De acuerdo a información brindada a la diaria por la Armada Nacional, en lo que va de la temporada, que para la fuerza naval empieza el 8 de diciembre, fallecieron nueve personas por ahogamiento, la misma cifra que hubo el año pasado en toda la temporada, al tiempo que se realizaron 27 rescates y 159 asistencias. Esta es la tercera causa más importante de mortalidad por traumatismo no intencional, según el último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Desde el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) advierten que en nuestro país la mayoría de los casos -94%- se dan en zonas no habilitadas para baños y donde no hay presencia de guardavidas, por “sobreestimar las posibilidades propias y del entorno”. Al apuntar a la educación y la prevención como “las únicas herramientas para evitar la pérdida de vidas”, destacan que saber nadar “no es suficiente” y que lo primordial es hacerlo respetando las indicaciones de los guardavidas.
Días de descanso
El funcionamiento de las brigadas de guardavidas varía según cada intendencia. Si bien en las costas del sur en todas las playas -a excepción de Colonia- se trabaja de lunes a domingo, los horarios difieren. En líneas generales, desde San José a Rocha, las casillas abren entre las 9.00 y las 10.00 y cierran alrededor de las 19.00 y las 19.30. Los departamentos que más varían son Montevideo, cuyo servicio se brinda de 8.00 a 20.00, y Rocha, que sólo tiene presencia en las playas desde las 10.30 hasta las 18.30. Al inicio del año, tras el ahogamiento de un hombre en La Paloma, un grupo de vecinos juntó firmas para extender el horario y crear nuevos puestos de vigilancia en el departamento lindero a Brasil, pero el pedido fue rechazado por falta de recursos. También hubo planteos similares en Colonia, donde luego de la polémica que generó el intendente Carlos Moreira al decir en una rueda de prensa que era “prácticamente inviable poner guardavidas en todas las playas”, se resolvió instalar una casilla de guardavidas en la playa El Calabrés, que abre de 8.00 a 20.00.
Uno de los aspectos reclamados históricamente por los trabajadores, es el de los días libres. En Montevideo “deberían descansar sábados y domingos, pero como es temporada los trabajan y se les pagan extra”, explicó Silvia Pérez, directora de la división de Educación Física, Deporte y Recreación de la Intendencia capitalina. La situación se asemeja a la de Rocha, pues la actividad no cesa y trabajan 104 días consecutivos, de acuerdo a declaraciones que hizo a este medio el presidente de la Asociación de Guardavidas de Rocha (AGR), Rafael Méndez, algunas semanas atrás. En Maldonado esta es la primera temporada en la que quienes se encuentran en las playas cuentan con un día de descanso. Según Alfonso Correa, guardavidas que actualmente está en la Posta del Cangrejo, antes de este logro la labor “se hacía bastante cuesta arriba, al punto de que perdés la noción de en qué día estás, y es agotador”.
Correa también se refirió a los principales recaudos que se deben tener a la hora de pensar en prevención, y señaló que aquellas personas que no tienen un vínculo de cercanía con el mar o el río, como nadadores y otros deportistas, deben estar siempre bajo la supervisión de guardavidas. En segundo lugar, manifestó que una de las mayores preocupaciones para él y sus colegas son los niños que se bañan solos, algo que “llama muchísimo la atención” y los lleva a “pasarla bastante mal”. De hecho, según el Ministerio de Salud Pública (MSP), los ahogamientos son la primera causa de muerte por lesiones no intencionales en poblaciones de entre uno y cuatro años, y entre diez y 14 años, y la segunda en la franja de entre cinco y nueve años.
Enfocado en esas edades, el MSP presentó en diciembre de 2021 una serie de recomendaciones de prevención. Entre las sugerencias para los más chicos, advirtió que “uno de los principales riesgos es la falta de supervisión adecuada”. Por lo tanto, se solicita a padres y tutores mantenerse atentos, incluso cerca de los servicios de guardavidas. Más allá de las playas, en las que se debe nadar únicamente en zonas habilitadas y vigiladas, hay que poner especial atención a las piscinas y asegurarse de que cuentan con medidas básicas de protección. Lo ideal es que tengan cercos en sus cuatro lados, con altura suficiente como para que no se trepe o salte a través de ellos, y que no se ingrese desde alturas ni se corra alrededor.
Respecto de los adolescentes, las condiciones cambian porque los ahogamientos “suelen ocurrir fuera de casa, en lugares no supervisados”, por “zambullirse en zonas de escasa profundidad, practicando deportes acuáticos o al nadar bajo los efectos del alcohol”. En ese sentido, es importante que los jóvenes se bañen en espacios seguros y que eviten hacerlo en ríos, lagunas o bajo cascadas, pues puede haber corrientes internas y plantas que supongan riesgos.
Para Correa, salvar vidas no solamente implica los rescates en situaciones de peligro, sino también la señalización y el constante diálogo con los bañistas. Además de las clásicas banderas verde, amarilla y roja, en sus puestos cuentan con cartelería que busca educar e informar, y otras banderas que se colocan en la arena para indicar cuáles son las zonas de baño, peligro y retorno. Aun así, el guardavidas destacó que las personas no deben “descansarse” en su presencia, porque eso supondría que dos trabajadores queden a cargo de entre 200 y 400 individuos.
En camino a la tecnicatura
“El ahogamiento es un problema de salud nacional, esencialmente enraizado a la educación”, dijo Pedro Oliveri, integrante de la Mesa Nacional de Guardavidas. Según Oliveri, para disminuir los casos debe existir una mirada compartida por el Estado y los gobiernos departamentales, desde los que se tiene que instruir a la población, además de asegurar buenas condiciones de trabajo para su sector. En ese sentido, destacó los aportes del proyecto en el que está avanzando la Universidad de la República, que convertirá el curso de guardavidas en una tecnicatura.
La formación, de un año de duración, se brinda en el Instituto Superior de Educación Física (ISEF), en la sede de Rocha del Centro Universitario Regional del Este (CURE). Diego Alsina, coordinador de las carreras del ISEF en el CURE, explicó que el nuevo programa está aprobado casi en su totalidad y que las disposiciones que introduce permiten unificar ciertas unidades curriculares con las de la Licenciatura en Educación Física, y les dan la posibilidad a los guardavidas de “estar activos” dentro de la dinámica académica. Esto significa que podrán participar en actividades de investigación y extensión, presentarse a fondos concursables y profundizar en la producción de conocimiento, algo en lo que el área “está corriendo de atrás”.
A partir de diferentes instancias de trabajo, el CURE llegó a hijas e hijos de pescadores a los que sus familias no les permitían ir a la playa, o a jóvenes que, a pesar de contar con una piscina en su departamento, no tenían acceso a ella. Reconociendo carencias y apostando a la creación de herramientas y el fortalecimiento de lazos con el territorio, la sede esteña de la Udelar “ofreció un espacio para que esa gurisada pueda ir a preparar la prueba” de ingreso al curso, relató Alsina. “Ese es el vuelco que tiene” la tecnicatura: “el trabajo con la población”, además de “la educación en relación a la prevención, el rescate y los cuidados que hay que tener en la playa”.