El ejército de Israel viene profundizando su renovada ofensiva en la Franja de Gaza, dividiendo al territorio palestino en el sur, en una ruta que separa Rafah de Jan Yunis, desplazando a decenas de miles de palestinos en la zona de Rafah, pegada a la frontera con Egipto, y destruyendo viviendas e infraestructuras.
Durante la semana pasada resultaron muertos por bombardeos aéreos y disparos israelíes entre 20 y 30 palestinos por día, en su mayoría civiles. Al mismo tiempo, apenas hubo algunos soldados israelíes heridos, ya que en la gran mayoría de los casos los milicianos de Hamas están evitando los combates y permanecen escondidos en los túneles que recorren el subsuelo de Gaza.
A lo sumo, hay breves tiroteos de retirada, y en un par de ocasiones milicianos de Hamas o de alguna otra organización armada palestina lograron lanzar algunos misiles a territorio israelí, sin mayores consecuencias que daños materiales y heridas a una persona.
En el marco de su incursión en el enclave palestino, el ejército israelí hizo circular en los últimos días volantes en el sur de Gaza que anuncian su intención de ocupar toda la zona de Rafah, desplazar completamente a su población y convertirla en una zona de seguridad para Israel, a la cual no se permitirá el regreso.
El anuncio, también difundido en medios de comunicación israelíes en lengua árabe, está firmado por el ministro de Defensa del gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu, Israel Katz, y termina diciendo que Israel facilitará el desplazamiento a todo gazatí que tenga intenciones de emigrar a un tercer país, implementando así el plan anunciado a comienzos de febrero por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Aunque en los medios de comunicación israelíes y ante la prensa internacional los voceros del gobierno de Israel insistan con la idea de que la actual ofensiva militar en Gaza está destinada a presionar a Hamas para liberar a los rehenes israelíes que todavía retiene, 59 en total –23 que se presume que están vivos y 36 cadáveres–, estas versiones perdieron total credibilidad.
Casi todos los familiares de los rehenes, así como también muchos de los rehenes que ya fueron liberados, se expresan diariamente exigiendo al gobierno de Netanyahu detener la ofensiva, retomar el alto el fuego y llegar a un acuerdo con Hamas, una alternativa que es totalmente posible.
El precio sería poner fin a la guerra y retirar las fuerzas militares de Gaza, algo que el gobierno de Israel no está dispuesto a aceptar. De acuerdo con versiones del gobierno de Egipto, uno de los países mediadores en el conflicto, Hamas estaría dispuesto a retirarse de posiciones de poder en Gaza en el marco de un acuerdo de fin al conflicto. Israel, sin embargo, prefiere negociar únicamente acuerdos parciales por la liberación de algunos rehenes para no comprometerse con el fin de la guerra, lo que podría desencadenar una crisis política interna con la ultraderecha, que es parte indispensable de la coalición de gobierno que sostiene al Ejecutivo de Netanyahu.
Mientras tanto, en el terreno se va implementando la cruel política de “limpieza étnica” aplaudida por la ultraderecha israelí y avalada por la administración Trump. Sin embargo, ya no son sólo los familiares de los rehenes y el renovado y amplio movimiento de protesta contra las reformas autoritarias de Netanyahu quienes ponen en entredicho la reanudación de la guerra desde hace cuatro semanas. La novedad de la última semana son varias cartas firmadas por reservistas y jubilados de diversas fuerzas de seguridad que, con distintos matices, le exigen a Netanyahu frenar la ofensiva y negociar la liberación de todos los rehenes y prisioneros a cambio del fin de la guerra.
Más de 1.000 reservistas y jubilados pertenecientes a la Fuerza Aérea de Israel iniciaron esa ola, y rápidamente se sumaron cientos de reservistas y jubilados de las fuerzas blindadas y veteranos del servicio de inteligencia militar, decenas de reservistas de la Marina, más de 100 médicos reservistas, y casi todos los días se agregan nuevas listas de firmantes de las diversas cartas.
Las misivas expresan cierta variedad de criterios, y los reservistas activos mayoritariamente no anuncian que se negaran al ser convocados a servicio. Sin embargo, ya hay varias decenas de casos conocidos de reservistas que han rechazado convocatorias al servicio.
El comandante de la Fuerza Aérea general, Tomer Bar, reaccionó al petitorio dando de baja a todos los pilotos reservistas firmantes, en un intento por evitar nuevas adhesiones de quienes quieren conservar su estatus de piloto de la Fuerza Aérea.
Una de las reacciones públicas más interesantes a las medidas del comandante de la Fuerza Aérea fue la carta pública que le dirigió el coronel retirado Shmuel Gordon, quien fuera jefe de operaciones de la Fuerza Aérea de Israel durante la guerra del Líbano, en 1982, y quien durante varias décadas fue considerado uno de los principales especialistas israelíes en estrategia militar.
En lo que es probablemente la parte más dura de la carta dirigida a Bar, Gordon expresa la creciente conciencia en algunos sectores en Israel sobre los crímenes de guerra perpetrados en el actual conflicto en la Franja de Gaza: “En mi modesta opinión tienes una significativa responsabilidad por la furia que se despertó entre los pilotos por la forma en que diriges las actividades de la Fuerza Aérea en esta guerra horrible. La Fuerza Aérea en el pasado tenía la orden expresa de no actuar contra ciudades y poblados habitados por civiles. [...] El resultado del levantamiento de las limitaciones (a bombardear zonas civiles) es que nosotros, en la Fuerza Aérea, hemos matado miles, o tal vez decenas de miles, de ciudadanos no involucrados en la guerra. Cargaremos en nuestras frentes una vergonzosa mancha negra que no tiene perdón. Durante todos los años de existencia de la Fuerza Aérea de Israel no murieron tantos civiles en bombardeos. Sobre ti, como comandante de la fuerza, cae la responsabilidad principal por estos bombardeos. La muerte de los civiles es una de las causas principales de la carta de los pilotos. En tu lugar les enviaría una carta de agradecimiento por sus remordimientos de conciencia que no les permiten seguir callando ante órdenes inmorales, no razonables, que no contribuyen en nada para vencer a Hamas”.
La continuidad de la guerra ya no tiene en Israel el consenso que tuvo cuando Hamas tenía cierto poder militar y los horrores del 7 de octubre estaban muy frescos. Actualmente, los horrores cometidos por Israel ya han superado por mucho a aquellos. Como señala el coronel Gordon, la falta de correspondencia absoluta entre el esfuerzo militar que casi sólo afecta a civiles gazaties indefensos (y por eso es calificado en el exterior no como guerra, sino como genocidio) y la causa de la liberación de los rehenes ha despertado la conciencia crítica en varios sectores de la sociedad israelí.
La credibilidad de las políticas del gobierno de Israel en torno a la guerra también está en entredicho por la exigencia por que se investigue y se publique la verdad sobre las relaciones del entorno de Netanyahu y Qatar durante años, no sólo permitiendo el financiamiento masivo de Hamas, sino también manipulando a la opinión pública en Israel. Sin embargo, el despertar de la crítica en Israel no va a ser suficiente para frenar la actual ofensiva genocida en Rafah y en otras partes de Gaza. El apoyo de Trump permite al gobierno extremista en Israel imaginar que puede llevar a cabo sus peores planes criminales de limpieza étnica.