La selección uruguaya de básquetbol sufrió una dura derrota ante su par de Chile, rival en los papeles inferior. Fue por 78-70, luego de un último cuarto en el que Uruguay anotó nada más que nueve puntos.

Nuevamente los celestes llegaron empatados a los cinco minutos finales, como el día anterior en la victoria sobre Colombia. Lo que se suponía favoritismo uruguayo, fue en realidad un constante intento del seleccionado de Jauri por mantenerse a flote en el partido.

El equipo chileno mostró calidad de juego colectivo para potenciar las virtudes ofensivas de su equipo, entre las que destacó la capacidad anotadora de Felipe Hasse, con ritmo de tirador en la muñeca, que le permitió meter 5 de 8 en triples. Hizo 18 puntos en total y fue una pesadilla para la defensa, porque siempre encontró el espacio para tirar.

La calidad colectiva fue sinónimo de involucramiento de todos los hombres en cancha para dominar los distintos terrenos del juego, y ofrecer situaciones ventajosas para su provecho. Chile no sólo dio tiros a sus tiradores, también cimentó su postura en la cancha a partir de su defensa para que Uruguay estuviese incómodo en todo momento, terminando con un 36% en tiros de campo. Intensa actividad.

Y ahora

Con la derrota, Uruguay queda obligado a derrotar este jueves desde las 19.40 a Islas Vírgenes, y con la clasificación condicionada según cuál sea el resultado que obtengan chilenos y colombianos desde las 17.10.

Si Chile gana a primera hora, una victoria de Uruguay bastará para clasificar en segunda colocación. Si el ganador es Colombia, una victoria celeste producirá un triple empate y habrá que sacar la calculadora para contemplar diferencias de puntos de los tres seleccionados. En ese sentido, la victoria de Uruguay por 15 puntos a Colombia el lunes es un buen escenario para empezar.

Así se presentó

Uruguay debió competir. Una vez más, cuando el partido nació complicado, Uruguay compitió. Nicola Pomoli fue una pieza importante durante todo el juego, pero lo demostró cuando lideró con empuje la reacción que él mismo propuso a finales del segundo cuarto. Su ímpetu le permitió generar puntos que Uruguay necesitaba. Terminó con 19 en su cuenta individual, aunque Chile consiguió ajustar la defensa sobre él en los momentos decisivos, en los que no le permitieron ser factor.

En el primer cuarto, Chile había arrancado marcando la cancha con un parcial de 10-3.

Emiliano Serres y Martín Rojas, ambos con 12 puntos, entre ellos dos triples cada uno, fueron otras dos vías de anotación para Uruguay, así como Bernardo Barrera en un momento determinado. Lo que Uruguay no consiguió a lo largo del partido, fue consolidar un dominio, anotar consistentemente y abrir la defensa a partir de múltiples jugadores. Tampoco consiguió detener a los anotadores rivales, ni con consistencia ni en el momento más caliente, a falta de cinco minutos.

Un nuevo cuerpo técnico está trabajando con un nuevo grupo de jugadores para encontrar mucho de lo que a la selección uruguaya le falta desde hace tiempo. Dinámica, intenciones claras de circulación de pelota y de jugadores, aumento de los porcentajes de tiro a partir de tiros producidos colectivamente, esto es decir: darle a un compañero la oportunidad de estar en una situación cuya eficiencia domine. Un corte al aro, un espacio para jugar 1x1, un tiro desde su lugar favorito. Que esas ventajas se produzcan es el trabajo de un equipo en el básquetbol actual.

Cuando se inicia este proceso, está en juego el tipo de competitividad que construye la selección. Cuáles son los valores, tanto técnicos como tácticos, que desea de sus jugadores, y qué se puede hacer para fomentarlo.

Se trata de comenzar a alimentar una identidad de pasarse la pelota. De encontrar los tiros no sólo por talento, sino por capacidad colectiva de poner jugadores en situaciones en las que anotan. Esa construcción colectiva lleva tiempo, pero además requiere de intenciones. La pregunta que queda sembrada para el próximo partido es si cuerpo técnico y jugadores pueden demostrar una intención de juego que permita crecimiento ante un rival que se supone de inferiores características. O chocarse con otra realidad.