Se trata del restaurante La Golosa on the rocks, de Leonardo Segalerba, que ya tiene otros emprendimientos gastronómicos en la zona y, según un vecino, abrió uno más sobre la cima del tómbolo próximo a las rocas, un área que fue catalogada como de contemplación de lobos marinos.
El reducto mira al sureste, hacia la isla La Encantada. Los vecinos que tienen sus viviendas en esas inmediaciones se quejan de que no es lo mismo la contaminación que produce un rancho que un restaurante. La situación fue denunciada ante la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama). Para Franco Simini, veraneante del lugar, ésta es una contradicción flagrante. “El Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente define una zona de contemplación de lobos y de la naturaleza pero no hace nada cuando aparece uno y pone un restaurante. El modo en que eso cambió radicalmente el área daría para varios estudios sociológicos de lo que no hay que hacer”, dijo.
Simini considera que no evitar la afluencia masiva y el lucro en áreas protegidas es el “inicio del fin”.
Normalmente, las habilitaciones para desarrollar emprendimientos comerciales en el balneario, que recientemente ingresó al SNAP, se tramitan en la Intendencia Municipal de Rocha y la Dinama. El coordinador del SNAP, Guillermo Scarlato, dijo a la diaria que el tema será evaluado hoy en una reunión con la comisión vecinal. “Cuando se producen cuestiones de este tipo tratamos de clarificar la situación y de explicarla”.
Scarlato reconoció que se trata de un emprendimiento de un particular que tenía una autorización “precaria” para actividades comerciales. “En el Polonio arrastramos una situación donde las habilitaciones para todos son precarias, ya sea para las construcciones existentes, los comercios. Si uno las compara con las de otros lugares del país, en el Polonio hoy por hoy no se cumple gran parte de esas condiciones. Es una situación heredada desde hace muchos años, pero se está tratando de poner orden en ese panorama”.
A su entender, es inevitable que se produzcan situaciones conflictivas, porque están tratando de ser lo más “equilibrados posible” entre la posibilidad de prestar algunos servicios, que algunas personas que vivían en la zona sigan operando en ella, y a la vez poner orden en la casa. “Si uno fuera con todas las de la ley, con absoluto rigor, las resoluciones deberían ser mucho más drásticas, pero entendimos que actuar de esa manera no era sano para nadie, pensamos que es mejor ir poco a poco ordenando la situación”, agregó Scarlato.
“Hoy se va a tratar de ver cuáles son las dudas y de decidir cómo se procede. Que los vecinos denuncien esta situación es una buena reacción, un mecanismo de control social, estamos de acuerdo en trabajar junto con los vecinos, es preferible trabajar de esa manera que ser mucho más drástico”, concluyó.