Sobre la costa del río Negro, en el paraje Picada de Oribe, próximo a San Gregorio de Polanco, se ubica el establecimiento La Soledad, en donde vive y trabaja desde hace 25 años Gabriela Bordabehere. La empresa se dedica a la cría de ganado vacuno y ovino, Gabriela comenzó a administrarla hace 22 años, luego de que falleció su esposo, que ocupaba ese cargo; el establecimiento es una propiedad de sus familiares y recién hace un año pasó a integrarla, con un pequeño porcentaje, aclara en diálogo con la diaria.
Cuenta que el rubro ovino en La Soledad tiene “una enorme incidencia”, a partir de la venta de lana, carne y reproductores. Trabaja la raza merino australiano, y ha alcanzado una finura del entorno de las 17 micras, muy codiciada por la industria porque “no pica”.
En 2018 y 2019, Gabriela entró a dos programas de certificaciones de lanas, RWS (Responsible Wool Standard) y Nativa (del grupo francés Chargeurs), que trajo a Uruguay la industria Lanas Trinidad. Estas certificaciones valoran la adquisición de pautas de bienestar animal, del cuidado de la tierra y de la biodiversidad y aspectos sociales. Luego, en 2022 se sumó a la tercera certificación: Nativa Regenerativa, de Chargeurs y Lanas Trinidad en colaboración con la empresa italiana Gucci que, según consigna en su sitio web, apoya a productores ganaderos con fondos para hacer la transición hacia prácticas regenerativas.
Entre las prácticas que ha incorporado Gabriela está la gestión de los residuos (dejar en el predio sólo los residuos vegetales y de fácil descomposición y llevar el resto al vertedero municipal), y destaca las pautas para mejorar las viviendas de los trabajadores, la recomendación de plantar árboles nativos para atraer más pájaros y cuidar la vegetación en los bordes de las cañadas para evitar su degradación. En este proyecto de certificación también participa el INIA, que mide los indicadores ambientales en los predios, con el objetivo de que aumenten “dentro de cinco o seis años”, comenta.
Gabriela ve coincidencias entre las nuevas propuestas y su mirada hacia la tierra. “Cuando enviudé aparecieron tres producciones acá que me ofrecieron una rentabilidad del doble de lo que yo sacaba con ganadería y campo natural”, la oferta era tentadora, pero prefirieron cuidar el lugar: “Si el costo de tener más rentabilidad es destruir el campo natural, no estoy dispuesta, y ese fue el camino que tomamos”, rememora.
En 2022 Gabriela recibió el premio de Acción Climática otorgado por la Cámara Nacional de la Moda Italiana, que le dio reconocimiento dentro y fuera de fronteras, potenciado con la difusión de un video en el que contaba su historia. Valora que el jurado premiara “a una mujer que ponía valores a su trabajo y a la producción, valores como innovación, trabajo, responsabilidad, amor por lo que se hacía”, pero aclara que fue “una cara visible” y que “hay muchísimos productores que trabajan así en Uruguay”.
Aclara que no tiene “línea directa” con Gucci, sino que le vende a la industria, que es la que comercia con la marca italiana. El proyecto de agricultura regenerativa involucró inicialmente a 13 productores y productoras uruguayas y ahora ya incluye a más de 20.