“Se esperaba que fuera más simple”, confesó Mesa al ser consultado por la diaria sobre la actual ronda de Consejos de Salarios. La expectativa surgió, según dijo, de que no hubo discrepancias sobre los lineamientos propuestos por el Poder Ejecutivo, de que había información objetiva sobre los sectores y mesas respecto de la facturación, el empleo y los ingreso para permitir la clasificación con elementos más objetivos que la simple pulseada de la correlación de fuerzas, y de que las partes empresariales y sindicales manifestaron al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) que querían una negociación “más corta”. “Todo daba para que la ronda fuera más eficiente en el uso de los tiempos, pero no se presentó así”, afirmó Mesa, quien adjudicó el retraso a “voluntades políticas manifiestas que entorpecieron” el intercambio, la situación regional y la aparición de un elemento innovador: plataformas reivindicativas del sector empresarial.
¿Qué evaluación hacés de la ronda a esta altura?
Ya convocamos al Consejo Superior Tripartito –aunque con resistencia del sector empresarial– para el 15 de noviembre, y pensamos que vamos a llegar con una actualización de la ronda para informarlo. Tengo la impresión de que para ese entonces vamos a tener más de 50% de la ronda consolidada o en acuerdos próximos a la firma; yo suponía que podía ser un poco mayor, cercano a 70% y con un promedio de 20 semanas de negociación, muy similar al de la sexta ronda. Estimamos que va a quedar un grupo de mesas –esperemos que lo más chico posible– con dificultades para alcanzar un acuerdo. Hoy estamos más en una etapa de propuesta de acercamiento entre las partes y esperamos no aumentar el número de decretos. Esa es nuestra intención, aún con aquellos que tienen dificultades.
¿Cuáles serían los grupos más complejos?
Hay unas 15 mesas de negociación a las que les estamos prestando más atención desde la Dinatra [Dirección Nacional de Trabajo]. Las de mayor impacto, por cantidad de trabajadores y por eventuales brotes de conflictividad, son las de los rubros transporte interdepartamental de pasajeros, hoteles y gastronomía, metalúrgico, y supermercados. Comercio minorista también, pero sigue la lógica de supermercados.
¿Y en la salud privada?
Cerramos el acuerdo y ahora empezamos otra vez a tener dificultades, porque hay una discusión sobre una interpretación a nivel de método del acuerdo.
¿Lo mismo que sucedió en lácteos?
No, en salud hay un acuerdo salarial que modificó a otros anteriores en beneficios. Para atender los salarios más bajos, se pautó que para un salario por debajo de 36.000 pesos te tenías que comportar como sector dinámico, con ajuste de 8,5%, y por encima de este ibas a sector en problemas, con 6,5%. Pero en el sector las empresas pagan, en algunos casos, más que el laudo definido en Consejo de Salarios en forma directa, como sobrelaudo o por medio de una partida especial que define cada empresa. Cuando se armó el acuerdo no se consideraron estas partidas, lo que variaba la ubicación en las franjas. Es un problema de la literatura del acuerdo y de que hay empresas que se comportan por encima de estos. Y entonces comenzó la discusión de dónde se pasa raya, si se incorporan estas partidas o no. No es que el acuerdo en el sector lácteo se interpretara de forma diferente, sino que fue muy trabajoso el tipo de cláusulas de paz que se armaron y empezó un escenario de discusión casi inmediato de qué quedaba comprendido dentro de la cláusula. Firmamos el viernes y el lunes ya teníamos un lío. Normalmente se dedican muchas horas a la redacción final y es un trabajo muy profesional, pero a veces se escapa un elemento y para empezar a rediscutir el acuerdo es un problema.
¿Qué va a pasar con los rurales?
Salvando plantaciones de azúcar, que tiene acuerdo hasta finales de 2019, para el resto vamos a sacar un decreto de un año de duración, que hace una diferencia entre sectores en problemas –lácteos y arroz– y uno intermedio –ganadería– que aspira, por la duración, a que en ese tiempo se exprese la voluntad de las partes –por separado o en forma tripartita– de encontrar un cauce a la negociación salarial, que la definición de salario y condiciones se exprese en un acuerdo válido para todas las empresas y los trabajadores. También porque dentro de un año pueden cambiar algunos indicadores económicos.
