En los fenómenos del arte y la cultura, la novedad puede ser un concepto relativo, en el sentido de que no todas las novedades se gestan en la contemporaneidad. El cine comercial y sus frecuentes resurrecciones de viejas franquicias, que vuelven a colocar historias y personajes olvidados o no tan en boga en el imaginario popular (está muy fresco el caso de la película que volvió a poner de moda el color rosa, son un ejemplo claro. Sin embargo, en literatura, donde la recepción es muchísimo más mediada y lenta que en otras artes, los rescates de obras y figuras que surgieron y se desarrollaron décadas atrás están a la orden del día.

Particularmente, la sensibilidad feminista de los últimos años ha puesto el foco sobre la literatura de mujeres: en Uruguay hemos asistido con no poca sorpresa al descubrimiento de Virginia Brindis de Salas o la poeta futurista Edgarda Cadenazzi.

Aun teniendo en cuenta que Alcira Soust Scaffo (Durazno, 1924) nunca publicó un libro, ni en vida ni póstumamente, y que lo que hasta ahora se ha encontrado de su obra es numéricamente ínfimo, lo insólito, llamativo y a la vez misterioso, no sólo de su personalidad y biografía sino también del modo en que fuimos llegando a ella y a su relevancia para la contracultura mexicana del 68, han colocado su figura en un lugar de relevancia, particularmente desde 2018, cuando su sobrino nieto Agustín Fernández Gabard estrenó el documental Alcira y el campo de espigas.

Así, supimos que viajó a México con una beca y no volvió hasta casi 40 años después, que allí vivió sin domicilio fijo, y lo más parecido a un hogar para ella fueron los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), que fue amiga de Rufino Tamayo, León Felipe, Igor Stravinsky y Roberto Bolaño, que este último la introdujo, con el nombre de Auxilio Lacoutoure, como personaje de su emblemática novela Los detectives salvajes y de la posterior Amuleto, que la tendrá como protagonista, en las cuales se alude a su asombrosa aventura resistiendo 12 días encerrada en un baño cuando el ejército mexicano sitió la UNAM, que le envió un poema por telegrama a Francisco Franco en términos poco agradables (“Tú no has muerto/ ha muerto Franco”), que hizo, sin permiso de las autoridades, un jardín en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM al que bautizó “Jardín Cerrado Emiliano Zapata” y nombró sus plantas y árboles con nombres de poetas o revolucionarios, y que regresó a Uruguay a principios de la década de 1990, arrastrando dolencias psiquiátricas y ayudada por sus amistades en México, falleciendo pocos años después…

La muestra que se presenta en el Subte Municipal desde el 8 de marzo y que permanecerá hasta mayo conmemora los 100 años del nacimiento de Alcira Soust. Se compone de aproximadamente 50 documentos (cartas, manuscritos, pinturas, fotografías, alguna publicación en alguna revista) y se titula Escribir poesía, ¿vivir dónde?, frase extraída de uno de los manuscritos presentados.

Uno de los curadores de la exposición es el ya mencionado Fernández Gabard, junto a los mexicanos Jaime González y Amanda de la Garza, curador adjunto y directora general de artes visuales, respectivamente, del Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM, donde esta misma muestra fue presentada en 2018, en ocasión del 50° aniversario del movimiento estudiantil mexicano de 1968. Los documentos que componen la muestra son parte del archivo de ese museo.

Al entrar por el acceso hacia Julio Herrera y Obes nos recibe la foto de Alcira en sus últimos años, el rostro escondido tras un pequeño ramo de flores, y unos ojos pícaros y juveniles. A su lado, el texto de “Malgré tout” (“A pesar de todo”), un poema fechado el 2 de mayo de 1968. Este poema, con versos en español y en francés, tiene un valor de afirmación personal: “Encuentro luz (malgré tout)/ Amo (malgré tout)/ Regalo flores (malgré tout)/ me ilumino de inmenso (malgré tout)”, a la vez que da cuenta de la cotidianidad de la poeta y de su estilo lúdico y neovanguardista. Hay aquí rastros de los hechos legendarios en la vida de Alcira: de su encierro en el baño de la Facultad de Filosofía y Letras se conserva una hoja con versos garabateados, inscripciones cuyas circunstancias se encargó de enumerar en una esquina, además de varias alusiones en manuscritos y en un número de Poesía en Armas, un proyecto que llevó adelante con epicentro en el Jardín Cerrado Emiliano Zapata (del cual se incluyen fotos) y del que se encuentran varios números en la muestra. Se trata de hojas mimeografiadas que eran volanteadas en movilizaciones, festivales y demás eventos, con poemas de Paul Elouard, Anthony Phelp, St. John Perse y la propia Alcira, y que constituyen una de las porciones más interesantes de los documentos expuestos, dando testimonio del devenir estético de Alcira, así como de su concepción del activismo político. También un manuscrito donde cuenta el episodio del telegrama a Franco, con el detalle del número de palabras y el costo: “84 palabras a #6 la palabra”.

Pese a tratarse de un espacio reducido, la exposición es muy nutrida. Se incluyen también siete cuadros pintados por Alcira, que los textos explicativos de la exposición, muy acertadamente, encuentran influidos por Joan Miró y Xul Solar, y se reproduce en loop una serie de entrevistas a varias amistades de Alcira en la UNAM, muchas de los cuales participaron en sus proyectos. Pese a lo abigarrado del conjunto, la cronología expuesta en la pared a la izquierda de la entrada resulta muy esclarecedora y orientativa.

El conjunto permite no sólo reconstruir a una personalidad, sino también una época y un contexto. Es un poco inevitable que la colección se concentre sobre todo en aquellos años 60 y 70 en la UNAM, etapa en la que Alcira dejó más huellas de su paso por el mundo. En ciertas cosas podemos conectar el México y el Uruguay de aquellos años, la sensibilidad ante los mismos acontecimientos e hitos, como la revolución nicaragüense o la muerte del Che. Otros aspectos se nos presentan con las peculiaridades de ese contexto, como las influencias de las neovanguardias y otros movimientos contraculturales, que tienen que ver mucho con la singularidad de Alcira y su estilo de vida bohemio (frecuentemente comparado con el de los poetas malditos), con relación a los intelectuales uruguayos de izquierda de su generación, un tanto más clásicos y adustos.

A un siglo de su nacimiento, Alcira Soust Scaffo es una personalidad que recién estamos empezando a conocer y comprender. Esta exposición tiene el interés de mostrar una parte importante y representativa de los testimonios materiales disponibles para hacerlo.

Alcira Soust Scaffo: escribir poesía, ¿vivir dónde? En el Centro de Exposiciones Subte (Plaza Fabini) de lunes a sábados de 12.00 a 19.00.