Para el sector agropecuario, 2025 no está siendo un año bueno por varios motivos, algunos no exclusivos de este período. Hay productores que aún no lograron recuperarse de algunos eventos meteorológicos vividos el pasado año, a lo que se suman las olas de frío polar que hubo en invierno. Pero, por otro lado, uno de los problemas endémicos de la producción de frutas y verduras es la diferencia entre los precios que paga el consumidor y lo que recibe el productor.
Mario Buzzalino, presidente de la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR), dijo a la diaria sobre el mercado y los precios que “hay que separar esas dos cosas”, ya que “una es el precio que paga el consumidor, y otra es el precio que recibe el productor”. Además, aclaró que, por el desarrollo que ha tenido la horticultura, en el norte y el sur, se ha logrado “desestacionalizar” la producción. Esto quiere decir que “hay una cantidad de rubros que hace años atrás tenían estacionalidad de muchos productos, por ejemplo, tomate, morrón, chaucha, berenjena y zapallitos”. Gracias al desarrollo que la producción ha tenido por los cultivos forzados o protegidos, en los invernáculos fundamentalmente, “eso generó una oferta permanente de esos productos. Entonces, el consumidor se acostumbró a que hay zapallito o morrón todo el año”, agregó.
Para Buzzalino, lograr producir en esas condiciones adversas, ya sea por el clima o, en algunos casos, por la volatilidad del mercado, “implica trabajo y sobre todo inversión”. “Por lo tanto, los costos no son los mismos, y los rendimientos tampoco. Además, el precio al consumidor también varía”.
El productor mencionó que en la horticultura se pierden productores pequeños todos los años, algo que inevitablemente incide en el mercado. “Los que van quedando se han desarrollado más, se han concentrado en la producción y se genera una producción cada vez mayor. Lo dan los números de la UAM [Unidad Agroalimentaria Metropolitana]. Hoy se producen en torno de las 400.000 toneladas de hortalizas y frutas que ingresan a la terminal por año, y está históricamente en un 60-70% de lo que es la producción global”, informó.
Sobre la producción de este año, afirmó que “sin dar vueltas”, 2025 “fue realmente malo”, y que en ese balance, recuerda como antecedente que la cosecha de tomate en 2024 “fue un desastre”, no en kilos, pero sí en lo financiero. “Hubo una ventana de 20 días, donde las cosas cambiaron, y se lograron precios importantes. Eso logró equiparar parcialmente. Después hubo verduras como el boniato, que tuvo una cosecha normal, pero con precios malos, y otras como el zapallo, concretamente el calabacín o el kabutiá, variedades para las cuales la temporada fue muy complicada”, con precios “que no cubren ni siquiera la producción”.
Por esa pérdida de productores y ante las malas cosechas de algunos productos, en Canelones “se produce más alfalfa y menos frutas y hortalizas”. “Eso es un indicador clarísimo de la pérdida de productores y de la cantidad de unidades productivas que termina en manos de gente de Montevideo, que tiene la chacra para los fines de semana. No tengo nada contra la gente que se muda para vivir al medio rural, pero la producción desaparece”, afirmó.
Buzzalino sostuvo también, a modo de reflexión, que “cada vez quedan menos empresas” y hay “empresarios más grandes que van supliendo todo en cuanto a toneladas” de producción, pero “si esto se analiza desde el punto de vista sociológico, el desarraigo y frustración que implica para alguien que se funde porque no puede seguir trabajando es bastante complicado y duro de aceptar”.
“Tuvimos un año malo, y con una percepción complicada, porque además cuando el productor pierde o tira una cosecha, tiene que volver a empezar el año que viene, y realizar la preparación de tierra y comprar semillas, pero sin el dinero de la cosecha anterior. Es duro y lamentable”, agregó.
Sobre las perspectivas para 2026, aseguró que “se visualiza con incertidumbre”. “Pero para ser productor hay que ser optimista, no queda otra. Yo pienso que las cosas van a mejorar, y sigo trabajando, pero se sabe que puede haber complicaciones”, concluyó.
Nicolás Rosso: “Se necesitan políticas de protección a la granja”
Por su parte, el presidente de la Asociación de Productores Agrícolas de Canelones (APAC), Nicolás Rosso, dialogó también con la diaria, sobre los precios de frutas y verduras, y dijo que “si se habla con los consumidores, los precios son altos, pero si se habla con los productores, los precios son bajos. Entonces, los productores reciben un precio que a veces es 30% de lo que se le cobra al consumidor”.
