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Foto: Rodrigo Ciz

“Si un terrorista como Netanyahu nos acusa a nosotros de terroristas, es como un halago”, afirma uno de los uruguayos de la Flotilla Global Sumud

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A un mes de la interceptación de la misión humanitaria por parte de la Armada israelí, Rodrigo Ciz sostiene que ahora “es probable que mucha gente le esté prestando más atención al genocidio”.

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Pasó un mes desde que Israel y Hamas acordaran un cese del fuego, apadrinado por el “plan de paz” del presidente estadounidense, Donald Trump. Ese cese del fuego, de todas formas, ha sido violado casi de forma diaria. Según cifras del Ministerio de Sanidad gazatí, un total de 240 palestinos han sido asesinados en la Franja de Gaza desde el inicio de la tregua.

Pasó un mes, también, de la detención en aguas internacionales de los integrantes de la Flotilla Global Sumud, una misión humanitaria que tenía el objetivo de abrir un corredor en la ciudad palestina para llevar alimentos, agua, medicina y otros suministros a los gazatíes. La interceptación por parte de la Armada israelí llevó a la detención de personas de más de 44 países, que estaban a bordo de los más de 50 barcos.

Rodrigo Ciz y Ana Zugarramurdi fueron los uruguayos que integraron la flotilla. El 7 de octubre, el gobierno uruguayo informó, a través de un comunicado, que ambos habían sido liberados y agradeció “los esfuerzos realizados por varios países que permitieron el retorno” de Ciz y Zugarramurdi.

Ciz tiene 36 años y vive hace dos años en Alemania, trabaja en la cocina de un restaurante y, si bien afirma que “no era de los más experientes” entre sus compañeros de embarcación, dice que en Uruguay estuvo un tiempo en la Armada Nacional y que aprendió algo de navegación. En entrevista con la diaria, también aclara que la misión humanitaria llevada adelante por la Flotilla Global Sumud “no se trata” de ellos, sino que “se trata de las personas de Palestina que están sufriendo un genocidio”.

¿Por qué decidís embarcarte en esta misión?

Hacía un par de años que venía siguiendo las noticias de lo que estaba pasando, y me partía el alma. Siempre estaba siguiendo, leyendo, viendo videos, informándome, y empecé a ir a manifestaciones acá. Empecé a ver qué se podía hacer. En un momento vi que habían ido tres barcos, uno con Greta Thunberg y después otro más, y a los dos los habían interceptado. Ahí me puse a leer sobre esa flotilla, la Freedom Flotilla Coalition. Después de que interceptaron el segundo barco vi que Francesca Albanese, la reportera especial de las Naciones Unidas para los territorios ocupados de Palestina, dijo algo así como que lo que hay que hacer es unir la mayor cantidad de barcos posibles y tratar de romper el bloqueo de esa forma. Cuando dijo eso busqué la página de internet de la flotilla y vi que estaban pidiendo voluntarios, ahí llené los formularios y dejé eso ahí. Un mes más tarde se contactaron conmigo.

¿Cuántos días estuviste embarcado?

En total, desde que llegué a Italia, a Sicilia, hasta que volví fue más o menos un mes y siete días, en total, contando el tiempo en Palestina. Primero fueron dos semanas de preparar los barcos, porque los barcos iban llegando y había un checklist que teníamos que ir haciendo para comprobar que todo estaba en orden, que todo funcionaba, que estaba en condiciones de seguridad.

¿Cómo era un día normal en la flotilla?

Teníamos grupos divididos; grupos, por ejemplo, que se encargaban de cómo están las velas, cómo está la jarcia, todo lo que son los cabos. Había un grupo de maquinistas, mecánicos que se encargaban de chequear que todo estuviera bien en el sistema de máquinas. Yo estaba en el equipo de safety, de seguridad, que es chalecos salvavidas, el timón de emergencia, todo ese tipo de cosas. Una vez que zarpamos teníamos una tripulación y lo que hacíamos eran guardias de cuatro horas para la navegación, nos turnábamos para cocinar. Nosotros éramos seis a bordo, éramos uno de los barcos más chicos.

¿A vos te tocó navegar?

