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María Moreno

Foto: Alessandro Maradei

Grupo ad hoc de la Comisión Nacional Asesora de Vacunación de Uruguay estudia las vacunas contra la covid-19 y por ahora no descarta ninguna

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Evalúa las vacunas del mecanismo Covax y también las de laboratorios que no lo integran y con los que se podría hacer acuerdos bilaterales.

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Leído por Andrés Alba
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Países como Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, China y Emiratos Árabes ya comenzaron a vacunar contra la covid-19; la Unión Europea lo hará en estos días, y también los latinoamericanos México, Chile, Argentina y Brasil. La iniciativa Covax, creada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con dos socios internacionales (la Alianza Mundial para las Vacunas y la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias), está haciendo lo posible para cumplir el objetivo con el que fue creada: garantizar a los países participantes (que son 190) el acceso a dosis para cerca de 15% de su población tan pronto estuvieran disponibles. Pero las leyes del mercado y el poder de los países más ricos parecen hacer tambalear la aspiración igualitaria de la OMS.

Por medio de Covax, los países comenzarán a recibir las vacunas durante el primer semestre de 2021; las dosis podrían empezar a administrarse en “el primer trimestre de 2021”, afirmaron esta semana las autoridades de la OMS, y Seth Meyer, de la Alianza Mundial para las Vacunas, aclaró que esto último dependerá “de la disponibilidad de vacunas”, de “que hayan sido aprobadas por autoridades regulatorias” y de que “los países estén listos”. Uruguay reservó en octubre, mediante Covax, la compra de las dos dosis para 750.000 personas, que es el 20% de la población y, según declaró semanas atrás el ministro de Salud, Daniel Salinas, serán destinadas a la población de riesgo: personas que están en residenciales, mayores de 65 años, personal de la salud, docentes, personas privadas de libertad y personal de los ministerios de Defensa Nacional e Interior. El tema es cuándo llegarán.

Trabajo desde Uruguay

La Comisión Nacional Asesora de Vacunaciones (CNAV) conformó en agosto un grupo ad hoc para analizar todas las vacunas contra la covid-19, explicó en diálogo con la diaria María Moreno, docente del Departamento de Desarrollo Biotecnológico del Instituto de Higiene (Facultad de Medicina, Universidad de la República), que integra la CNAV en representación de la Udelar. En ese grupo participan, también, referentes del Ministerio de Salud Pública (MSP), de otras áreas de la Udelar y del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), que se sumaron en setiembre. Al principio se reunían cada 15 días, pero a esta altura lo hacen todas las semanas.

“Empezamos a trabajar con una revisión de las vacunas en desarrollo, pensando más que nada en la herramienta Covax, pero sin quitar el ojo a las demás, porque ya sabíamos que por Covax o por acuerdos bilaterales se podía llegar a acceder a alguna otra (por fuera de las nueve incluidas inicialmente en Covax). Estudiar otras vacunas con plataformas muy similares a las que están incluidas en Covax nos permite, de antemano, ir viendo cómo se están comportando y, por sus similitudes, extrapolar esos resultados al otro tipo de vacunas y prever cuáles pueden ser las limitaciones de cada una de ellas”, detalló.

El grupo ha analizado las vacunas que están en fase 3 –ensayos clínicos que involucran a miles de personas– “porque sabíamos que iban a ser las primeras en ser aplicadas mundialmente y a las primeras que podíamos acceder”, puntualizó Moreno, pero también estudia las que están en las fases previas, 1 y 2, porque “posiblemente sean algunas a las que accedamos más tarde para inmunizar al resto de la población”, agregó. El grupo ha elaborado reportes en base a las publicaciones científicas de los estudios en curso (que han sido pocas, Pfizer es una de ellas), a datos que han presentado a las agencias reguladoras y que se hacen públicos al momento de su aprobación (como Moderna) y a partir de información publicada en la prensa.

“No estamos acostumbrados a este tipo de desarrollo y a que se aprueben antes de publicarse y de terminarse los ensayos clínicos, que sean resultados de análisis intermedios, esa es una realidad y nos vamos adaptando”, comentó Moreno, que es licenciada en Bioquímica y doctora en Inmunología.