En ese sentido, agregó que “la existencia de un precio bajo para los productores no significa que haya un precio bajo para los consumidores”. Sobre el momento actual del mercado, explicó que el sector atraviesa desde hace años un aumento permanente de los costos, “que no se refleja después en el precio del producto”.
“En comparación con el aumento de costos, el productor no obtiene los precios que obtenía hace 10 o 15 años atrás, u obtiene los mismos precios, pero los costos han aumentado por IPC sistemáticamente”, añadió.
En línea con esa explicación, acotó que “los productores, para lograr rentabilidad hoy, tienen que tener el clima a favor, porque ante cualquier fenómeno climático adverso, el productor se encuentra con los costos, pero no con los volúmenes de mercadería que debería cosechar para obtener una rentabilidad”.
Sobre esto, comentó que a veces un productor, para obtener cierta rentabilidad, necesita cosechar 50.000 kilos de cebolla por hectárea, contando con tecnología, en un ciclo de un año y medio que depende de múltiples factores, entre ellos el clima. “No hay rendimientos asegurados”, enfatizó.
“La única manera de que se regule el tema es con una política de protección a la granja, que garantice que el precio se regule por oferta y demanda interna, y que no sea libre, porque si se comparan los costos de producción de Uruguay versus Argentina y Brasil, tenemos una diferencia de 70% u 80% en costos. Ambos países nos tapan de mercadería, ganando dinero a través del contrabando, que no es ilegal necesariamente. Nos vemos perjudicados, porque aquí hicimos la inversión con costos nacionales y terminamos compitiendo contra productos extranjeros obtenidos bajo otras condiciones”, afirmó Rosso.
“Un productor puede trabajar de nueve a 15 horas por día, a veces. Si no se es optimista, es muy difícil levantarse todos los días a las 5.30, porque no estamos hablando de que si más trabajo, más cobro. No necesariamente es así. Se puede trabajar como un animal, un año y medio, de sol a sol, y cuando se vende, la producción da pérdida. Si no se es optimista y perseverante, no se puede ser productor rural. Son como dos condiciones que deben estar arraigadas en la persona, porque si no, no se puede salir adelante”, sostuvo Rosso.
Donación de hortalizas a INDA, “un gesto loable”
En otro orden, Buzzalino y Rosso opinaron acerca de la donación de 14.000 kilos de zapallo y 20.000 kilos de zanahoria por parte de integrantes de la APAC al Instituto Nacional de Alimentación (INDA), que los distribuyó en coordinación con el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) durante este invierno.
“Fue una decisión espontánea tomada por los productores. Es un gesto muy loable. En la pandemia, muchos donamos una cantidad de producción para las ollas populares. Es una práctica en casos de emergencias que se hizo durante años. Ni que hablar de las escuelas rurales, donde los productores donan hortalizas y frutas de estación”, comentó Buzzalino, y agregó que el aporte de cada productor es aleatorio. “Son decisiones que se toman. Es la realidad. Generalmente, se realiza la acción de manera silenciosa y anónima. Como debe ser”, concluyó.
A su vez, Rosso dijo que también los productores de la Asociación Nacional de Semilleristas de Papa, una gremial del departamento de San José, “tuvieron sensibilidad y, considerando la situación complicada de la gente más vulnerable, donaron 60.000 kilos de papa”. “Se pusieron ese objetivo, están muy bien organizados, y llevaron adelante esa donación. Luego, los productores de Canelones donaron 20.000 toneladas de zanahorias”, afirmó.
Luego de esa donación “se redobló la apuesta con un producto castigado como el zapallo”. “Veníamos de un año que no se podía ni vender, perdiendo dinero con las pocas bolsas que se vendían, que incluso se vendían al costo”, contó, y agregó que para la donación del zapallo, y al ser muchos productores pequeños, fue “más complicada” la logística, porque “se recogieron 14.000 kilos en dos lugares, pero recorriendo chacra por chacra, pidiendo una donación de alrededor de 40 o 50 bolsas por productor”.
El dirigente destacó que APAC es una “gremial de referencia” en Canelones, con sede en Empalme Olmos, y que cada vez que hay un evento o actividad, la comunidad recurre a la asociación, que “habitualmente realiza donaciones y colaboraciones”. El productor reconoció también que “nunca se habían hecho donaciones tan grandes, en cuanto a kilos. Es algo interesante que merece ser evaluado y repetido”.