El jueves, por primera vez, el Frente Amplio (FA) fue convocante de la marcha organizada por la Coordinación por Palestina en rechazo al genocidio en Gaza, a la que también convocó el PIT-CNT. La movilización ocupó varias cuadras de 18 de Julio y participaron referentes del FA y del gobierno, como el presidente de la fuerza política, Fernando Pereira, y la vicepresidenta de la República, Carolina Cosse. Varios carteles aludieron críticamente al posicionamiento del gobierno en este tema.
La situación en Gaza no sólo genera tensiones en el FA, sino también diferencias entre los partidos políticos. En referencia a la marcha, la senadora nacionalista Graciela Bianchi escribió en la red social X que “los que insisten con Palestina son los que están a favor del terrorismo de Hamas y otros”. El secretario general del Partido Colorado, Andrés Ojeda, y el presidente del Partido Nacional, Álvaro Delgado, anunciaron que concurrirán el jueves a la plaza Trouville para recordar a las víctimas de los atentados de Hamas del 7 de octubre de 2023, en un homenaje organizado por la Organización Sionista del Uruguay y la Nueva Federación Juvenil Sionista, con el apoyo del Comité Central Israelita y la Embajada de Israel en Uruguay.
Las discusiones entre partidos y a la interna de los partidos por temas internacionales no es una novedad en la política uruguaya, advirtió el historiador Camilo López Burian, en diálogo con la diaria. “Los asuntos internacionales han polarizado en varios momentos la política doméstica uruguaya. En términos históricos, la política exterior ha sido de muchas divergencias. Después se toman decisiones con distintos procesos de contrabalanceo, y luego a veces se establecen como grandes acuerdos, pero en el momento no lo son”, sostiene.
Durante la Guerra Civil Española, hubo marchas y movilizaciones masivas en Uruguay. Hubo también reclamos de que el dirigente nacionalista Luis Alberto de Herrera se pronunciara en rechazo al falangismo. Durante la Segunda Guerra Mundial, colorados batllistas y blancos independientes se pronunciaron a favor de instalar bases estadounidenses en Uruguay, mientras herreristas y colorados no ballistas estuvieron en contra. Este mismo alineamiento se repitió respecto de la posibilidad de intervención en el gobierno argentino de Juan Domingo Perón, en la década del 40.
Dentro de las izquierdas, López recuerda que hubo “un parteaguas” en la interpretación de los movimientos de liberación nacional en la región que dividió a la izquierda marxista comunista y a las visiones más “terceristas”, representadas por el socialismo de Vivian Trías, entre otras. Eso, a su vez, “implicó tensiones sobre cómo posicionarse respecto de la invasión soviética en Checoslovaquia”.
La historiadora Jimena Alonso, autora de la tesis de doctorado en Historia Los uruguayos y las vías. La recepción de la revolución cubana y de la vía chilena al socialismo en la izquierda uruguaya: alianzas, estrategias y proyectos (1958-1973), marca las diferencias internas que tuvo la izquierda en cuanto a esos procesos. Uno de los ejes de la discusión era cuál era la mejor forma de ser solidarios con la revolución cubana. Los anarquistas y los socialistas -algunos de ellos terminaron a la postre fundando el Movimiento de Liberación Nacional (MLN)- entendían que la mejor forma era generar las condiciones para hacer la revolución en Uruguay, mientras el Partido Comunista, apoyado por sectores batllistas que años después terminaron en el FA, consideraban que “la experiencia cubana, por las características propias del país, no se podía trasladar a Uruguay”, y en cambio consideraban que la forma de ser solidarios con la revolución era denunciando la acción del imperialismo y apoyando las medidas del gobierno.
Del mismo modo, durante el gobierno de Salvador Allende en Chile, el MLN y sectores del Partido Socialista consideraban que el gobierno de la Unidad Popular debía armar al pueblo para defenderse, mientras que los comunistas entendían que la virtud del gobierno de Allende era “el camino pacífico, y que armar al pueblo generaría una guerra civil con un baño de sangre dramático”, explicó Alonso a la diaria.