Sí, en Uruguay yo estuve un tiempo en la Armada y había aprendido algo de navegación.

¿Eso era un requisito para entrar?

No, pero hacían una selección y los que teníamos algo de experiencia para la parte de navegación teníamos cierta prioridad. Buscaban más que nada capitanes con papeles para estar en regla con el barco, y claro, gente con experiencia. Yo he tenido experiencia, pero hacía ya cinco años que no navegaba y estuvo bien, pero no era de los más experientes.

¿Qué te pasaba cuando Israel o sus aliados decían que son terroristas, que están financiados por Hamas?

Se generaba un ambiente de nerviosismo. Yo me acuerdo de haberle dicho a un compañero: “si un terrorista como [Benjamin] Netanyahu nos acusa a nosotros de terroristas, es como un halago, quiere decir que estamos haciendo las cosas bien”. Era lógico que iban a hacer ese tipo de cosas, a decir cosas así, de sacar el foco, es lo que hacen siempre. Es lo que han hecho durante estos dos años de genocidio, y es lo que han hecho durante toda la historia de la ocupación.

Ese nerviosismo ¿era por la posibilidad de que los interceptaran?

Lo que hacen es tratar de generar un consenso de que somos terroristas, o de que alguien es terrorista, para después justificar un ataque. Eso lo han hecho, es lo que hacen por lo general, es lo que se hizo antes en Irak, o en otras guerras, en otras invasiones; acusan a los gobiernos, o acusan a la gente de tal y cual cosa y después tratan de generar consenso en la población para después masacrar, para atacar.

¿Cómo fue el momento en que tu embarcación fue interceptada por Israel?

Lo que hacían era acercarse, hablar por megáfono, interceptar las radios, cortar las comunicaciones y después acercarse en una de estas lanchas tipo gomón, con un montón de comandos armados. Se acercaban, le decían al capitán que parara la máquina, pero nosotros no parábamos la máquina, sólo bajábamos la velocidad, y ellos subían, preguntaban quién era el capitán, le decíamos que no había capitán. Si decíamos quién era el capitán, lo iban a tratar peor, iba a ser mucho peor; por esas razones teníamos el protocolo de no decir quién era el capitán.

Interceptaron algunos barcos, los demás seguíamos rumbo a Gaza; entonces, empezaron con unos cañones de agua, empezaron a atacar algunos barcos con agua. En un momento vimos que en uno de los barcos toda la tripulación estaba afuera y los estaban atacando con el agua y era horrible, estaban todos afuera empapados y seguían tirándoles agua.

Después de un rato vinieron otros con unos cañones de agua y pusimos el piloto automático. Nos fuimos todos para dentro, pusimos un rumbo en el que no había nadie a nuestra proa y seguimos. Nos tiraban agua, pero nosotros seguíamos; el barco no podía seguirnos y tirar agua al mismo tiempo, así que tenía que dejar de tirarnos agua, seguir un poco, volver a tirarnos agua, y así estábamos hasta que empezaron a venir más y más barcos a rodearnos.

Ahí nos empezaron a hablar por el megáfono y en un momento se acercó el semirrígido de los comandos, y ahí salimos todos con las manos en alto, bajamos la velocidad, subieron, nos hicieron arrodillarnos a todos en la proa, y de a uno nos iban llamando y revisando a ver que no tuviéramos nada, sacando todo lo que teníamos en los bolsillos. Después nos llevaron a la popa, nos ataron las manos con los precintos, tomaron el control del barco y pusieron rumbo a Asdod.

¿Todo esto fue en aguas internacionales?

Sí, estábamos más o menos a 72 millas y media de Gaza.

No estaban en territorio de Israel.

No hubo en ningún momento intención de pasar por aguas israelíes, porque íbamos a ir desde aguas internacionales a las aguas de Gaza, que son aguas palestinas. Claro, ellos tienen un bloqueo ilegal establecido ahí y dicen que tienen control, pero es uno de los tantos crímenes que cometen.

¿En ese momento tuviste la reacción de que lo que estaba sucediendo era ilegal?

