La Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva (SUMI) difundió los resultados de dos mediciones: un estudio a integrantes del grupo y una encuesta dirigida a residentes, que revelan una alta prevalencia de factores de riesgo psicosocial y del síndrome de burnout en el sector.
El estudio muestra que un 26,5% de los participantes reportó un nivel alto de agotamiento emocional y de distanciamiento afectivo. En el caso de los residentes, la situación es más crítica: el 91,4% presenta algún grado severo del síndrome.
Estos resultados se vinculan con múltiples factores. En primer lugar, el multiempleo y la sobrecarga horaria: la mitad de los intensivistas tiene tres o más empleos y más del 50% trabaja más de 54 horas semanales. Además, uno de cada tres cuenta con un solo fin de semana libre al mes.
Otro factor relevante es la violencia laboral. El 70,7% de los participantes declaró haber sufrido violencia psíquica, que en casi el 40% de los casos proviene de colegas o superiores. También se reportan situaciones de violencia ejercida por familiares de pacientes. Los especialistas señalan, además, la falta o inadecuación de espacios destinados a su bienestar físico y mental.
Las patologías asociadas a esta situación son principalmente la depresión y la ansiedad. En los dos años previos al estudio, un 34,3% de los participantes fue diagnosticado con alguna de estas dos condiciones. Asimismo, más de la mitad de los encuestados declaró experimentar síntomas como ansiedad e insomnio.
En diálogo con la diaria, Paula Genta y Lucciano Grasiuso, presidenta y secretario de SUMI, señalaron que las áreas críticas en la calidad del trabajo del intensivista son “las vinculadas al desarrollo de estrés laboral, como el multiempleo, la sobrecarga y la carga horaria semanal, ya que cuanto más horas se trabaja, mayor es el riesgo de desarrollar estrés”. La extensa carga horaria “implica un sacrificio personal significativo y un impacto directo en la salud física y mental del personal médico”.
Respecto de las diferencias entre el sector público y privado, y entre Montevideo y el interior del país, ambos dirigentes remarcaron que existe una brecha salarial que se denuncia “desde hace mucho tiempo”.
Sobre posibles soluciones, destacaron que es necesario “repensar el sistema de trabajo médico”, incluyendo las relaciones laborales con los prestadores y cambios estructurales que trascienden a la medicina intensiva.
“Queremos ser enfáticos en este punto: es necesario cambiar los contratos de arrendamiento de servicios por relaciones de dependencia, en las que los trabajadores médicos tengan los mismos derechos laborales que cualquier otro trabajador”, afirmaron. También remarcaron que “cada vez es más difícil formar recursos humanos en un sistema que necesita rediseñar sus estrategias”.
Por último, subrayaron la necesidad de generar un ámbito de intercambio con el Ministerio de Salud Pública para definir qué modelo de medicina intensiva se quiere para el país. Un diálogo que, según SUMI, también debe incluir al Sindicato Médico del Uruguay, la Federación de Médicos del Interior y la Unidad Académica de Medicina Intensiva.