Ya en años más recientes, López recordó las fuertes discusiones que hubo a la interna del FA sobre la inserción económica internacional durante el primer ciclo de gobiernos progresistas, así como sobre otros temas, como los posicionamientos respecto de Venezuela, Nicaragua y Cuba, “con atención sobre el tema del régimen político y la democracia en esos países”. “Pero también hay otros temas de análisis sobre el sistema internacional y el papel de China y el lugar de Rusia, que son tensiones dentro de la izquierda”, indicó.
En este sentido, marcó que la relación entre economía y política es “una tensión que atraviesa todo este debate”, y no sólo en el FA, también en los partidos de la actual oposición. Recordó la posición del exdiputado colorado Ope Pasquet respecto de un eventual Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, cuando llamó a considerar la dimensión geopolítica del tema.
Gaza, la izquierda, el internacionalismo y la solidaridad
López recordó que los gobiernos del FA en Uruguay “tuvieron un particular énfasis en el relacionamiento con Medio Oriente”, por ejemplo, al reconocer el Estado palestino en 2011 y con el establecimiento de la embajada en Ramallah en 2014.
Sobre por qué la situación en Gaza genera una movilización tan fuerte en la sociedad uruguaya, y en particular en las izquierdas, López señaló que las izquierdas globales y la uruguaya en particular “tienen un componente internacionalista” y de “solidaridad internacional” que es “constitutivo”, y esto contribuye a generar “un rechazo muy radical por parte de las izquierdas” a lo que está sucediendo. También hay solidaridad con “lo que en su momento se llamó el tercer mundo”, y una “asimetría” entre Israel y la población de Gaza que juega en estos posicionamientos.
Alonso señala en esta misma línea que “hay una investigación histórica que falta” y es “pensar la solidaridad de las izquierdas en Uruguay en una larga cronología”, que puede empezar con la Guerra Civil Española y que podría terminar con el conflicto en Gaza.
En el caso del proceso que desembocó en la Revolución cubana, el movimiento de solidaridad con ese país “es incluso anterior al triunfo de la revolución” y tiene “un impulso muy importante de la mano de la FEUU [Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay], que ya en 1957 empieza a generar vínculos con exiliados cubanos que están en Uruguay para denunciar la dictadura de Fulgencio Batista, para hacer manifestaciones y exigirle al gobierno que rompiera relaciones con Cuba.
“Después de que la Revolución cubana triunfa en el 59, ese movimiento se multiplica a niveles impresionantes. Hay comités de solidaridad con Cuba en Minas de Corrales. O sea, también en lugares muy aislados, donde las izquierdas no tienen relevancia”, indicó Alonso. Y recordó que no sólo la izquierda apoyó la Revolución cubana en sus primeros momentos, sino también algunos sectores batllistas y herreristas, que después cambiaron de posición a medida que fue desarrollando su programa de gobierno.
Alonso mencionó el concepto de poner el cuerpo como acción de solidaridad. Recordó que, así como hubo uruguayos en la flotilla que viajó rumbo a Gaza, en la década del 60 hubo maestros que viajaron a Cuba, Chile y Nicaragua a alfabetizar.
La posición del gobierno uruguayo sobre Gaza
Para Alonso, el “divorcio” que se está viviendo hoy entre la posición del Poder Ejecutivo y lo que indican las bases programáticas y definiciones ideológicas del FA es “inédito”. Indicó que la izquierda uruguaya ha sido históricamente antiimperialista, latinoamericanista, “y buena parte de los partidos que la conforman se autodefinen como internacionalistas”. “Hay un presidente o una buena parte del Poder Ejecutivo que en parte no está cumpliendo con los lineamientos ideológicos claros de la izquierda desde su fundación”, valoró.
Acotó que esto es “triste” porque no se trata de una discusión ideológica o de posicionamientos distintos. “Yo no creo que ellos no piensen que lo que está ocurriendo en Gaza es un genocidio. Creo que no se animan a decirlo. Y eso es lo que me parece triste para un gobierno de izquierda”, afirmó.