Hay quienes manifiestan que hay un “trancazo” en el proceso de Consejos de Salarios. ¿Estás de acuerdo?
Cuando arrancamos la sexta ronda, el movimiento sindical y las cámaras empresariales, casi por unanimidad, nos dijeron que había voluntad de una negociación corta, de unos 60 días. No habíamos tenido gran discusión –al contrario de la sexta– sobre los lineamientos, más allá de algunas expresiones de cámaras empresariales que decían que no estaban acordes al Producto Bruto Interno, pero en general acordamos. Entonces, con lineamientos consensuados y todo el mundo diciendo que la negociación debía ser corta, suponíamos que efectivamente íbamos a lograrlo. De hecho, convocamos con anterioridad los vencimientos, que sólo dos grupos recogieron con voluntad: construcción y bebidas. Lo que vimos fue una actitud de mucha lentitud en el intercambio, y empezó a presentarse una serie de problemas objetivos no adjudicables a la voluntad de las partes, como la situación en la región, que tiene impacto –aunque limitado– en la economía de algunos sectores, y la incertidumbre del dólar, que tiene impacto en algunos sectores directamente; además, la inflación se sigue comportando en un tramo que genera incertidumbre sobre el comportamiento del salario real, más allá de que no sea [fuente de] preocupación. Además, la generación de empleo sigue siendo un tema que está arriba de la mesa, y nadie define salarios sin tener en cuenta ese parámetro. Hubo datos objetivos que empezaron a hacer más compleja la negociación, pero por otro lado se presentó un fenómeno más innovador: en una muy buena parte de los sectores empezaron a aparecer plataformas de los sectores empresariales. Ahora tenemos plataformas reivindicativas de sindicatos, de empresarios y también un conjunto de metas que planteamos desde el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social [MTSS]; son otros tiempos para conciliar. Por otro lado, no me corresponde hacer pública una clasificación sobre las voluntades de las partes en la negociación, pero es evidente que hay voluntades políticas manifiestas. Hubo expresiones, incluso antes que arrancara la ronda, en las que algunos actores partían de la base de que iba a ser dificultoso lograr un acuerdo. Declaraciones políticas, ni siquiera respecto de una plataforma.
Más allá de lo salarial, propusieron metas sobre las condiciones laborales. ¿Cuál fue el resultado?
En los casos en que logramos acuerdo, algunas fueron incorporadas. Nuestra intención es enriquecer la negociación, pero es obvio que la diferencia entre sectores es directamente proporcional a la madurez que tienen las partes para alcanzar un acuerdo. Los sectores que más rápida o históricamente acuerdan tienen mejores condiciones para abordar otros temas de la negociación que aquellos en los que la negociación es muy dificultosa. Para nosotros era obvio que colocar nuevos objetivos de negociación en el caso de los rurales era casi una fantasía, porque desde 2005 para acá ese sector se limitó exclusivamente a definir ajustes de salarios. Otros, como la construcción y la bebida, sí incorporaron nuevos términos. Y en el medio hay un pelotón grande que ni siquiera, o con mucho esfuerzo, incorpora una actualización de las categorías laborales. Si nos remitimos a la esencia de los Consejos de Salarios –incluso en la vieja ley– fijamos salarios por categoría, pero si no hay un esfuerzo del sector por actualizar, el ajuste se da sobre categorías antiguas. Y eso, que sería un aspecto primario de la negociación y que era una meta clave para nosotros, cuesta mucho trabajo incorporarlo.
¿Qué sucede con la prevención de conflicto?
