Hace unos años la comunidad de Santa Lucía del Este, balneario ubicado en el departamento de Canelones, había dejado de ver a una de sus visitantes asiduas: las toninas. Lo cuenta Marila Lázaro, bióloga e investigadora de la Unidad de Ciencia y Desarrollo de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Mientras recorre la costa con la diaria, recuerda su vínculo con el balneario, que se profundizó cuando era estudiante y formó parte de un campamento donde identificaron a las toninas individualmente para estudiar su comportamiento. La ausencia de la especie por un período prolongado también fue destacada por Nicolás Chacón, que fue guardavidas durante más de 20 años en este entorno y hace un tiempo se incorporó al equipo técnico de Gestión Ambiental de la Intendencia de Canelones. Todo cambió en 2022 cuando una familia de los cetáceos se hizo notar en la playa. “Eran siete, saltaban, jugaban”, dice emocionado. En paralelo a los avistajes, un gran grupo de personas –Marila y Nicolás incluidos– se encontraba redactando un proyecto para que el sitio fuera incluido en el Sistema Departamental de Áreas de Protección Ambiental (SDAPA) de Canelones. Entre risas, insisten en que las toninas “vinieron para aumentar la biodiversidad del territorio”.
Después del esfuerzo de más de una decena de académicos y organizaciones sociales, el Área de Protección Ambiental Laguna Blanca ingresó al SDAPA en setiembre de 2023. Abarca 1.462 hectáreas donde se incorporan varios ecosistemas, entre ellos la faja costera que va desde Biarritz hasta Araminda, el espacio marino-costero correspondiente a esta zona (delimitado por dos islas, con presencia de rompientes a conservar y transformarlas en una reserva de olas), el arroyo Coronilla, el arboreto Coronilla y el patrimonio cultural (el sitio incluye un sitio arqueológico de gran relevancia para la región).
Siete meses después de haber ingresado al sistema de protección, la Intendencia de Canelones creó una comisión administradora para gestionar el territorio. Son varias las reparticiones de la comuna que cuentan con representantes, pero también están invitados el Ministerio de Ambiente, el Instituto Nacional de Colonización (uno de los predios se encuentra bajo su órbita), la asociación civil Vecinos Organizados de Santa Lucía del Este, la Comisión Fomento de Araminda y de Biarritz, la Sociedad Fomento Rural Picaso, un grupo de propietarios y más. Todos los grandes cambios que busquen hacerse en el entorno deben pasar por este espacio.
Una de las piezas clave para poder cuidar el área es su plan de manejo, un documento donde está establecido, por ejemplo, qué actividades están permitidas en el territorio, cuáles no, y qué cuidados debemos tener quienes nos acercamos. La Dirección de Gestión Ambiental de la Intendencia de Canelones y el Centro Universitario Regional Este, con la participación de vecinos y vecinas, elaboraron una propuesta. Aún resta que sea aprobada por la Junta Departamental de Canelones. Estefanía Díaz, edila del Frente Amplio que integra la Comisión de Ordenamiento Territorial, Vivienda y Medio Ambiente, manifestó a la diaria que participaron en reuniones para interiorizarse sobre el “proyecto que se venía trabajando hace mucho tiempo y que venía con muchos avances para concretarse”. “El expediente ya está dentro de la Junta Departamental. Tenemos muchas expectativas para abordarlo y que, obviamente, el Área de Protección Ambiental se concrete”, señaló, aunque aún no está definida la fecha en que harán la votación.
Transformar el caos en acción
La idea de crear el área de protección nació de la comunidad luego de que la Intendencia de Canelones dañara con máquinas una duna que avanzaba sobre la calle. “Estaba el reclamo de poder solucionar este tema. En determinado momento mandaron una máquina para correr la arena hacia la orilla y sacarla de la calle. Esa no era la mejor forma e intervinimos los vecinos. Después vinieron las autoridades, prefectura, el alcalde, juntamos un montón de gente. Logramos que pararan la intervención y armamos un equipo”, recuerda Liliana Delfino, asesora honoraria de playas en Canelones, Montevideo y Rocha. Explica que primero colocaron cercas captoras y, de esa forma, “se empezó a crear una duna primaria”. También instrumentaron más de estas herramientas, agregaron chipeados de ramitas y plantaron nueva vegetación.
