Suena su celular. Manuel Burga Díaz responde en francés desde su departamento, en Lima. Es una llamada de Henry Rousso, historiador y presidente de la misión de prefiguración del Musée-Mémorial du terrorisme –Memorial Museo del Terrorismo, por su traducción al castellano– de Francia.
En las últimas horas, el historiador y exrector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos ha recibido decenas de llamadas y comunicaciones, de distintas partes del mundo. Son mensajes de solidaridad, respeto y agradecimiento en horas en que enfrenta la interrupción abrupta de sus actividades como director del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) de Perú, cargo que desempeñó desde agosto de 2018 y del que fue retirado por el gobierno de Dina Boluarte el 7 de enero.
En esta entrevista con Ojo Público, Burga Díaz explica el contexto en el que conoció su remoción y la importancia de contar con un Lugar de la Memoria para un país que tiene más de 22.000 personas desaparecidas a causa del conflicto armado interno, entre 1980 y 2000.
Durante su gestión buscó darle un espacio a la memoria de las víctimas. Sin embargo, dice, la clase política peruana no ha comprendido esta necesidad: “Ellos quieren que se dé otra narrativa [...], la narrativa de las fuerzas contrasubversivas que alcanzaron la victoria final. Pero no es así, la realidad fue mucho más compleja”.
Esta semana, se ha conocido que el gobierno de Dina Boluarte decidió retirarlo del cargo de director del LUM después de casi siete años. ¿Qué le explicaron?
Yo he tenido un contrato –a través del Fondo de Apoyo Gerencial, y lo da el Ministerio de Economía y Finanzas– hasta el 30 de junio [de 2025]. Sin embargo, [el Ministerio de] Cultura, donde está situado mi Fondo de Apoyo Gerencial, lo ha interrumpido violentamente. Entonces, ellos tendrán sus razones.
¿Cómo le informaron de esta decisión?
Eso es lo que, verdaderamente, me incomodó porque, cuando yo fui designado director del Lugar de la Memoria, fue la ministra Patricia Balbuena Palacios quien habló conmigo y, cuando me desembarcan, es el viceministro. Ha debido de ser al mismo nivel, que el ministro [Fabricio Valencia] me diga “estas son las razones”. [Pero] no [fue así]. Me convocan para decirme: “Tú ya no eres más director del LUM”.
Me voy muy contento, porque descubrí que [el LUM] era una institución que no estaba sostenida, solamente, en el Ministerio de Cultura, en el Estado peruano. Gran parte de sus actividades, que son investigación, museografía, recorridos –que es la imagen que se proyecta al público–, es apoyada por la cooperación internacional. Eso era muy importante, nos daba un sustento académico y teórico, porque no es el único museo [de este tipo] en el mundo.
El LUM es el 51° museo de la memoria del mundo, en repúblicas que han atravesado circunstancias de violencia y de violación de los derechos humanos, que [crean estas instituciones] para recordar, para formar una ciudadanía con conciencia clara de lo sucedido y con advertencias de construir un futuro diferente.
Es una empresa fascinante, y el Perú recibió esa tecnología de los países europeos y el financiamiento, también. Todo eso me parece que ha sido conservado por el Estado, y yo he trabajado seis años y medio en buena comunicación con los ministros que han pasado por ahí. Eso se terminó.
La resolución del Ministerio de Cultura dice que se ha visto “conveniente” dar por concluida su designación. ¿Para qué fines o para quiénes considera que es conveniente su salida?
Es conveniente para la nueva administración de Cultura. Si es que ellos están desarrollando una política nueva de memoria, que sería una narrativa nueva y una misión nueva del LUM, tendrán que ponerla en práctica para poder evaluarla.
¿A usted le habían comentado algo sobre esta eventual nueva política?
No, pero probablemente atiendan ellos [el ministro de Cultura y su equipo técnico] a otros pedidos. Porque ninguno de ellos, que yo sepa, es especialista en memoria, en historia, en la importancia de los derechos humanos.
En marzo de 2023, el LUM fue clausurado por la Municipalidad de Miraflores. La explicación oficial fue que el museo no contaba con un certificado de inspección técnica, aunque 12 de 13 museos a cargo del Ministerio de Cultura no tenían ese certificado. ¿Qué pasó después?
El 28 de marzo de 2023 fue clausurado el LUM porque no teníamos el certificado de inspección técnica de seguridad de edificios, y no lo tenemos hasta ahora. Es decir, en un año, el alcalde de Miraflores, Carlos Canales, puede cerrar de nuevo el LUM.
Por más que hemos solicitado presupuesto [al Ministerio de Cultura] para cumplir con los requisitos y tenerlo, no se nos otorgó.
En los últimos años, el LUM fue atacado por diferentes actores políticos. Por ejemplo, la congresista Martha Moyano presentó una solicitud al Ministerio de Cultura para modificar el guion museográfico, argumentando que hay información “sesgada”. ¿Esto expone puntos en común entre el Ejecutivo y sectores políticos con representación en el Congreso? ¿Qué está en riesgo ahora?
El Lugar de la Memoria, así como los 50 otros museos de la memoria en el mundo –como en Santiago, Buenos Aires, Asunción, Montevideo, entre otros– son museos de las víctimas, de los que han sufrido afectaciones, sea de cualquier bando, dentro del grupo de las fuerzas contrasubversivas o dentro de la población civil. Personas que han sido afectadas por la violencia. En ninguno de los museos se celebra otra cosa. Son museos de las víctimas.
