La historia vuelve a repetirse. En la serie documental La vida en nuestro planeta, que cuenta la evolución de los organismos en estos casi 4.000 millones de años en los que los seres vivos hicieron de la Tierra un sitio especial, hay todo un episodio dedicado a la llegada de los dinosaurios y los momentos del Cretácico y el Jurásico en los que tuvieron su momento de mayor esplendor.

La serie, que puede verse en Netflix, está a cargo de la productora Silver Back, autora de grandes series documentales inglesas conducidas y narradas por el inigualable David Attenborough y que solían salir por la pantalla de la cadena británica BBC. Aquí apuntan al público estadounidense -la producción es de Steven Spielberg- por lo que el narrador es Morgan Freeman (la presunta aversión del público estadounidense a escuchar a un narrador con acento inglés es una lástima, ya que se pierde emoción y belleza, algo así como si la proclama del Obelisco de hace 40 años en lugar de haber sido leída por Alberto Candeau hubiera recaído en las cuerdas vocales de un actor correcto pero que no se estremeciera con la falta de libertades). Freeman, entonces, dice lánguidamente que hace unos 200 millones de años, tras un cataclismo, se produjo una “evolución turboalimentada” para un grupo de animales que la sobrevivieron, “y en particular en un grupo de animales”.

Y entonces, lo de siempre: “Hace 152 millones de años en los bosques imponentes del Jurásico norteamericano, emergen los animales más grandes que hayan caminado sobre la Tierra... los dinosaurios”. ¡Malditos sean Freeman, Spielberg y los dueños de Silver Back producciones! ¡Por su culpa tendré que comprar un nuevo control remoto! ¡Cómo no enojarse si, para empezar, estos animales ya llevaban muchísimo tiempo en el planeta, situándose se origen hace entre 230 y 240 millones de años! Para seguir: hasta donde sabemos, los fósiles más antiguos de dinosaurios se han encontrado en nuestra hermana Argentina y no en el hemisferio norte. Y para rematar: ¡el dinosaurio más grande de todos los tiempos, por el momento el Patagotitan mayorum, junto a otros verdaderos colosos, también fueron descritos en yacimientos de Argentina!

Y entonces volvemos a lo de siempre: no es que la historia la cuenten los ganadores, si no que los que ganan son los que cuentan las historias. Y los que pierden son los que callan, como callamos en Sudamérica por décadas y décadas dejando que las maravillas de la biodiversidad del planeta la contaran los humanos del norte. Eso ha cambiado un poco, y en ese marco hay que celebrar la edición de dos obras dirigidas a niñas y niños por parte de la editorial Pika: el libro de actividades Dinosaurios y animales prehistóricos del Uruguay y el juego de cartas Extinguidos en Uruguay. Ambas son entretenidas y amenas y sirven para reivindicar no sólo que en nuestro país también había dinosaurios, sino que animales carismáticos como los tigres dientes de sable o los pterodáctilos son también parte de nuestro patrimonio y no apenas algo que miramos con la boca abierta en documentales de las plataformas.

Tras ambos proyectos está el paleontólogo y divulgador de la Facultad de Ciencias Matías Soto. Aquí en esta sección lo bautizamos el paleodentista porque se ha especializado en estudiar dientes de dinosaurios y otros animales, lo que lo llevó, junto a varios colegas de esa facultad, a describir en nuestro país la presencia de los dinosaurios carnívoros Torvosaurus y Ceratosaurus, del herbívoro Aeolosaurus e incluso una nueva especie de pterodáctilo, el Tacuadactylus luciae, entre otros animales increíbles. Vayamos a ambos trabajos.

Foto del artículo 'Jugando con nuestros dinosaurios'

Jugar con los nuestros

Con ilustraciones de Fernanda Cabrera y Felipe Montenegro, ambos también paleontólogos de la Facultad de Ciencias y del Museo Nacional de Historia Natural, Dinosaurios y animales prehistóricos del Uruguay es un libro de actividades y juegos destinado a niñas y niños de más de seis años. Con páginas para que coloreen, rayen, resuelvan laberintos y razonen, jugando se enterarán desde qué es un fósil hasta cómo se llaman las diferentes eras en las que se divide el planeta y qué formas de vida proliferaron en cada una de ellas. Pero lo más importante: conocerán sobre los animales que se encontraban aquí y de los que Morgan Freeman jamás les hablará (o sí, pero de una forma en la que parecerá que estaban sólo en otras partes).

Si nos vamos al pasado más lejano, al Paleozoico, entre 536 y 251 millones de años atrás, darán con trilobites como la Calmonia encontrada en Durazno o los increíbles Mesosaurus de Cerro Largo. En la era Mesozoica, 251 y 66 millones de años atrás, darán con los ya mencionados dinosaurios Torvosarus y Ceratosaurus, y el pez celacanto Mawsonia, los tres de Tacuarembó, o con el reptil al estilo cocodrilo Uruguaysuchus de Paysandú. Ya en el Cenozoico, que arrancó hace 66 millones de años y sigue hasta nuestros días, darán con el imponente tiburón Otodus megalodon, cuyos fósiles se han encontrado en Colonia, el Notiomastodon que nos recuerda a los elefantes y mastodontes, o el ave del terror Devincenzia, que ha sido encontrado en varios departamentos.

La impronta del paleodentista queda patente en las páginas en las que se explica la diferencia en la forma de los dientes de los dinosaurios carnívoros y los herbívoros. Como si buscara reclutar futuros colegas entre el público menudo, en las actividades se insta a dibujar unos y otros tipos de dientes.

