Ganó Chile. La primera, la inalcanzable, la invicta; aunque nadie se lo imaginara. Sorpresiva participación de los chilenos, que se completó con un 77-65 sobre Colombia para quedarse con el primer lugar del grupo e ir a jugar la semifinal contra el vencedor de Argentina-Cuba, partido de última hora este jueves (seguramente Argentina).

Ese resultado a primera hora acomodó las sandías en el carro y entonces todo quedó claro. La expectativa de Uruguay pasó a ser la de ganarle a Islas Vírgenes, para ser segundo solo (con dos victorias), o no perder por más de seis puntos, para no quedar eliminado en un triple empate con isleños y colombianos (una victoria por bando). Pasó lo segundo.

Fue victoria de Islas Vírgenes 69-65 en un nuevo cierre apretado que se resolvió con derrota celeste. Nadie brilló, pero con 16 puntos Emiliano Serres fue de lo más destacado de Uruguay e incluso facilitó puntos importantes en el cierre, junto a Martín Rojas, para no sufrir la derrota por una diferencia más abultadas que hubiese significado la eliminación.

Apretadito

Nuevamente se llegó a los últimos cinco minutos de juego virtualmente empatados, en este caso, con una ventaja de un punto sobre el rival de turno: 58-57. Sucesivos errores fueron dando ánimo al equipo que dirige la entrenadora Edniesha Curry, exjugadora de la WNBA y algunas ligas de Europa.

A falta de 2.37, un triple de Earl Baker tirado desde larguísima distancia le daba a su equipo los seis puntos de diferencia: 65-59. La situación complicaba a Uruguay y empezaba a presentar una posible pesadilla. Una derrota por siete significaba la eliminación.

Puntos de tiros libres de Serres y Rojas, y una penetración de Calfani que Rojas convirtió tras asistencia, le dieron al equipo de Gerardo Jauri apenas lo necesario para clasificarse sin que le sobrara nada.

Uruguay volvió a sufrir un mal porcentaje de campo (37%) y todavía peor en tiros de tres puntos (29%), pero lo más preocupante no son los rendimientos estadísticos del equipo, sino que durante tres partidos la selección uruguaya quedó emparejada en un nivel de competencia que se suponía un escalón por debajo. No sólo hubo paridad con todos los rivales, sino que dos de ellos consiguieron mejores cierres para llevarse victorias.

El matiz puede ser que Islas Vírgenes ganó el juego pero perdió la clasificación por tres puntos, por lo que en ese contexto no es una victoria completa. Esos tres puntos que les faltaron a los isleños separaron a Uruguay de la eliminación.

Lejos de ser un sueño, la derrota por cuatro le permite a Uruguay tener un partido más, en semifinales. Jugar cuatro encuentros fue el objetivo con el que el plantel encaró este torneo, sabiendo que en semifinales le espera un equipo poderoso, que venció en sus dos presentaciones previas (a Cuba 109-68 y a Argentina 101-89) y que tiene en su alineación a tres basquetbolistas de la NBA que buscan poner a su equipo en el camino de un sueño: clasificarse a los Juegos Olímpicos 2024. Son Buddy Hield, Eric Gordon y Deandre Ayton, un trío que dará grandes dificultades para detener en defensa.

Uruguay saldrá de punto en busca de dar una buena batalla que le permita a este grupo de jugadores, al que le faltaron figuras, quedarse con un mejor sabor de boca tras el torneo, y que Jauri saque algunas conclusiones positivas que hasta ahora apenas han aparecido, si recordamos el buen cierre contra Colombia en el debut.

Es un nuevo entrenador el que está tratando de liderar este momento deportivo en el que Uruguay hace esfuerzos por no quedar rezagado en la competencia internacional. Lo cierto es que hasta ahora, en tres partidos, la nueva identidad de juego que debe construir Uruguay todavía no se muestra en su esplendor, no sólo en sus porcentajes de anotación, también en su ejecución colectiva.

Cuando la selección sufrió, se debió a la poca fluidez ofensiva y a las dificultades en el intercambio del balón, con pérdidas que merman la confianza de los jugadores y no ayudan a construir un básquetbol más colectivo, es decir, con más participación de todo el quinteto en cada jugada, ya sea por el contacto breve y dinámico con el balón o por la ocupación eficiente de los espacios para encontrar tiros de más alto porcentaje y para producir defensas más largas que agoten al rival. Trabajo para el sábado y para el futuro.