Había una probabilidad muy grande de que eso pasara. Teníamos protocolos para varias posibilidades, pero esa era una de las probabilidades más altas lamentablemente, era lo que había venido pasando con los últimos intentos. Sí teníamos la esperanza de poder llegar porque éramos muchos más barcos y había mucha presión y muchas personas en todo el mundo manifestándose.

Después de que los llevan a ese puerto, ¿qué sucedió?

Estuvimos ahí en el puerto por algunas horas, hasta que fue el ministro de Seguridad israelí, Itamar Ben-Gvir. Él fue a hacer una especie de show con sus cámaras y sus cosas, y empezó a decir que éramos todos terroristas, que estábamos apoyando a Hamas. Ahí empezamos a gritarle de todo. Eso no aparece [en un video que se viralizó], aparece en un momento que todos gritamos “Free Palestine”, pero fue mucho más fuerte que eso. Le gritamos cosas fuertísimas, como que era un asesino de niños. Muy fuerte fue ese momento, porque éramos cientos sentados en el suelo y él estaba ahí tratando de provocarnos. Fue mucho más grande la reacción nuestra que lo que pudo hacernos sentir miedo.

¿Hubo contacto con el gobierno uruguayo para saber que estaban trabajando en su liberación?

El embajador de Uruguay en Israel, Manuel Etchevarren, fue a la cárcel a hablar con nosotros dos días antes de que nos liberaran. En el momento que pudo hablar con nosotros nos dijo que ya era bastante claro que más o menos en 48 horas nos iban a liberar.

Cuando te liberan, ¿vas a Jordania y después ya te volvías para Alemania?

Había un chofer que nos llevó primero a comprar algo de ropa, porque nos habían dejado sin la ropa, solamente con la ropa de la cárcel y nada más.

¿Todas sus pertenencias desaparecieron?

Sí. Algunas personas recuperaron algo, pero en nuestro caso no recuperamos nada. Fuimos Ana, tres argentinos y yo. Fuimos a un hospital donde nos hicieron un chequeo médico para que estuviera todo en orden, y después fuimos a almorzar con la embajadora honoraria de Uruguay en Jordania. Ahí fuimos a un hotel, nos habían reservado los vuelos, estuvimos un par de horas en el hotel y en la noche cada uno tomó su avión.

Se ha criticado bastante al gobierno uruguayo por no utilizar la palabra “genocidio” y no tener medidas más duras, ¿vos qué pensás de esto?

Estoy de acuerdo con las críticas. Hay que hacer más, hay que hacer una especie de boicot, hay que tomar medidas económicas desde el gobierno; la oficina de la ANII [Agencia Nacional de Investigación e Innovación] no puede seguir mientras que el genocidio continúe. Yo creo que también habría que romper relaciones diplomáticas mientras se siga con estos crímenes.

Si bien la flotilla no llegó a Gaza, sí se acercó bastante. ¿Qué creés que logró esta misión, ayudó a cambiar o a repensar la perspectiva sobre lo que sucede en Gaza?

Yo creo que sí. Es probable que mucha gente le esté prestando más atención al genocidio, pero falta demasiado. Hay que tomar medidas más drásticas. Se está planificando una nueva flotilla, pero hay que ver. Yo creo que es desde los gobiernos que hay que tomar medidas de ese tipo, de bloqueos económicos.

¿Qué pensás del gobierno que se pretende instalar en Gaza, en el que estaría el ex primer ministro británico Tony Blair como uno de los cabecillas?

Yo no sé mucho de Tony Blair, pero que sea un plan diseñado por Trump, ya con eso queda bastante claro. Trump invita a Netanyahu, cenan juntos. Si Netanyahu está al lado de un presidente, ya hay algo que está mal. Es un criminal de guerra, está requerido por la Justicia internacional. Tiene que ser llevado a la Justicia y tiene que ser juzgado, tanto él como todo los que hayan cometido crímenes de guerra, que es prácticamente todo el gobierno israelí. El alto al fuego no funciona, ya lo rompieron varias veces y la ayuda humanitaria no está entrando.

¿Volverías a embarcarte en algo así?

Yo volvería sí. No sé si en esta que viene, y ojalá no sea necesario otra, pero sí, lo haría de vuelta.

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