Área protegida Laguna Blanca en Santa Lucia del Este, departamento de Canelones.
Foto: Alessandro Maradei
“La vegetación ahora se encarga de contener la arena, se salvó la duna y es un espectáculo. Esto permite ver cómo con una medida amigable se logra solucionar un problema. Ahora no va a haber más arena en la rambla. Calculamos que iba a tardar dos años y medio en solucionar el problema y así fue. Lo interesante es que se formaron los cordones dunares o tren de dunas, como se les llama, en la parte de la duna móvil. En Santa Lucía del Este tenemos dunas móviles, es el único lugar donde todavía quedan en el departamento de Canelones”, señala Delfino. Josefina Villarmarzo, integrante del equipo técnico de Gestión Ambiental de la Intendencia de Canelones, reafirma que la “restauración blanda se hizo en muchas etapas” y que este tipo de acciones “no se hacen una vez y se abandonan”, sino que requieren mantenimiento. “Hoy en día, si venís por acá, capaz no te enterás de que antes había problemas”, destaca, mientras señala la duna.
De esta forma, en 2021, los vecinos y vecinas transformaron el caos de la intervención con maquinaria en acción. “Empezamos a deambular por la idea de crear el área y lo que implicaba. Formamos un grupo proponente, integrado por más de 15 personas, y empezamos a juntar información para fundamentar su incorporación y discutir cuáles iban a ser los objetivos de conservación del área. Al principio lo hicimos trabajando entre vecinos. Después, con el tiempo, tuvimos la necesidad de que la intendencia nos contara cómo era el proceso de ingreso de un área. Ahí se sumó Andrés Fernández, que hoy es el director del área protegida Laguna Garzón, pero que en aquel momento trabajaba en la Intendencia de Canelones, y nos ayudó a avanzar con la propuesta”, resalta Chacón.
Lázaro acota que mientras escribían la propuesta, trataban de “dar a conocer la idea para recoger las visiones de la gente”. “En 2021, por la pandemia, empezamos por Zoom, pero en 2022 arrancaron las reuniones presenciales en los balnearios de la zona. No sólo las hicimos en Santa Lucía del Este, también estuvimos en Biarritz, Araminda, Piedras de Afilar. Intentamos trabajar de una forma que permitiera a las personas aportar sus ideas de lo que valoran del lugar”, subraya.
La riqueza no es sólo plata: ¿qué ecosistemas abarca el área del proyecto?
“Laguna Blanca no se trata sólo de una forma coloquial de llamar a la desembocadura del arroyo Coronilla. Tal como se menciona en la propuesta de área, es un término histórico que ha sido destacado como uno de los atributos del patrimonio cultural de la zona. La toponimia en general, y ‘Laguna Blanca’ en particular, ha aparecido en cada reunión con participantes de estas comunidades. Por otra parte, también se encuentra así nombrado en documentos históricos y asociados al patrimonio arqueológico. Incluso así se llama el sitio considerado como uno de los relictos arqueológicos más importantes del litoral platense: ‘Sitio arqueológico Laguna Blanca’. En la cartografía de 1920 ya se habla de Laguna Blanca. Los más veteranos del lugar lo conocen con este nombre y ellos lo han pasado a las generaciones más jóvenes”, resalta Lázaro.
El camino para llegar hasta el arroyo Coronilla lo marcan las huellas de gato montés (Leopardus geoffroyi), de mano pelada (Procycon cancrivorus) y también los rastros que dejaron carpinchos (Hydrochoerus hydrochaeris). Estas son tan sólo unas pocas especies nativas de las que se tiene registro en las más de 1.000 hectáreas de área. Sin ir más lejos, en el espacio costero-marino, además de las toninas, se han avistado ballenas francas (Eubalena australis) y franciscanas (Pontoporia blainvillei), una especie de cetáceo endémico de aguas estuarinas y marinas que son prioridad para la conservación en Uruguay.