Jugando entonces, como en otros libros de la editorial Pika, niñas y niños se apropiarán de animales que son tan suyos como algunos que ven en la tele, e incluso algunos que son solo de aquí y de pocos lugares -o ninguno- más. Si les quedan ganas de jugar, Pika, Matías Soto, Fernanda Cabrera y Felipe Montenegro les ofrecen más.

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Cartas para que no extinga la diversión

Extinguidos en Uruguay es un juego de estrategia con cartas de nuestros animales del pasado dirigido a niñas y niños de nueve años o más y que es divertido si se juega entre dos y hasta cinco participantes. El juego contiene 91 cartas que representan a 42 animales del pasado agrupados por colores que representan las épocas en las que vivieron. Cada una no solo tiene indicaciones de la dieta y ambiente en el que vivía cada animal, sino también un número que es el que contará para la especie de “guerra” estratégica en la que cada participante deberá intentar ir ganando al resto de las cartas de cada color. Cada vez que eso suceda, obtendrá una huella de dinosaurio terópodo correspondiente a ese color.

Cada carta nos da una pequeña información que, nuevamente, sirve para conocer a nuestros bichos extintos. Por ejemplo, nos enteramos que hay un caracol del Cretácico con el que los paleontólogos homenajearon a Peñarol -Biomphalaria manya es su nombre científico- o que el cocodrilo más antiguo de Uruguay es el Meridiosaurus de Tacuarembó. El adulto que piense que los niños tendrán dificultades con los nombres científicos se asombrará con lo rápido que aprenden sobre las cosas que les gustan.

Pero, así como en la historia de la vida de la tierra los organismos no la tuvieron fácil, en Extinguidos en Uruguay también hay complicaciones representadas por 17 cartas de eventos que inciden en cada partida. “Hay sequía y se reduce la cantidad de alimento”, dice una de estas tarjetas, que lleva a que el participante deba descartar uno de los animales terrestres que tenga en su mano. “Erupciones volcánicas ocasionan la muerte de varios animales”, dice otra carta de evento. El efecto es bravo como lo fue cada vez que pasó en la Tierra: “Todos los rivales deben dejar en su juego una sola carta de cada valor”. Sí, las especies se extinguen -y tratan de sobrevivir- al vaivén de acontecimientos climáticos, algunos de ellos a escala local, otras de escala planetaria. Pero siempre hay esperanza.

Un puñado de cartas llevan un corazón entre sus distintos símbolos. Se trata de géneros de animales que aún siguen en nuestro planeta pese a la gran sucesión de cartas de eventos que los han azotado. Es el caso del cangrejo Chaceon, encontrado en el Mioceno de Colonia y San José. Hoy en día el cangrejo rojo que vive en las profundidades del océano Atlántico es de ese mismo género (Chaceon notialis). O es el caso del sapo Ceratophrys del Pleistoceno de varios departamentos, que tiene en el escuerzo (Ceratophrys ornata) a un familiar en el presente que sigue jugando al juego de cartas: según el Libro Rojo de Anfibios y Reptiles del Uruguay, editado en 2019, el escuerzo podría estar ya extinto en nuestro país. Aún así, que pequeñas y pequeños tengan en sus manos cartas con nuestros animales es una forma de lograr, que al menos en la cultura, tanto este sapo como los otros bichos que retrata el juego sean parte de nuestro presente.

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Paleontólogo 24/7

“Estos temas a los niños les llegan mucho. Tuve oportunidad de hablar en varias escuelas y siempre los niños tienen un montón de libros de todo tipo y color. Pero claro, hablan de animales de otros países, nuestro aporte es darles la visión digamos, uruguaya. Entonces cuando uno va a hablar ve que los niños ya tienen un conocimiento de base”, dice Matías Soto. El paleontólogo señala que a veces las maestras se sorprenden de todo lo que saben. “Por ejemplo cuando ellos tienen claro que los pterosaurios no eran dinosaurios y ellas pensaban que sí, o que los dinosaurios no se extinguieron porque las aves son dinosaurios”, sostiene.

“Los niños tienen intereses intensos sobre varios temas, y los dinosaurios son uno. Esa etapa por lo general pasa, pero yo fui uno de los que no la superó, y por eso seguí estudiando esos bichos”, reconoce riendo Matías. Pero en el fondo la cosa es seria: “En las cartas que enviaron los premios Nobel este año por la materia astronomía, así como en la que envió Carl Sagan en la década de 1990, dicen que la astronomía es una ciencia espectacular para introducir a los niños a la investigación científica. Yo pienso lo mismo de la paleontología y en particular de los dinosaurios. Para mí son una vía de entrada a la ciencia, a que los niños se hagan preguntas sobre el mundo”.

Si este libro y el juego de cartas desatan curiosidad en los infantes, bueno sería que los adultos pudieran apuntalarlos. Para ello el libro de Matías El Uruguay de los dinosaurios, ya más técnico y enfocado en adultos, es un gran complemento para darle más alas al vuelo de los pequeños. El libro es de descarga gratuita o incluso pueden conseguirse algunos ejemplares impresos contactándose con el autor por su instagram matiassotoescritor.

De hecho, Matías dice que le encanta recibir preguntas de los pequeños y que siempre está dispuesto para responderlas en la red. Así que ya saben, si sus niñas o niños lo necesitan, allí hay un experto 24/7 a la orden para recompensar su curiosidad sobre la historia de la vida en este rincón del planeta. Morgan Freeman no podría hacerlo.

Material: Extinguidos en Uruguay
Qué: Juego de Cartas
Editorial: Pika

Material: Dinosaurios y animales prehistóricos del Uruguay
Qué: Libro de juegos y actividades
Editorial: Pika.