Según nuestra concepción, las cláusulas de prevención de conflicto no tienen que ver exclusivamente con que el sindicato antes de tomar una medida vaya a determinados ámbitos de negociación de forma escalonada, sino a que si la empresa toma una decisión que podría ser una motivación de conflicto, también haga el mismo recorrido, de aviso previo y de negociación. En ese sentido, una de las principales cámaras del país, con predominancia del factor ideológico, planteó avanzar en prevención de conflicto en todos los grupos, pero no estaba de acuerdo con la propuesta del MTSS. Hay cámaras empresariales que han dicho que se trata de su decisión, y que no tienen por qué recorrer ningún camino previo en conjunto con la parte sindical. Se dice que esto pertenece a la autonomía de la empresa, pero, por otro lado, que es necesario regular todo lo que pertenece a la autonomía de la organización sindical. Cuando arrancó la ronda, hicimos una propuesta equilibrada para ambas partes y había expresiones de este tipo. Ahí ya me di cuenta, sobre la base de estos posicionamientos, que esta ronda iba a estar complicada.
¿Cómo fue el proceso de acercamiento de las partes?
Ya en la primera reunión alguna cámara planteó 0% de ajuste de salarios, ni siquiera mover la aguja en relación al IPC [Índice de Precios al Consumo], y hasta reducción de salarios. Cuando arrancás así es muy difícil alcanzar un acuerdo, aunque haya 20 reuniones,. Lo mismo podría decir si, en una circunstancia económica adversa, la plataforma sindical propusiera un crecimiento salarial de 50%.
Lo que hoy puedo confirmar es que estamos en una ronda grande, que nos iba a exigir un esfuerzo extraordinario en recursos humanos, de atención de los profesionales que atienden los Consejos de Salarios. Aún con estas dificultades, estamos en una ronda que tiene un comportamiento –desde el punto de vista de la cantidad de acuerdos y del tiempo que lleva alcanzarlos– más o menos normal, sin grandes sobresaltos.
Algunos grupos no se han movido por dificultades de la negociación; en otros no hay ningún acuerdo todavía, pero al interior hay varios subgrupos que ya acordaron, y los acuerdos se cierran cuando firman todos. Ya la semana que viene uno o dos grupos que se comportan de esta forma van a empujar el porcentaje de acuerdos bastante hacia arriba. Siempre tenemos la posibilidad de una votación o de un decreto final para resolver, pero si lo movemos en términos de acuerdos en supermercados y en los metalúrgicos, estamos atendiendo a los que tienen mayor cantidad de trabajadores involucrados. En cuanto a transporte interdepartamental de pasajeros, estamos con tiempo porque el acuerdo venció en julio, y hoy [por el jueves] acercamos una propuesta a las partes. Tenemos 79 grupos cerrados de 196, si pensamos en toda la ronda que empezó con vencimientos en diciembre, febrero, marzo y junio.
En cuanto a pautas, ¿hubo acatamiento en términos generales?
La excepción que hay es en el tiempo entre correctivos. Tenemos un porcentaje grande de abstenciones del Poder Ejecutivo, sobre la base de los acuerdos que son de correctivos anuales en vez de 18 meses como se proponía, porque son acuerdos de 24 meses en vez de 30 o 36. Sin embargo, los porcentajes se mantuvieron. El ajuste es dificultoso de lograr, pero está dentro de las variantes de los lineamientos, y después se desplaza al tema de las condiciones de trabajo, algunas sin impacto salarial ninguno.
¿Alguna cláusula de las acordadas te resulta novedosa?
Me llamaron la atención los acuerdos de bebidas y de construcción por los elementos de cuidados incorporados. Esto responde a la voluntad de las partes de negociar y a las características de este tipo de gremios. Son sectores con una historia muy larga de negociación colectiva, y aunque sea complejo incorporar nuevos temas, siempre es más sencillo en estos casos que en sectores con procesos más recientes.
¿Cuáles son las expectativas del gobierno?
