Según el informe preliminar sobre natalidad y mortalidad infantil del Ministerio de Salud Pública (MSP), en 2023 hubo 31.381 nacimientos, 920 menos que en 2022. En tanto, los datos sobre mortalidad general indican que durante 2023 continuó la “tendencia al descenso del número de fallecidos”, registrándose 34.677 muertes, 4.645 menos que en 2022. Sin embargo, al desagregar por grupo etario, algunas cifras se mantienen con respecto a otros años mientras que otras cambiaron. Por ejemplo, en 2023 fallecieron 229 menores de un año, 28 más que en 2022, y la mortalidad en niños y niñas de entre uno y cuatro años se mantuvo, ya que en los últimos dos años se registraron 50 fallecimientos.

El informe relaciona la baja en los nacimientos a los cambios demográficos que presentan varios países de la región y al descenso en la tasa de fecundidad, es decir, el número de hijos registrados en un año por mujer en edad fértil. Sobre las causas de los fallecimientos, detalla que las principales fueron “afecciones originadas en el período perinatal, malformaciones congénitas, deformaciones y anomalías cromosómicas” y “síntomas, hallazgos y signos no clasificados”.

En el detalle de las causas de muerte más frecuentes en el período prenatal y posnatal se observan algunas diferencias. El informe compara la situación de 2023 con la de 2019, como año prepandemia, y con la de 2022, como año anterior, y concluye que en 2023 en el período neonatal siguen teniendo el mayor peso las afecciones originadas en el período perinatal (antes del nacimiento), sobre todo los aspectos relacionados con la prematurez y las malformaciones congénitas.

En el período posneonatal, comparando con el año anterior, en 2023 se observa un aumento de las enfermedades respiratorias (neumonía y bronquiolitis aguda), que se correlaciona con el comportamiento observado en las enfermedades respiratorias agudas durante ese año en la región de las Américas.

Diferencias en la atención pública y privada

Leonel Briozzo, profesor grado 5 de la Clínica Ginecotocológica de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, dijo a la diaria que si bien los últimos datos “no marcan tendencia”, es importante considerarlos dentro de la situación actual del país. Sostuvo que la pobreza, que según los datos correspondientes a 2023 registra una importante incidencia en la población infantil y adolescente, es el determinante social “más importante” para la salud en general y para la salud reproductiva en particular.

Detalló que en los últimos años aumentaron algunos indicadores “muy negativos de la salud perinatal”, por ejemplo, la sífilis congénita, la desnutrición fetal y el parto prematuro, sobre todo “en los sectores más vulnerables”. Según Briozzo, este tipo de situaciones “ha empeorado en ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado]”, mientras que se ha “mantenido o mejorado” en el subsector privado. Con este panorama, “era esperable tener un incremento de los malos resultados a nivel de la salud infantil”, indicó.

Briozzo consideró que es “fundamental” elaborar una estrategia a nivel país con iniciativas sanitarias, pero que “no alcanza con hablar de primera infancia”. “No es suficiente porque los problemas arrancan en el embarazo, hay que considerar los núcleos familiares”, acotó. En ese sentido, propuso instalar dispositivos en las instituciones de salud para mejorar la continuidad asistencial antes, durante y después del embarazo y el nacimiento, ya que “muchas pacientes”, sobre todo “las mujeres en situaciones de múltiple vulnerabilidad”, se vinculan a la discontinuidad del control de la gestación.

“Luces de alarma” por cada fallecimiento

En diálogo con la diaria, la diputada del Frente Amplio (FA) Cristina Lustemberg dijo que los datos preliminares de un solo año no permiten trazar tendencias estadísticas significativas y que si bien la mortalidad presenta una tendencia al descenso desde 1985, en algunos años previos a 2023, por ejemplo, en 2007 y en 2011, “se disparó”. Sin embargo, “más allá de lo estadístico”, consideró que “la muerte de un niño siempre preocupa” y que sobre todo el aumento en los menores de un año debe prender “luces de alarma”.

La exsubsecretaria de Salud Pública consideró que los datos actuales “significan una alerta de cuidados” porque se relacionan con los cuidados en el embarazo, la atención en el parto y el hecho de si los diagnósticos, por ejemplo, de las malformaciones “se realizan de forma precoz”. A su vez, agregó que durante el invierno pasado en Uruguay hubo un aumento de las infecciones respiratorias, sobre todo por el virus sincitial respiratorio, que produce bronquiolitis aguda e infecciones agudas, mayormente en los lactantes más pequeños.

Lustemberg ligó estos datos a las últimas cifras de pobreza, que indican que está “concentrada en los hogares de los niños, niñas y adolescentes”. A su vez, la diputada consideró que deberían reforzarse algunas políticas públicas, por ejemplo, el programa Uruguay Crece Contigo, creado hace más de diez años. En esa línea, recordó que el Parlamento tiene en tratamiento el proyecto de ley de garantías para la primera infancia, infancia y adolescencia –conocido como “ley Gapiia”–, impulsado por la diputada, el cual ya cuenta con media sanción. “Es necesario que avance porque reordena las políticas dirigidas a la infancia”, subrayó Lustemberg.