En Alemania hay el memorial al holocausto, a los judíos que murieron durante la guerra. Hay el museo de Neuengamme o el museo de Buchenwald, que recuerdan a las víctimas que murieron en esos lugares. No es que se cuente la historia, sino que se presentan las memorias. Y las memorias son objetos fenomenológicos que pertenecen a las personas. Yo tengo mi memoria y no la tiene nadie más.
En el caso del LUM, siguiendo la tecnología universal, se presenta la diversidad de memorias, y eso es lo rico y lo importante. Porque también hay memorias de la Policía, del Ejército, de las fuerzas contrasubversivas. Todo ello confluye. Pero las personas más afectadas son las víctimas, y el LUM es un lugar de encuentro para ellas.
¿Nuestras autoridades no comprenden el fin del Lugar de la Memoria?
Ellos quieren que se dé otra narrativa, que es la narrativa victoriosa, la narrativa de las fuerzas contrasubversivas que alcanzaron la victoria final. Pero no es así, la realidad fue mucho más compleja. Lo que el LUM trata de hacer es presentar esa diversidad, a través de hechos paradigmáticos, de investigaciones, de las muestras permanentes y temporales y de los resultados de investigación del LUM y en general.
Es un lugar muy vivo. Además, ha dado el paso siguiente y se ha convertido, también, en un centro cultural de las personas que han sufrido afectaciones. Artesanos, artistas, que vienen a presentar sus productos.
Es muy difícil, desde una posición política, entender el Lugar de la Memoria. Algunos quisieran que no se hable de las afectaciones y nosotros insistimos en hacerlo. El Perú tiene 22.000 desaparecidos entre 1980 y el 2000, y la pregunta es por qué tenemos tantos desaparecidos. Eso puede incomodar a algunos.
¿Este rol del LUM está en riesgo ahora?
No creo. Yo soy una sola persona, trabajamos 30 en el Lugar de la Memoria, en ocho coordinaciones. El resto de la gente se ha quedado. Ellos tienen una formación, una epistemología, un horizonte internacional y nacional, y saben lo que el LUM debe tener como misión.
Creo que ellos pueden continuar, si no hay un cambio de naturaleza. Si en lugar de recordar a las víctimas se recuerda a los perpetradores, que son los victoriosos, entonces el LUM se desprende del conjunto universal de museos, para convertirse en otra cosa. Para convertirse en el Museo Chavín de Huántar.
Ese es un riesgo latente.
Sería contraproducente para la ciudadanía peruana. No habría mucho interés en ir a visitarlo. Ahora, hay mucho interés de familias afectadas, que vienen desde provincias… Hay una sección que se llama Cubículo de los Desaparecidos, y ahí nos encontramos siempre con familiares que buscan explicaciones. Hubo décadas de violencia y de violación de los derechos humanos. ¿Qué son esas décadas de violencia? El LUM les explica.
El grupo extremista La Resistencia ha celebrado su retiro del LUM. ¿Es acaso una muestra de que la motivación real detrás de su salida responde a fines políticos, ideológicos y negacionistas?
No sé. Tienen que preguntarle al ministro Valencia o a su viceministro cuál es el proyecto que quieren instalar. Total, si es un proyecto militarista, es un proyecto contrario a la naturaleza de LUM y a la naturaleza de todos los museos de memoria en el mundo.
Se comenta que, con su destitución, se pierde uno de los pocos espacios de pensamiento crítico que teníamos…
El Lugar de la Memoria es un lugar de conservación de la fenomenología de las personas afectadas. No es un lugar de epistemología, de creación de discursos, sino de recepción de discursos. Ellos [los políticos] piensan convertir al LUM en un lugar de creación de discursos. Error grave. Es un atentado contra las familias de afectados y contra el orden académico universal de los museos.
El primer museo de la memoria que se creó fue en África del Sur, para no olvidar el apartheid, para verlo todos los días e indignarnos. Es igual el LUM. Está para indignarnos por los daños de la violencia y de los perpetradores que no tuvieron límites, como Sendero, el MRTA [Movimiento Revolucionario Túpac Amaru] y ciertas patrullas del Ejército y de la Policía.
Y esa es justamente la parte que se quiere maquillar, borrar…
Esa es la parte difícil de recordar, pero ¿por qué no recordar? Creo que una de las funciones importantes del Lugar de la Memoria no solamente es aprender lo que pasa en Lima, sino lo que pasa en el Perú.
El país está peleando por desaparecer al LUM, cuando debería fortalecerlo. No importa que yo me vaya. Yo me voy contento. He contribuido al fortalecimiento del LUM.
Hace un mes, le consultaron en una entrevista si usted considera que las autoridades peruanas respetan a los ciudadanos. En ese momento, evitó responder, imagino que porque era director del LUM. ¿Ahora qué diría?
La democracia es uno de los grandes inventos de la modernidad. Las poblaciones, en Europa, en particular en Francia, a partir de 1789 pasaron de ser súbditos a ciudadanos. En ese momento, se aprobó la Declaración [de los Derechos] del Hombre y del Ciudadano en Francia, con 17 artículos, donde se dice cuáles son sus derechos.
Uno de estos es protestar, manifestarse, desautorizar a las autoridades que ellos mismos han elegido. Es un derecho ciudadano y, cuanto más se respete ese derecho a la movilización y a la protesta, mejor será la democracia.
Este artículo fue publicado originalmente por Ojo Público. https://ojo-publico.com/entrevistas/manuel-burga-el-lugar-la-memoria-esta-para-indignarnos.