Dos de los reconocimientos que entrega la Academia Nacional de Medicina a los trabajos académicos vinculados a la salud, son el Gran Premio Nacional de Medicina y el Premio Ministerio de Salud Pública (MSP).
Este año los premios se entregaron este jueves. El primero fue para un estudio de las variables que afectan la respuesta a la clozapina en pacientes del hospital Vilardebó. En diálogo con la diaria, Ismael Olmos, uno de los autores principales del trabajo, explicó que la clozapina es un antipsicótico atípico que se usa de referencia para los casos de esquizofrenia resistente, es decir, aquella que no responde a dos tratamientos, por lo tanto, se le aplica clozapina.
El equipo investigador, compuesto por más de diez personas de la unidad farmacológica del Vilardebó, la Universidad de la República, la Facultad de Química de la universidad y el Institut Pasteur, entre otras instituciones, desarrolló el estudio con aproximadamente 100 pacientes con esquizofrenia que se atienden en la policlínica del hospital y están compensados con el fármaco desde hace por lo menos seis meses, a quienes durante el estudio se les ajustó la dosis. Lo que se observó fue la farmacocinética, es decir, cómo se absorbe y se elimina y las concentraciones plasmáticas en sangre.
Los resultados indican varias conclusiones puntuales sobre las variantes, entre ellas, que los pacientes fumadores eliminan más rápido la clozapina y, por lo tanto, necesitan concentraciones mayores. Con respecto a la genética, observaron que el humo del cigarro o de otras sustancias como la marihuana hace que la enzima la elimine más rápido. A su vez, los pacientes obesos tienen concentraciones plasmáticas más altas que las de quienes no lo son; esto, según Olmos, “va en contra de la intuición porque pueden necesitar menores dosis” que el resto de los pacientes.
Por otra parte, hubo conclusiones más específicas. Una se refería al rango terapéutico que se considera para las concentraciones plasmáticas de clozapina, de entre 350 y 600 nanogramos por mililitro. Se dice que estas son “cantidades óptimas” que se basan en un consenso internacional, pero la investigación detectó que por lo menos los pacientes considerados para la muestra están en un rango mayor más amplio que el que marca el consenso, por esto los investigadores le propusieron a una entrevista internacional que el rango vaya de 200 a 650 nanogramos por mililitro, porque con concentraciones menores el fármaco puede ser igual de efectivo.
Olmos agregó que, con base en las conclusiones, el equipo hizo hincapié en la importancia de individualizar la terapia, “porque es común que todos los pacientes estén con los mismos tratamientos y expuestos a dosis altas”. Esto implica algunas complejidades porque en la evaluación de los efectos adversos quienes reciben las concentraciones plasmáticas más altas pueden presentar constipación y sialorrea (exceso de saliva), que puede generar otros cuadros, por ejemplo, infecciones respiratorias. Con estas y otras sugerencias de cambios en los tratamientos, a partir de los resultados, los investigadores elaboraron una guía y la idea es que a futuro tenga un impacto nacional.
Además del premio de la academia, la investigación fue presentada al Fondo María Viñas de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación y ganó.
Un cambio en la estrategia de atención
El premio del MSP lo ganó la estrategia de Notificación y análisis de niñas y adolescentes menores de 15 años en situación de embarazo, que se implementó en la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) en 2021.
En diálogo con la diaria, Mónica Gorgoroso, una de las autoras y referente técnica de salud sexual y reproductiva de ASSE, explicó que la estrategia se creó a partir de que en 2020 hubo una muerte materna de una adolescente de 14 años y, cuando se revisó el proceso asistencial que se aplicaba, “se vio que las atenciones no abordaban la complejidad de la situación y [que] el mapa de ruta que se aplicaba necesitaba un apoyo”.
A partir de ese fundamento se ideó una estrategia para que cualquier profesional de ASSE pudiera notificar de los embarazos de menores de 15 años a la Dirección de Niñez y Adolescencia de ASSE. Eso activa un protocolo de acción que revisa y prioriza el caso según el riesgo.
Además, se brinda apoyo a los equipos mediante una reunión por zoom con todos los actores involucrados, en la que se discuten y se acuerdan las alternativas de intervención.
Intervenir incluye lo que es inherente a salud y también acciones vinculadas a otras cosas, por ejemplo, a la necesidad de judicializar y a las medidas de protección que se consideren necesarias, explicó Gorgoroso. Otra de las cosas que permitió la estrategia es conocer caso a caso, sistematizar la información y tener mayor detalle de los embarazos infantiles.
En los primeros tres años la dirección recibió 345 notificaciones; 190 de ellas corresponden a menores de 15 años. Las notificaciones llegaron de todo el país, excepto del departamento de Durazno.
La especialista agregó que, si bien tres años es un tiempo breve para hacer evaluaciones de la aplicación de la estrategia, “ya se notan cambios en las prácticas de los profesionales de salud”, quienes ahora poseen un mayor conocimiento del tema. Ejemplificó que esto se nota, por ejemplo, en variables muy concretas, como la indagatoria y el registro de las características del progenitor del embarazo. Cuando comenzó la estrategia, en la mitad de los casos no había registro en la historia clínica de la gestante, mientras que en la actualidad, “en el 97% de los documentos hay datos sobre quién es y cómo es el vínculo con la gestante”.
Otras ventajas son la captación precoz y la actuación inmediata, por ejemplo, con la realización urgente de la primera ecografía para dar cuenta del tiempo del embarazo y considerar los tiempos de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Rápidamente “se conocen los riesgos y existe la posibilidad de realizar la intervención terapéutica, aunque es importante mencionar que cuando el embarazo pone en riesgo a la niña se interrumpe luego del plazo”, agregó.
En cuanto a aspectos a mejorar, Gorgoroso consideró que, como se trata de situaciones ocultas y normalizadas dentro de su contexto”, es necesario desarrollar herramientas más específicas ante el abuso. También hay que articular la interinstitucionalidad para “proteger mejor a las niñas, con respuestas que sean cada vez menos fraccionadas”. Por último, consideró necesario intensificar la reparación del daño, ya que “no alcanza con diagnosticar las situaciones y actuar ante ellas: hay que ofrecer otros espacios para que los derechos sean restablecidos”.
“Presentarnos a este premio tiene la finalidad de posicionar los embarazos infantiles en la agenda pública de salud”, dijo Gorgoroso.