Wilson da Rosa, Chula, militante de los derechos de las personas afrodescendientes, integrante de la Escuela de Construcción de Tambores de Rivera, carpintero, mecánico tornero y granjero, no sintió las piernas el jueves 20 de enero, día que ingresó al Hospital de Rivera hasta el sábado 22, cuando falleció por un paro cardiorespiratorio por causas que aún no están claras.
“Se ha violentado, hasta el más extremo y elemental derecho, el derecho a la vida”, manifestó en un comunicado la Comisión de Memoria y Derechos Humanos de Rivera, firmado por Magalí Ivañez, Rosario Brochado y Enrique da Rosa, quienes denunciaron la actuación del equipo de salud del hospital y el trato de un camillero de la emergencia móvil Semeco, que trasladó a Da Rosa hasta la emergencia el jueves 20. “Abandono”, “banalización del sufrimiento”, “falta de atención en salud” y “maltrato a causa del prejuicio racial que primó por sobre el juramento hipocrático”, pronunció ante el caso la Coordinadora Nacional Afrouruguaya.
La Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) confirmó a la diaria que el mismo día del fallecimiento de Da Rosa se dispuso una investigación administrativa en el Hospital de Rivera, que aún no ha concluido. Explicaron que cuando esta finalice, se enviará a la dirección regional y luego se presentará al directorio de ASSE.
En diálogo con la diaria, el director del Hospital de Rivera, Jorge Nieves, precisó que el abogado de ASSE encargado de la investigación entrevistó a testigos y a la familia. Al mismo tiempo, los médicos y enfermeros que estuvieron cumpliendo sus funciones en emergencia durante el período que estuvo da Rosa también están siendo interrogados. Además de delimitar si efectivamente existió una omisión de asistencia y maltrato, la investigación pretende, según Nieves, “determinar las causas de la muerte”.
El lunes 14, a las 19.00, la familia de Da Rosa, junto a las organizaciones afro en las que participaba, convocan a una manifestación pacífica, desde la plaza Artigas de Rivera hasta el Parque Oriental. Por la avenida Sarandí, estacionarán en la pista de skate, que según contó a la diaria Silvana da Rosa, la hermana, es el sitio más cercano a la emergencia. “Por memoria y justicia”, aseguró que será la consigna de la marcha. Asimismo, narró que una de las cuerdas de tambores de las “que era muy amigo va a hacer un ritual que se supone es de cuando las tribus africanas están en luto”. El resto del tiempo, los tambores avanzarán en silencio.
La llegada a la emergencia
Da Rosa estaba trabajando en el club Cerro, donde construyen los tambores, cuando comenzó a sentirse mal y se retiró. Intentó llegar a la vereda y se cayó al piso; cuando pasó por el lugar una persona conocida, le pidió que por favor llamara a una ambulancia y ahí quedó, a la espera, con una inmovilización de la cintura para abajo, la lengua hinchada y una “puntada en la cabeza como nunca jamás había sentido”, relató Silvana da Rosa, replicando las palabras de su hermano.
Según las distintas fuentes consultadas y lo escrito en el comunicado de la Comisión de Memoria y Derechos Humanos, la emergencia móvil Semeco lo retiró del lugar y lo llevó a la emergencia del Hospital de Rivera, aunque en la historia clínica a la que accedió la diaria se especifica que fue llevado en un móvil policial.
En la historia clínica también se lee que “el paciente dice haber consumido gran cantidad de marihuana y alcohol”. Según el “planteo clínico primario”, la causa era una “intoxicación alcohólica”, pero según “el motivo de consulta”, se trataba de “pérdida de fuerza”. Para el personal médico “era el alcoholizado, el drogado, y era todo lo que tenían como arma para defenderse de la mala praxis”, manifestó Silvana da Rosa, quien afirmó que su hermano le aseguró que no había consumido.
El funcionario de Semeco que trasladó al paciente, según narraron las fuentes que denuncian la situación y los integrantes de la Comisión de Memoria y Derechos Humanos en el comunicado, le habría dado varios “puñetazos” en las piernas. Uno de los testigos de los hechos en la sala de emergencias grabó un audio describiendo la situación, y los denunciantes lo compartieron: “Lo que presencié el pasado jueves es de terror. A eso de las 19.30 o 20.00, llegó una ambulancia con un señor que venía quejándose y pedía por favor que lo atendieran; él creía que estaba teniendo un ataque al corazón, un infarto, y [pedía] que por favor lo atendieran”.
Silvana da Rosa llegó a la emergencia el mismo jueves, hacia la tarde-noche. Al entrar, se encontró con su hermano “todo sucio, orinado, sangrado de un brazo, donde supuestamente tenía una vía. Pero no había ninguna mariposa, algodón, leuco, nada, del brazo goteaba sangre al piso”, dijo. En ese momento, los síntomas de Wilson da Rosa continuaban: le dolía mucho la cabeza, no sentía las piernas.
“Cuando tengamos tiempo lo limpiamos”, aseguró que le respondió alguien del personal cuando ella le dijo que estaba “todo sucio”. Fue entonces que les solicitó que le dieran “algo” para irlo limpiando; le dieron guantes desechables, y junto a una persona del equipo, limpiaron la camilla y lo limpiaron a él.
“Nosotros lo que queremos es la verdad”
Hasta el viernes a las 2.00, cuando el hermano de Wilson da Rosa lo estuvo acompañando, “no tuvo monitoreo de nada, no tenía suero, no tenía agua, no le dieron de comer, no le preguntaron lo que tenía. Sólo lo lavaron cuando yo lo lavé junto con esa persona”, narró Silvana da Rosa.
En el correr de ese día, le hicieron una tomografía. Pero el sábado a la mañana la situación que presenció otra de las hermanas de Wilson da Rosa fue similar: sin agua, sin monitoreo, sin nada. En esa ocasión, le dijo que tenía llagas en la boca y que sentía que le ardía.
En la tarde del sábado 22, según contó Silvana da Rosa, le iban a realizar una resonancia magnética en Tacuarembó. Pero el traslado nunca llegó a concretarse: “Dicen que se preparaban para llevarlo cuando sufrió un paro cardíaco”, narró. Después de haber perdido el control de esfínteres, de quejarse de un fuerte dolor de espalda, de que le hubieran salido algunas llagas en la boca y de pedirle al hermano “que le apague el ventilador porque tenía frío”, tuvo que ser reanimado por media hora. “Se reanimó por minutos, presentando en todo momento actividad eléctrica sin pulso”, se lee en la ficha clínica.
“Nosotros lo que queremos es la verdad: saber qué fue lo que pasó y que no se vuelva a repetir si es que hubo omisión de asistencia, porque nosotros somos usuarios de ASSE, necesitamos confiar en la gente que está ahí adentro, y si hay manzanas podridas, hay que desecharlas”, finalizó Silvana da Rosa.