Un amplio panel integrado por técnicos y políticos presentó el lunes el “Reporte de avance 2022-2023” del trabajo hecho por la Comisión Especial de Futuros de la Asamblea General referente al futuro del trabajo y el trabajo del futuro, un documento elaborado a partir de los insumos que brindaron unos 50 expertos al ámbito multisectorial. El objetivo de la comisión es elaborar un informe sobre temáticas con relevancia estratégica para el futuro del país, y en esta legislatura el foco se puso en los cambios en el mundo laboral.
De cara a ese documento final, a presentarse en mayo de 2023, se han venido realizando en el último año distintas instancias de análisis y reflexión colectiva, incorporando voces de la academia, el sector privado, los trabajadores y el sistema político. Parte de esos avances fueron presentados ayer en un evento en el Palacio Legislativo que contó con la presencia de autoridades del gobierno y parlamentarios de todos los partidos.
Bruno Gili, coordinador del grupo de expertos que trabajó con la comisión, contó una anécdota que sirve como resumen del foco de esta iniciativa. Como parte del trabajo, comentó que habló con un joven del equipo para que pensara una imagen que refleje el futuro del trabajo; en vez de ir a buscar una fotografía a Google o convocar a una agencia de publicidad, el joven trabajó con un programa de inteligencia artificial al que le pidió que diseñara lo que entiende que será el trabajo del futuro, y esa imagen fue incorporada en su presentación.
En representación del gobierno hablaron el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Pablo Mieres, y la vicepresidenta, Beatriz Argimón. El ministro dijo que este ámbito es “un gran acierto” porque tiene “la capacidad de pronosticar y mirar lejos, para construir ideas y políticas que prevengan” el futuro, en un área de total dinamismo como el trabajo.
Argimón, por su parte, destacó que el tema del futuro del trabajo genera “unanimidad en cuanto a su urgencia y abordaje” a nivel del sistema político, porque todos sienten que “hay mucho para aportar” y el tiempo corre. “Son cambios que concitan esperanza” más allá de los riesgos potenciales, y por ello hay “interés de todos los partidos desde el primer día”, algo que subrayó que debe “comunicarse a la sociedad” más allá de los debates coyunturales.
La antropóloga Lydia Garrido, asesora metodológica de la comisión, expresó que se vive en la actualidad “una ventana de oportunidad” para adaptarse al cambio de era, “para lo que precisamos nuevos enfoques y herramientas”. Explicó que el trabajo que se está haciendo en Uruguay y otros países procura “una gobernanza anticipatoria”, donde distintos actores ponen en común su conocimiento para “ampliar las alternativas en el presente” en busca de “mejores opciones de decisión” a futuro.
Riesgos y retos
A su vez, la representante en Uruguay del Banco Mundial, Celia Ortega, habló sobre dos procesos que viven Uruguay y otros países, que determinarán el futuro: el envejecimiento poblacional y el cambio tecnológico. Sobre lo primero, sostuvo que “las oportunidades” están vinculadas a la “incorporación de las mujeres al mercado laboral y la captación de talento del extranjero” mediante la inmigración, mientras que señaló que la revolución tecnológica “no destruye empleo pero sí afecta las tareas que hacen los trabajadores y su remuneración”.
Ortega planteó que va a “cambiar el perfil laboral” hacia “tareas más cognitivas y menos rutinarias”, lo que en virtud de la realidad de Uruguay implicará “un reto” en términos de “cohesión social”, porque vendrá un panorama “polarizado” a nivel laboral, con parte de los trabajadores “relegados a tareas manuales de bajos salarios”.
En parte, esas preocupaciones fueron reflejadas en la presentación del politólogo Ignacio Zuasnábar, que incluyó consultas a distintos representantes de la clase trabajadora y el sector empresarial para conocer su visión del futuro. Junto a María Julia Acosta, que lideró la “encuesta cualitativa” desde la consultora Equipos, repasaron que entre los trabajadores hay una conciencia sobre que se vive un cambio de era y surge “una necesidad de transformación”, pero en muchos grupos -en especial los de menor calificación- “no se logra especificar” los procesos que están ocurriendo y hay imposibilidad de visualizar la forma de adaptarse a la nueva realidad.
Los trabajadores mencionaron que esperan un rol preponderante del Estado y también de las empresas en la entrega de insumos para lograr esa adaptación. Al igual que los empresarios, dijeron que visualizan un futuro con “flexibilidad” en términos del empleo presencial y con una mayor preponderancia del trabajo remoto y virtual.
“Hay una preocupación instalada por los efectos de este proceso en cada persona como ser social. Preocupa a los trabajadores [la pérdida de] el concepto de lo colectivo, del trabajo como un lugar donde me construyo”, sostuvo Acosta, y agregó que se vislumbra un “trabajador individual, menos solidario”. Zuasnábar complementó que “con el trabajo virtual se pierden espacios de socialización y se corre riesgo de una deshumanización” del entorno.