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Señalizaron, el 14 de agosto, el Liceo 1 de Florida como sitio de memoria.

Foto: Emilio Martínez Muracciole

Señalizaron el Liceo 1 de Florida como sitio de memoria en recuerdo de la ocupación estudiantil de 1973

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Después de 25 horas de ocupación para resistir ante el golpe de Estado, los estudiantes marcharon acompañados por unas 800 personas, entonando el himno nacional y la consigna “Libertad sí, dictadura no”.

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Leído por Andrés Alba.
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“En Florida fue, quizás, el evento más importante, desde el punto de vista masivo, en contra de la dictadura”, dijo este miércoles César Leonardo Falcón, en la explanada del Liceo 1 de Florida, Instituto Manuel Oribe (IMO), al recordar la ocupación del centro educativo, como forma de resistencia, por parte de los estudiantes nucleados en la Asociación de Estudiantes Liceales de Florida (Adelf), el 5 de julio de 1973. Falcón, uno de aquellos estudiantes, fue el orador central del acto oficial de instalación de una señalización que recuerda el hecho, en el marco de la Ley 19.641 de sitios de memoria. Estudiantes, docentes y el cuerpo de Dirección del liceo poblaron la explanada, junto a los protagonistas y a un público de decenas de floridenses. 

“Nadie pensaba todo lo terrible que sobre el Uruguay iba a crecer, en la pérdida de derechos, de libertades, de instituciones, con profesores y maestros destituidos simplemente por pensar diferente a lo que pretendía ese gobierno que había arrebatado el poder. Muertes, miles y miles de uruguayos que terminaron en la cárcel, torturados y desapariciones”, repasó Falcón, y recordó que, después de concretar la ocupación, sobre la hora 11.00, los estudiantes quedaron “rodeados” por un fuerte operativo de militares y policías. “A partir de ahí quedamos incomunicados”, apuntó. 

Un grupo de aproximadamente 80 estudiantes había llegado al lugar en cuatro columnas, que habían partido desde diferentes puntos de la ciudad. Reunidos en el liceo, ingresaron y ocuparon, labrándose acta notarial. Automáticamente, un operativo de policías y militares rodeó el liceo. Con el paso de las horas se formó, en las afueras, una concentración de público que entonó consignas contra la dictadura, según narró Falcón, y añadió que, en la noche, quedaron fundamentalmente los familiares, que pasaron la madrugada en el garaje de la familia Sisto-Pujol, vecina al centro educativo, que abrió las puertas para dar refugio.

“Fue muy difícil para las mujeres”, dijo la exestudiante Analía Machado a la diaria. “Hubo otras compañeras que ocuparon, pero los padres las vinieron a buscar y las sacaron de la ocupación. En aquel momento, siendo mujer, con 15 años, era muy difícil que te dejaran”, apuntó. Ella estuvo allí, así como su hermana, que tenía 17. Agradece que su padre era uno de los funcionarios bancarios que venía de la experiencia del acuartelamiento: “Nos respetó la decisión, y nos apoyó”, afirmó. Pese al operativo policial, familiares, amigos y vecinos se las ingeniaron para hacer llegar víveres al interior del liceo, donde los estudiantes pensaban sus próximos pasos.

“Cuando habíamos empezado a pensar en la ocupación, con Beto Segredo y toda la gente, los primeros a los que les comentamos que pensábamos hacer una ocupación nos dijeron ‘ustedes están locos’”, cuenta, por su parte, el exdiputado frenteamplista Álvaro Vega, también exestudiante. “Hasta nosotros lo pensamos cuando empezamos a ver todo el operativo en la vuelta”, añadió Daniel Loroña, también liceal en 1973. “La valoración, el significado de todas esas cosas, uno las va viendo después, a medida que transcurre el tiempo. Pero en ese momento era todo emoción”, añadió. 

Vega explicó que, estando en el interior del liceo, notaron que esa iba a ser la única movilización de resistencia de esas características. “Nos dimos cuenta que estábamos solos, que no había nada de lo que estábamos haciendo”, dijo. “Éramos tan inconscientes que no nos dábamos cuenta. Cincuenta años después, me doy cuenta, con todo lo que pasó después, con toda la represión que hubo, lo que fue haber entrado a este lugar”, señala, por su parte, Marciano Durán, otro exalumno. 

Sobre la hora 2.00 del 6 de julio ingresó al liceo, a negociar, el jefe de Policía, Ruben Píriz Mondino. Los estudiantes resolvieron salir al mediodía, cantando el himno. Y así lo hicieron, aunque algunos no desaprovecharon la oportunidad de gritar la consigna “Libertad sí, dictadura no”, que era una de las opciones que habían manejado. Estiman que fueron acompañados por unas 800 personas, a pie, yendo por la calle Independencia, hasta Ituzaingó, para dirigirse luego hasta la Plaza Asamblea. Una cuadra antes de la plaza, se encontraron con tres policías que intentaron disuadir la manifestación, pero siguieron de largo.  

Rescatar la memoria

“Hoy estamos acá honrando a aquellos valientes jóvenes que hicieron el sacrificio en la búsqueda de justicia, libertad y un futuro mejor”, dijo, durante el acto, la estudiante Micaela González, del Centro de Estudiantes del Instituto Manuel Oribe (Ceimo). “Nuestro mejor homenaje es seguir luchando por más y mejor educación, por memoria, verdad y justicia y por más derechos y libertades que aún faltan conquistar”, añadió. 

El Ceimo apoyó la gestión de la señalización que recuerda el hecho. La iniciativa surgió del colectivo de estudiantes protagonistas de la ocupación, fundamentalmente por Machado, que desde 2017 venía siendo invitada tanto por el centro de estudiantes como por docentes para hablar “sobre cómo era ser estudiante en la época de la dictadura” y notaba la sorpresa de los jóvenes, que nunca habían escuchado hablar de la ocupación. “Es como que se había perdido en la memoria”, comentó Machado.

Mercedes Cunha, integrante de la Red Nacional de Sitios de Memoria, así como de la Comisión Nacional Honoraria de Sitios de Memoria, que depende de la Institución Nacional de Derechos Humanos, dijo a la diaria que se valora “muchísimo la actitud de esta comunidad educativa, que nos recibió con las puertas, las ventanas y los corazones abiertos, asumiendo ese lugar de los centros de estudios de nuestro país, de ser un lugar de contribución del conocimiento crítico de la realidad”. 

“El día de los mártires estudiantiles es muy importante cuando hablamos de memoria, sobre todo cuando hablamos de democratizar la memoria”, y “la participación intergeneracional es indispensable cuando se trata de rescatar memoria”, para que “la consigna ciudadana de ‘nunca más terrorismo de Estado’ sea una realidad duradera”, dijo Cunha durante el acto, que se inició tal como terminó la ocupación en 1973: cantando el himno.

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