Área protegida Laguna Blanca en Santa Lucia del Este, departamento de Canelones.
Foto: Alessandro Maradei
La propuesta de ingreso de Laguna Blanca al SDAPA fue elaborada por destacados científicos, guardaparques y vecinos conocedores del territorio, entre ellos Mauricio Bonifacino, Alejandro Brazeiro, Ernesto Brugnoli, Susana Canale, Carla Cvetreznik, Nicolas Chacón, Carina Erchini, Nadia Dalmasso, Liliana Delfino, Ricardo Ehrlich, Marila Lázaro, Paula Melissari, Daniel Panario, Alejandro Rodríguez y María Nube Szephegyi. Fue apoyada por las comisiones de Fomento de Santa Lucía del Este, de Araminda y de Biarritz, Vecinos Organizados de Santa Lucía del Este, la Red Unión de Grupos de la Costa y la Sociedad de Fomento Rural Piedras de Afilar.
En el texto se argumenta que “la zona vinculada a la cuenca y desembocadura del arroyo Coronilla, en el límite entre Santa Lucía del Este y Biarritz, presenta un estado de conservación destacable y una baja intervención humana”. “A la importancia del arroyo como ecosistema prioritario para su conservación se suma un sistema de dunas móviles con vegetación nativa, puntas rocosas, un islote y, a lo largo de la zona costera de la playa La Baguala, barrancas con vegetación nativa sin urbanización”, acota. Asimismo, define que el balneario Santa Lucía del Este “presenta diversos valores naturales y culturales que lo convierten en un sitio único de la costa de Uruguay”. Agrega que, “asociado al sistema dunar, se han ubicado importantes materiales arqueológicos que forman parte de un sitio mayor, comprendido entre el arroyo Coronilla y el arroyo La Tuna, hoy de difícil delimitación debido a la urbanización”. Allí se han encontrado registros de “las ocupaciones indígenas de los últimos tres milenios”, y dentro del área “se halló una punta de proyectil ‘cola de pescado’, que integra la ergología de los primeros pobladores de la región hace unos 10.000 años”.
Dunas costeras con formaciones vegetales nativas, herbazales, bosque y matorral psamófilo, barrancas, puntas rocosas, islas –con su vegetación y fauna asociada–, yacimientos arqueológicos. La riqueza de la zona es inmensa. Por ejemplo, pueden encontrarse “ejemplares de más de 100 años de espina de la cruz (Colletia paradoxa), junto con comunidades de chirca de monte (Dodonaea viscosa) y tala (Celtis erherbargiana)”. A su vez, “estos ecosistemas proveen hábitats a especies tanto animales como vegetales, algunas de las cuales han sido definidas como prioritarias para su conservación”. “Entre estas se encuentra la flora fijadora y estabilizadora de dunas de interés para la restauración del cordón dunar. Estas zonas cumplen diversos servicios ecosistémicos: evitar la erosión de playas y zonas urbanizadas, amortiguar eventos climáticos extremos y del microclima local, funcionando como corredor biológico para una importante variedad de especies costeras residentes y migratorias”.
Amenazas: desde la invasión de especies exóticas hasta la urbanización
Entre los objetivos de conservación del proyecto de ingreso del área está “mantener el paisaje de la zona de Los Corralitos, que incluye el arroyo Coronilla, el sistema de dunas móviles, la playa, las rompientes y el patrimonio cultural”, “conservar los servicios ecosistémicos que sostienen la diversidad biológica de la zona”, “conservar las especies animales y vegetales características”, la protección del cielo nocturno mitigando la contaminación lumínica y “desarrollar actividades de turismo de naturaleza basado en la identidad y el patrimonio local”.
Por otro lado, los proponentes detectaron presiones. Por ejemplo, la contaminación por residuos, basurales, invasión de flora y fauna exótica, actividades que “deterioran directamente la flora y fauna (tala de monte, caza de especies nativas y pesca no controlada)”, circulación de vehículos en la playa, la “falta de comunicación entre actores locales-municipio-intendencia”, el “uso de maquinaria en la zona costera” y que “los privados tengan potestad de hacer lo que sea en sus predios”. Ven como principal amenaza “la urbanización costera no sustentable” y consideran que debería ser discutida una “propuesta de medidas cautelares” para evitar impactos.
