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La candidata presidencial demócrata, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, después de hablar durante un evento en el Cobb Energy Performing Arts Center, el 20 de setiembre, en Atlanta, Georgia.

Foto: Joe Raedle, Getty Images, Afp

Donald Trump y Kamala Harris se enfocan en la reactivación industrial, la migración y su visión de los derechos de las mujeres

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Empatados, los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos recorren a su modo los mismos temas de campaña.

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Leído por Mathías Buela.
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El llamado “cinturón de óxido”, una zona del este de Estados Unidos marcada por el declive de la actividad industrial, es clave para ganar las elecciones del 5 de noviembre. Allí se encuentran Wisconsin, Michigan y Pensilvania, tres de los siete estados bisagra o estados indecisos, donde la votación podría volcarse hacia cualquiera de los dos principales candidatos a la presidencia. En el sistema electoral estadounidense, ganar en un estado implica, casi siempre, quedarse con todos sus representantes en el Colegio Electoral, de 538 miembros, que es el que elige al presidente.

El discurso de Donald Trump apunta en especial a los trabajadores de esas zonas, a los que les promete que las fábricas de Estados Unidos recuperarán el terreno ganado por China. El martes, en un acto de campaña en el estado de Georgia, el candidato del Partido Republicano prometió un plan para el “renacimiento de la industria manufacturera” que incluya reducción de impuestos y que termine con “esta horrible pesadilla para los trabajadores estadounidenses”. Aunque no integra el cinturón de óxido, Georgia, junto con Arizona, Nevada y Carolina del Norte, completa la lista de estados bisagra.

En ese acto, en la ciudad de Savannah, Trump advirtió que China planea construir fábricas automotrices en México, y afirmó que si es presidente gravará con un arancel de 100% o 200% a todos los vehículos que se fabriquen allí. También prometió eliminar normas que apuntan a limitar el uso de combustible fósil y dijo que reducirá el costo de la energía en los hogares.

Al día siguiente, en Pittsburgh, Pensilvania, la candidata por el Partido Demócrata, Kamala Harris, también presentó sus planes para que la industria manufacturera estadounidense llegue al “liderazgo global”. Prometió inversiones en energía limpia, industria aeroespacial, computación e inteligencia artificial, y dijo que fortalecerá a las “ciudades industriales”.

“Debemos asegurarnos de que Estados Unidos, no China, lidere la competencia en el siglo XXI”, dijo Harris. “Mientras Trump constantemente fue manipulado por China, yo nunca dudaré en tomar medidas rápidas y firmes cuando China socave las reglas del juego a costa de nuestros trabajadores, nuestras comunidades y nuestras empresas”, agregó.

La actual vicepresidenta dijo a los trabajadores que su rival cree que la “economía funciona mejor si beneficia a los propietarios de los grandes rascacielos, no si beneficia a quienes los construyen, a quienes ponen los cables y limpian los suelos”. Prometió un bono para quienes compren su primera vivienda, un crédito por hijo y reducciones de impuestos para las nuevas pequeñas empresas y para más de 100 millones de hogares de clase media y baja.

Zelenski en la campaña

Un día después, Harris se reunió con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y criticó las posturas de Trump frente a la invasión de ese país por parte de Rusia. “Continuaré apoyando a Ucrania y trabajaré para asegurar que Ucrania prevalezca en esta guerra, para que el país esté seguro, protegido y sea próspero”.

“Hay algunos en mi país que si pudieran forzarían a Ucrania a ceder grandes partes de su territorio soberano, que harían que Ucrania aceptase declararse neutral y que forzarían a Ucrania a renunciar a sus relaciones de seguridad con otras naciones”, dijo en referencia a la posición de Trump. “Estas propuestas son las mismas que las de [el presidente ruso, Vladimir] Putin. Y seamos claros, no son propuestas de paz. Son propuestas de rendición, lo cual es peligroso e inaceptable”, dijo. Para Harris, “Estados Unidos no puede y no debe aislarse del resto del mundo”.

Mientras tanto, en Carolina del Norte, Trump cuestionó que Estados Unidos siga destinando “miles de millones de dólares a un hombre [Zelenski] que se niega a llegar a un acuerdo” para terminar la guerra con Rusia. Sin embargo, después anunció que el viernes recibiría a Zelenski, a pedido del presidente ucraniano, en la Torre Trump de Nueva York.

