En Uruguay, 400.000 niños, niñas y adolescentes viven en hogares que tienen al menos una privación de vivienda, lo que representa que uno de cada dos menores vive en un lugar que no tiene las condiciones suficientes para su desarrollo y que afecta directamente sus oportunidades.
Esto surge de la investigación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Cámara de la Construcción del Uruguay, Infancia y vivienda. Prioridades para una agenda nacional, que fue publicada a principios de julio y que asegura que la vivienda y el entorno inmediato funcionan como un reproductor de desigualdad social y de pobreza.
“La vivienda tiene efectos sobre la salud y condiciona las oportunidades de niños y niñas. Es el lugar que tienen para estudiar, donde pasan la mayor parte del día y que determina completamente su futuro”, dijo a la diaria Darío Fuletti, encargado de monitoreo y evaluación de Unicef Uruguay.
Según la investigación, que tiene como autores a Fuletti, Agustín Greif, Florencia Seré y Yanina Aniotz, las carencias en las viviendas (hacinamiento, materiales precarios, humedad, mala ventilación y deficiencias en el saneamiento) incrementan la exposición a enfermedades respiratorias, crónicas así como también infecciosas, e influyen directamente en la salud mental de niños y adolescentes. El hacinamiento y la falta de privacidad generan malestar, problemas de conducta, y pueden aumentar la exposición a situaciones de violencia o abuso. Las malas condiciones de vivienda también dificultan el desarrollo educativo. Además, las condiciones del entorno, como la lejanía de los centros educativos, la inseguridad vial o la falta de transporte, complican la asistencia regular.
El entorno urbano también incide en las oportunidades de desarrollo. En Montevideo, la infancia se concentra en la periferia, donde se dan mayores niveles de pobreza, violencia comunitaria, falta de espacios públicos seguros y accesibles y segregación residencial. Estas condiciones limitan la movilidad, la socialización y el acceso a servicios esenciales como educación, salud y cultura.
¿Cuáles cree que son los principales resultados de este informe?
Lo que buscamos con este informe fue analizar el índice de pobreza multidimensional oficial que presentó el INE. Hay dos dimensiones de ese índice que tienen relación con la vivienda, por lo que frente a toda la discusión que hubo en la campaña electoral sobre la lucha contra la pobreza infantil, queríamos mostrar cómo se puede ir un poco más allá de lo que normalmente hablamos, que es la pobreza monetaria, y ver algo más concreto e importante en el día a día de los niños y de los adolescentes. Así como pasa con la pobreza monetaria, estos indicadores de privaciones muestran prevalencias mucho más altas en los hogares donde hay niños, niñas y adolescentes.
Llegamos a la conclusión de que 44% de los hogares con niños, niñas y adolescentes tiene algún tipo de privación de vivienda y la mayor parte es la calidad de la vivienda o el hacinamiento, lo que nos muestra que uno de cada dos niños y adolescentes viven en un hogar donde hay algún tipo de condición asociada a la vivienda que no es la ideal.
¿Por qué consideran que la calidad de la vivienda es determinante para la vida y el desarrollo de niñas y niños?
La vivienda en particular es súper importante porque tiene efectos sobre la salud por la exposición a contaminantes, al frío o al calor. Es el lugar que los niños tienen para estudiar, donde pasan la mayor parte del día, por lo que determina todo su futuro. Consideramos que es una inversión fundamental, porque si la sociedad y el Estado mejoran las viviendas, se mejorará la educación, la salud y las condiciones de vida en general.
¿Se puede entender que la situación de la vivienda es también una especie de reproductor de desigualdad social y de pobreza?
Sí. En el informe no sólo hablamos de viviendas, sino también del entorno inmediato, del barrio, de la zona donde se vive. Hay una correlación entre la calidad de la vivienda y el porcentaje de hogares que tiene alguna privación y dónde están situados. Si están situados en lugares que están alejados del centro, las personas tienen que pasar mucho tiempo trasladándose y pagar para poder hacerlo. Y si llueve no pueden salir tan fácil de su casa porque no hay veredas o no hay incluso lugares de esparcimiento. El lugar donde uno vive condiciona también las redes de contacto que uno tiene y que va formando.
¿Está suficientemente visibilizado este problema?
Consideramos que no. Justamente por eso es que hicimos este informe y lo estamos difundiendo. Ya lo presentamos a las autoridades. Analizamos lo que son los planes quinquenales de vivienda de los tres últimos gobiernos, para ver qué tanto se hablaba de niños y adolescentes. La verdad es que se los menciona muy poquito. En las medidas concretas o en los planes que están en el sistema de vivienda de Uruguay, hay muy poquitas políticas que estén específicamente diseñadas para familias con niños y adolescentes.
Otro de los temas que se analiza en el informe es el fenómeno de la segregación residencial y la situación de la periferia en donde radican la mayor cantidad de niños. ¿Qué destacaría de esta situación?
Cuando nos movemos hacia la periferia crece en importancia no sólo el tema de la vivienda, sino también el tema del entorno y del barrio, y nos enfrentamos al hecho de que a veces la ciudad no está pensada para un buen tránsito de los niños y adolescentes. Por ejemplo, la mayor parte de los trayectos se hacen a pie y, sin embargo, en esas zonas no hay muchas veredas, ni sombra para el verano, quedan lejos, no hay un transporte público eficiente, y eso hace que la niñez tenga menos espacio para interactuar con otros y quede más aislada.
¿Qué propuestas en materia de política pública están proponiendo?
Hemos presentado varias. Creemos que hay que medir mejor las políticas que hacemos y cómo llegan. Hay que promover medidas que sean específicas para la infancia y que las viviendas que se hagan sean adecuadas para familias. Hay que aumentar la inversión en vivienda porque todavía sigue habiendo déficit habitacional y apoyar a los hogares que necesitan reformar su hogar.
Otro tema es que Uruguay impulsa varias políticas de vivienda, pero están en diferentes instituciones. Generalmente la información es difícil, la burocracia puede ser un poco complicada. Es necesario crear una especie de ventanilla única donde una persona que quiere consultar tenga un acceso fácil.