El primer y demorado paso
Laguna Blanca está compuesta por la faja costera y el espacio marino (más de 1.000 hectáreas), una propiedad del Club Banco Hipotecario (38 hectáreas), otra propiedad privada de una familia argentina (104 hectáreas) y una perteneciente al Instituto de Colonización (264 hectáreas).
Mapa objetos de conservación
El plan de manejo, elaborado por la Intendencia de Canelones y el CURE, establece “lineamientos generales aplicables a toda el área”, pero centrándose en la faja costera y el espacio marino. Agrega que “no se introducen mayores innovaciones” en los otros predios. Está previsto que esta herramienta esté sujeta a “actualizaciones periódicas”, por lo que el documento “se elaboró con un horizonte temporal de tres años, que comprende el período desde su aprobación por la Junta Departamental hasta diciembre de 2027”. Cabe resaltar que, como mencionamos más arriba, el texto aún no fue aprobado por el legislativo departamental.
“Se establece la prohibición de construcción de nuevas infraestructuras duras en la faja de defensa de costa y en ecosistemas vulnerables”, dice el documento. Finalmente, con el objetivo de “mejorar la toma de decisiones por parte de los organismos competentes y proteger los objetos de conservación” del Área de Protección Ambiental, se establece la “obligatoriedad de consultar a la comisión asesora” ante “iniciativas que puedan modificar las características naturales de la misma”. “Esta medida busca fomentar un diálogo continuo entre las autoridades, los expertos y la comunidad, asegurando que cualquier modificación en las regulaciones sea evaluada cuidadosamente y con la participación de diversas partes interesadas. La inclusión de procedimientos de consulta permitirá a la comisión considerar los impactos ambientales y sociales de cualquier cambio propuesto, permitiendo informar al respecto a las autoridades competentes”, menciona. Por otro lado, también establece diversos “ejes y líneas de acción”.
El sueño de un corredor biológico
“¿Cómo te imaginás el Área de Protección Ambiental Laguna Blanca en 2032?”, preguntaban los vecinos y vecinas hace tres años durante una de las instancias de intercambio. Las respuestas que consignó el equipo son varias y aquí citamos tan sólo algunos ejemplos de lo que pedían los participantes: una comisión administradora “bien organizada y comprometida”, “la comunidad participa en la gestión”, “sentimos orgullo, felicidad, paz y mejora la salud”, “hay servicio de guardaparques”, “el monte nativo está saludable y ha aumentado su extensión”, “la faja costera se ha reforestado con nativas y ha habido un aumento notorio de la biodiversidad”, “mejoró la calidad del agua”.
A su vez, otro pedido consistía en que el territorio fuera “parte de un corredor biológico” que se extienda por la costa. Lázaro suma que personas de La Tuna, San Luis y Guazuvirá se acercaron a las reuniones. “¡Ellos también elaboraron una propuesta de Área de Protección Ambiental!”, exclama. Chacón resalta que este proyecto aún se está estudiando, que se “produjo un contagio entre los vecinos” luego de la movilización y que “casi todas las áreas de protección ambiental están en el mismo municipio y además casi se tocan”. Sin ir más lejos, en 2018 la comuna también ingresó la Cuenca Media del Arroyo Solís Grande al SDAPA, que se encuentra muy cerca de Laguna Blanca. El técnico de la Intendencia de Canelones y exguardavida de la zona durante más de 20 años insiste en la necesidad de promover la apropiación de esta herramienta departamental que tiene como objetivo la protección de la biodiversidad de nuestro país.
Mientras recorren la desembocadura del arroyo Coronilla en el Río de la Plata –la Laguna Blanca–, una garza mora (Ardea cocoi), que es la más grande del país y puede llegar a medir más de 1,10 metros de altura, vigila su hogar. No vaya a ser que un foráneo se lo quiera arrebatar.