En la presentación titulada “La crisis del sistema bancario europeo y los mecanismos de resolución”, De Brun sostuvo que las alternativas son dos: la reestructuración o la liquidación de aquellas entidades que no sean solventes. Dijo abiertamente que la mejor opción es la segunda y opinó que “de una situación de incertidumbre bancaria sólo se sale con dinero sobre la mesa: es lo que el depositante quiere, es lo que el inversor busca, es lo que hay que darles”.

En opinión del ex presidente del BCU, Europa se ha “perdido” en la discusión política de “quién corre con el costo financiero del mecanismo de salida”, hecho que, estima, acrecienta aun más la crisis. “Es una discusión que se ha planteado a nivel académico y a nivel oficial, postergando un mecanismo de salida rápido, automático y mucho más eficiente”, determinó. Respecto de la situación particular de Chipre, fundamentó con cifras que mientras que la deuda pública es de 150% de su Producto Interno Bruto (PBI), al atribuirles impuestos a los depositantes se reduciría “tan sólo para ubicarse entre 130% y 145%”, hecho que carece de sentido, ya que “no deja de estar en juego” la sostenibilidad de la deuda. “Lo único que hace es sembrar la semilla para una corrida en el sistema bancario”, afirmó.

Son varios los organismos que han reconocido en los últimos meses las lecciones que ha dejado a Europa la austeridad recetada en momentos de crisis para Latinoamérica; no funcionan o están obsoletas. Sin embargo, el actual director ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados del Uruguay sostuvo que “quienes critican las medidas de austeridad fiscal en este contexto [de recesión] se olvidan [de] que existe una restricción presupuestaria”.

Más allá de las diferencias entre Chipre, Grecia y Uruguay, De Brun mencionó como ejemplo “nuestra propia experiencia” en la crisis de 2002 -cuando él fue nombrado presidente del BCU- y dijo que “el déficit fiscal estaba en tres puntos del PIB, con intención de llegar a cuatro y, aun en este contexto, Uruguay creció a tasas de dos dígitos en 2003 y 2004 respecto de 2002 y 2003, respectivamente”.

Cuando la sostenibilidad fiscal está en duda, “como está hoy en la mayoría de los países de Europa”, cualquier medida de estímulo fiscal puede generar más incertidumbre. “No sólo por parte del público sino también sobre la capacidad del Estado de responder a su deuda soberana” y, con respecto a Europa específicamente, “sobre su capacidad para generar recursos para soportar su sistema financiero y sobre la capacidad del Banco Central Europeo de brindar asistencia financiera respaldada por la deuda pública de los países que lo integran”. Concretamente: “mayor incertidumbre, mayor fuga de capitales y contracción de la demanda privada”.

Estas medidas posponen aun más la viabilidad de una recuperación económica “sostenida”, según afirmó, una cuestión que ha quedado “curiosamente relegada” en Europa. A su juicio, las autoridades económicas europeas deberían haber propiciado un programa “agresivo” de “reestructuraciones” de deuda pública “desde un principio”, ya que es en ese momento cuando la población y el gobierno se encuentran con “mayor grado” de tolerancia a aceptar la austeridad fiscal. “Es el miedo que genera lo desconocido o lo malo que pueda venir lo que influye sobre la toma de decisiones de la población que quiere que la saquen de la situación de pánico y, asimismo, sobre la del gobierno que quiere evitar que se le vaya todo de las manos”, graficó. Asimismo, entiende que se debería haber constituido un fondo para “proveer de liquidez al sistema bancario”.

Lo dijo

Y fue más allá. Según De Brun, la vulnerabilidad de la economía uruguaya era tal que, “si se quería, en agosto de 2002 se podrían haber privatizado todas las empresas públicas del país”. No obstante, para De Brun, todo el proceso europeo ha sido una “especie de búsqueda de unión europea sin Carlomagno, sólo que a éste no se le hubiera ocurrido poner en peligro la Unión Europea por un problema de deuda en un solo juzgado”, dijo risueñamente. “El tema es que cuando pasa ‘ese momento’ la población comienza a reconstruir su ‘red de seguridad’, y reaccionan sobre este tipo de mecanismos [austeros]; la gente empieza a tantear hasta dónde pueden ayudarla a salir de la crisis sin hacer demasiado”, explicó. Para el contador, la lección que “todo esto” deja es que “cuando hay que tomar medidas desagradables, hay que tomarlas rápido y ya”.

Pero más allá de ese “pecado original” hay para él otro elemento llamativo: “Existen los instrumentos, pero hay un problema político que impide su utilización antes de que los mercados se pongan nerviosos”. De hecho, “los fondos efectivamente estaban”, dijo y explicó que dentro de los recursos del sistema de estabilidad monetaria europeo estaba presupuestado “originalmente” un fondo “de 15.000 o 16.000 millones de euros para salvatajes en Chipre”. Por eso “aspira a ver, en los próximos meses y en la medida en que Europa tome decisiones oportunas y correctas, un proceso de limpieza de balances”, una de las fuentes “de mayor perturbación”.

¿Prueba superada?

Consultado respecto de las perspectivas de España dentro de la Comunidad Europea, De Brun opinó que difieren de las de Chipre o Grecia principalmente en términos fiscales, ya que España no tiene un problema de “alta deuda” sino uno “de flujos”. Según explicó el ex presidente del BCU, las medidas que ha tomado el gobierno español son para corregir el flujo de déficit y para limitar el crecimiento de la deuda para que en el futuro “no sea explosivo”. También el sistema bancario español cuenta con una capacidad de resistencia mayor, lo que habilita mayor libertad a la política económica en el largo plazo.

Las incertidumbres al respecto se encuentran en que los ajustes en términos de flujo requieren “transitar por un largo camino” cuando las circunstancias políticas “no son las más propicias” y, por otro lado, para que este país salga de la crisis, se deben mantener los mecanismos que hoy en día Europa le garantiza, dijo refiriéndose a la “ventanilla de repos” y a los mecanismos de “inyección de capital que le ha propiciado el sistema de estabilidad europeo”.

“Las situaciones básicas para salir adelante están dadas, lo que falta y me gustaría ver es un proceso más rápido de limpieza de activos, sobre todo en bancos regionales, y de balances, de manera de disipar cualquier duda del mercado”, conjeturó.