“No hay ninguna vacuna descartada”, sostuvo Moreno. “Desconocemos cómo va a funcionar el mecanismo Covax. Prometieron vacunas para el primer semestre de 2021, pero me cuesta creer que puedan llegar con alguna de ellas a una producción tan grande como para todos los países que han adherido”, agregó, aclarando que esa es su opinión personal. Entre esos 190 países hay algunos gigantes, como China. Si bien en la última semana Covax ha intentado incorporar otras vacunas –está buscando acuerdos con Janssen y Sanofi/GSK–, la investigadora comentó que muchas de esas vacunas “tienen casi comprometida toda su producción del año que viene”.

Uruguay apostaba al mecanismo Covax, en parte porque tenía dominio sobre la pandemia. “La verdad es que hasta hace un mes y pico no nos preocupaba tanto el hecho de la vacuna: Uruguay venía bien, iba a salir de vacaciones, en esta época la gente está más al aire libre, no hay clases, hay licencias y demás; tener vacunas antes del invierno o junto con el invierno iba a amortiguar un poco la situación”, informó. Pero el crecimiento exponencial del virus en este último mes desequilibró la situación y el margen que se pensó que se tenía.

Por eso desde el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, hacia abajo en la escala jerárquica, varias autoridades trabajan para lograr acuerdos bilaterales con farmacéuticas e institutos de investigación. “Se está buscando conseguir aunque sea unas pocas dosis”, comentó Moreno, y dijo que “eso es lo bueno que tiene Uruguay, que no necesitamos tantas dosis, quizás con un puchito o algo podamos amortiguar un poco y vacunar a aquellos que están más vulnerables o que son más esenciales, como el personal de la salud que trabaja en CTI. Se está trabajando, tratando de contactar con las empresas y de ver qué posibilidades reales hay, y también de solicitar un poco más de información, porque en algunos casos nos basamos en primicias de anuncios de prensa, y antes de aplicar una vacuna tenemos que ir por lo seguro”, agregó.

Como Uruguay no tiene un organismo regulatorio de medicamentos, Moreno estimó que se optará por las que estén aprobadas por organismos como las agencias de medicamentos de Europa, de Estados Unidos y quizás la rusa. Dentro de todo, el rezago en este caso puede tener ventajas. El hecho de suministrar dosis a un amplio número de personas permitirá ver efectos adversos que no se vieron en el desarrollo de los ensayos clínicos, como pasó, por ejemplo, en Inglaterra, donde al comenzar a dar la vacuna de Pfizer surgieron casos de alergia severa, algo que no se había presentado en los 40.000 voluntarios; por ese motivo, dejó de recomendarse la vacunación para personas con esa condición.

En cuanto a la implementación, Moreno opinó que “no sería recomendable que la población empezara a vacunarse con distintas vacunas, por la complicación y la logística que eso implica, y sobre todo porque varias de ellas requieren dos dosis, entonces no podés vacunar con una y después con otra, porque lo que menos queremos es población mal vacunada. Queremos que las vacunas que lleguen sean efectivas, y un requisito para es que la población esté bien vacunada”.

Aclaró, de todos modos, que la decisión de qué vacunas comprar la tomará el MSP en base al beneficio y a la logística que pueda instrumentar. En ese sentido, será todo un desafío si se compran vacunas como la de Pfizer, que debe ser conservada a -70 grados centígrados, o la de Moderna (a -20º); en el caso de otras alcanza con que sean refrigeradas, que es como se almacena la mayoría de las vacunas que se administran en Uruguay. Mantener la cadena de -70 grados implica instrumentar una “logística complicada” desde el aeropuerto y en la distribución a los 400 vacunatorios del país, que deberán almacenarla en esas condiciones.

En ese sentido, si se cerrara trato con Pfizer, se está considerando la posibilidad de vacunar en los lugares en donde se vea más comprometida la situación sanitaria –por desborde de los CTI o por falta de personal de salud para asistir a ese nivel– y en donde haya posibilidades logísticas de suministrarla, de modo de tener que transportarla lo menos posible.

Moreno aseguró que la CNAV y la Unidad de Inmunizaciones del MSP han trabajado en un plan de vacunación. “Ese plan está”, afirmó, pero acotó que “se tiene que ajustar dependiendo de la vacuna que venga”.

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