heleno y escuchamos que “lo intentaría”. Un teléfono celular y una dirección de correo electrónico antigua, a los que llamamos y enviamos mensajes, ya no están activos.

Líneas de continuidad

João Roberto Martins Filho, docente titular sénior de la Universidad Federal de São Carlos, es uno de los investigadores académicos brasileños más antiguos en los estudios sobre las Fuerzas Armadas. A Sumaúma le dijo que la visión sobre la Amazonia es un punto de cohesión entre los militares brasileños. “La idea de proteger la Amazonía [de la ambición extranjera] es uno de los grandes factores de unión de la ideología del Ejército. Esto viene de los años 1950, se hizo muy fuerte en los años 1960 y 1970, durante la dictadura”, afirma Martins Filho.

“La visión de mundo de los militares sobre los indígenas y la Amazonia no ha cambiado desde la dictadura. Y se ve que tiene un punto de inflexión, que es la demarcación de la Tierra Indígena Raposa Serra do Sol”, afirma Adriana Marques, docente del Instituto de Relaciones Internacionales y Defensa de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Una versión más extensa de este artículo fue publicada originalmente en Sumaúma.

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