“Es una vergüenza lo que está pasando en Ucrania. Tantas muertes, tanta destrucción, es un horror”, dijo. A continuación, cuestionó que “Europa sólo paga una fracción del dinero que Estados Unidos” aporta a Ucrania, y consideró que el bloque debería “pagar más”.

Trump como “protector” de las mujeres

Una encuesta de la empresa SSRS para la cadena CNN concluyó que 48% de los votantes apoya a Harris y 47%, a Trump, y son varios los sondeos que muestran una competencia pareja entre los dos candidatos. El de CNN también midió cómo el género de los votantes incide en sus preferencias. Entre las mujeres que dicen ser independientes de los partidos políticos, el voto a Harris trepa a 51% y el voto a Trump cae a 36%. Mientras tanto, 47% de los hombres que se declaran independientes manifiesta su intención de votar al republicano y 40%, a la demócrata. También se inclinan por Trump 58% de los hombres blancos, de los cuales sólo 35% opta por Harris. Las mujeres blancas también prefieren al candidato republicano, pero en este caso los porcentajes son más parejos: 50% a 47%.

Según el sondeo, Harris lleva ventaja entre los votantes afrodescendientes (79% a 16%) y latinos (59% a 40%). Sin embargo, la campaña de Trump confía en que los estadounidenses de origen latinoamericano “son cada vez más republicanos”. El responsable de las encuestas de la campaña de Trump, Tony Fabrizio, dijo a la agencia Efe que la ventaja de los demócratas en esta población se ha reducido progresivamente en las últimas elecciones, y agregó: “Los hispanos están pasando de convertirse en católicos a convertirse en cristianos evangélicos, y con ello están cambiando de ser demócratas a republicanos”.

En cuanto a los derechos de las mujeres, un tema clave en esta campaña es el acceso al aborto. Para Trump, la regulación de la interrupción del embarazo debe quedar en manos de los estados. Así ocurre desde que quedó sin efecto el fallo Roe versus Wade, y el aborto ha sido ilegalizado en muchos de los territorios gobernados por los republicanos.

A pesar de esta posición, y de que enfrentó una acusación de abuso sexual contra la escritora E. Jean Carroll, que también lo acusó de difamarla después de que lo denunció, Trump dijo en un acto en Pensilvania que quiere ser el “protector” de las mujeres. Afirmó que, con sus políticas en materia de migración y economía, las mujeres estarán más seguras. Tanto así que “ya no pensarán en el aborto” debido a lo “felices, sanas, confiadas y libres” que estarán.

Harris, en cambio, promete impulsar una ley federal que garantice a las mujeres de todos los estados la posibilidad de interrumpir un embarazo no deseado.

Perros y gatos de Springfield

En el único debate que mantuvieron Harris y Trump, el candidato republicano dijo que los inmigrantes haitianos se están comiendo a los perros y los gatos de los vecinos de la ciudad de Springfield, en Ohio. Esas afirmaciones, que según señaló uno de los moderadores del debate son falsas, fueron respaldadas después por su compañero de fórmula, JD Vance.

La organización Haitian Bridge Alliance anunció esa semana que presentó una queja legal para que se procese a los dos dirigentes por “vilipendiar y amenazar” a la comunidad haitiana de Springfield, que tiene más de 10.000 integrantes, y afectar a todos los migrantes provenientes de Haití que se encuentran en Estados Unidos.

Durante esta campaña, Trump ha prometido la mayor deportación de migrantes de la historia y retirarles a los hijos de inmigrantes indocumentados el derecho a la nacionalidad estadounidense, aunque hayan nacido en el país. Por su parte, Harris rechaza estas iniciativas, que atribuye a “la política divisiva y peligrosa de Trump”. Sin embargo, durante el gobierno de Joe Biden se mantuvo durante dos años el llamado Título 42, que con el argumento de la pandemia de covid-19 disponía la expulsión de extranjeros sin siquiera considerar su situación. Ahora Trump se propone reinstalar esta norma y así pisar fuerte en un tema que está en la agenda estadounidense desde hace años y que marcó la campaña que lo llevó a la presidencia en 2016, cuando prometió construir un muro en la frontera con México.

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