Me preocupa si al final de la ronda, o del período de gobierno, se seguirá expresando una diferenciación salarial o de condiciones de trabajo grande entre los sectores. Me preocupa no haber avanzado un paso más en rurales, en términos de gestión política de las cosas. Que los sectores que siempre negociaron en la historia sean los que hayan sido más rápidos y hayan puesto más contenido en la negociación, y que un grupo grande de sectores que no tienen el mismo grado de madurez no hayan dado un paso adelante para colocarse en términos de mayor igualdad con los primeros. Eso sí sería una señal de avance. Si uno mira la reducción de la pobreza y la exclusión social desde 2005, yo entiendo que lo laboral tiene una presencia relevante en los resultados, por la generación de empleo, la formalización y el comportamiento del salario vía negociación colectiva y aumento del salario mínimo. Pero me preocupa el futuro de eso, que haya alguno de los componentes, como la generación de empleo, que se pueda llegar a debilitar y que pueda arrastrar al componente de la formalización. Y si se debilita el salario y las condiciones de trabajo, empezamos a tener dificultades. Miro los rubros rurales o domésticas y ya veo un componente de salario bajo, de gente que está en el interior del país, donde los cumplimientos del laudo son menores y la formalización también es menor. Uno mira ese combo y vemos que hay un problema. Entonces pasamos raya en Consejos de Salarios y el resultado es positivo, pero hay algunos elementos para analizar al final de la ronda o del período.
Sobre los anestésico-quirúrgicos
“Hace un tiempo un amigo decía que nuestras políticas generaron condiciones para que los más desprotegidos tuvieran otra situación, y me refiero a las mayores libertades sindicales. Pero obviamente ese espacio lo aprovechó también gente que ya tenía poder antes, y lo hicieron para cambiar denominaciones de su colectivo y para ubicarse en algunos de los sistemas generados. No con la lógica de un sector que fue excluido en sus derechos, sino para aprovechar esa ranura y redoblar las condiciones que tenía. Los ingresos actuales y de antes de algunas profesiones, como esta, no son resultado del esquema de negociación colectiva, sino de otros resortes del poder, con respuesta del poder político-institucional, por cómo eran contratados y por cómo se les pagaban. Esta profesión no depende de la negociación colectiva para generar condiciones de trabajo ni de un laudo para determinar sus ingresos. Ahora están hackeados, no económicamente, porque nadie varía sus condiciones actuales, sino desde el punto de vista de sus condiciones a futuro, porque ya no pueden utilizar los mismos resortes o vías para alcanzar resultados que obtuvieron en el pasado. Ahora tienen que venir a un escenario de negociación colectiva, al menos en esencia, porque las empresas responden desde una lógica propia que a mí no me corresponde cuestionar.
En particular sobre la coyuntura, recibí dos reivindicaciones o planteos de los anestésicos-quirúrgicos. Ellos públicamente dicen que es una sola, pero a efectos de la negociación colectiva, son dos. Una es que quieren una mesa en el grupo 15, específica, y otra, que quieren ser los representantes de esa mesa. Pero los Consejos de Salarios no son un ámbito administrativo: tiene que haber voluntad de las tres partes para abrir el espacio y, si se abriera, no se modifican los términos de representación en el grupo por sí. De hecho, nada me indica que haya que revisar que la organización más representativa es el Sindicato Médico del Uruguay. Pero ya determinamos que no se va a abrir una nueva mesa sobre un argumento de fondo: que las profesiones tengan mesa de negociación específicas. Es como volver a la Edad Media, expresa cómo funcionan las empresas y modifican en términos relevantes la concepción de negociación colectiva. Esta discusión, de cualquier forma, no resuelve lo que está planteado de fondo que es: ‘Yo quiero un lugar en el que solamente pueda estar yo y discutir las condiciones de mi trabajo y salario’, asumiendo que se tiene la mayor representación.
Por otro lado, es difícil pasar por alto que después de tanta discusión pública sobre el daño de algún tipo de medidas sindicales en los últimos meses, que han sido titular de prensa y continuos discursos, no se tenga el mismo grado de reacción ante medidas que afectan a la población de forma directa, y nada menos que en términos de salud. Esto evidencia que hay sindicatos permanentemente cuestionados en su acción y sindicatos que se denominan así pero no son sindicatos, y por tanto su acción molesta menos. Son una expresión de un sector con alto poder económico, social y político, y sus acciones no encuentran el juicio en el volumen que encuentran otros.