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David Nelson, embajador de Estados Unidos, en la Cámara Mercantil.

Foto: Victoria Rodríguez

Consumismo consumido

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Embajador estadounidense sostiene que su país debe dejar el modelo consumista y basarse en las exportaciones.

El crecimiento económico sobre el que se sustentó Estados Unidos (EEUU) desde la posguerra, basado en el consumo interno, no es sostenible en el largo plazo y por ello debe apuntar a un nuevo modelo apoyado en el incremento de las inversiones y las exportaciones. Esta interpretación fue realizada por el embajador estadounidense en Uruguay, David Nelson, quien enfatizó que su país debe promover más ahorro e inversión y mejorar su balanza comercial incrementando las ventas al exterior. También reconoció un cambio sustancial en la gobernanza del mundo, que incluye en los puestos de toma de decisión a las economías emergentes, fundamentalmente a través del Grupo de los 20 (G20) países más industrializados.

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Pa’ todos o pa’ nadie

El embajador estadounidense aseguró que “es el deseo” de su país que se arribe a un acuerdo en la Ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio, pero puntualizó que “no se va a aprobar cualquier cosa para decir que se aprobó”. Sostuvo que un posible acuerdo en ese ámbito debe cerrarse “de forma positiva, no sólo para nosotros sino para todos, y tiene que ser claro”.

El representante diplomático de la primera potencia económica mundial se refirió, durante la conferencia “El G20, los Estados Unidos, y el Escenario Económico Internacional”, realizada ayer en la Cámara Mercantil, a los cambios que se están produciendo en el mapa económico global, donde crece la influencia de los países emergentes, y a los que se verifican en su propio país, donde a su entender se debe transformar el modelo de crecimiento. El funcionario aseveró que el modelo de crecimiento económico basado en el consumismo no es sustentable en el largo plazo, y, por ello, EEUU debe apuntar a elevar sus niveles de ahorro, inversión y ventas externas.

Esto ocurre en el marco de un escenario internacional en el que China, que desplazó a Japón como segunda economía mundial, aplica un modelo de crecimiento sustentado, justamente, en un sostenido aumento de sus exportaciones.

Nelson sostuvo que el mundo se encuentra ante “un nuevo fenómeno de agrupamiento internacional de países”, a través del G20, ámbito al que valoró como “muy importante para la coordinación” de políticas a nivel global. Destacó la relevancia de este bloque de Estados que representa nada menos que el 80% del Producto Bruto mundial. Está compuesto por los integrantes del G8 (los ocho países más industrializados: Alemania, Canadá, EEUU, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia) más Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Corea del Sur, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea como bloque. Además, España participa como invitado permanente.

Enfatizó que con el agravamiento de la crisis financiera internacional, en setiembre de 2008, los líderes del G8 entendieron que “era necesario expandir” el núcleo de toma de decisiones aunque manteniéndolo en una dimensión reducida, para que “se pueda debatir entre líderes”. “¿Cómo se puede hablar de temas de crisis financiera si no está China? ¿Cómo se puede hablar de crecimiento si no está Brasil? ¿O India?”, graficó el jefe de la misión estadounidense en el país.

Indicó que debido al contexto de crisis en el que comenzaron a realizarse las cumbres del G20 los primeros temas considerados estuvieron enfocados en aspectos macroeconómicos, pero apuntó que otro objetivo de esos líderes consiste en abordar problemas relacionados con el cambio climático, el medio ambiente y el desarrollo económico. Destacó que los compromisos asumidos en tales instancias “no comprometen a los demás” países sino únicamente a los miembros, si bien admitió que “obviamente tienen su impacto” sobre el resto.

Recordó que el colapso del sector financiero registrado en 2008 pronto se trasladó al sector real de la economía, “afortunadamente no tanto en Uruguay, pero sí en EEUU y Europa”. Por ello, “la respuesta tenía que ser global”, ya que no se podían aplicar soluciones particulares en cada país. “Era necesario generar una coordinación para evitar que uno esté haciendo una cosa y el otro la contraria”, explicó.

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Derecho de admisión

Nelson se refirió a los contextos y temas analizados en las distintas reuniones del G20. La primera tuvo lugar en noviembre de 2008 en Washington, cuando la economía mundial se hundía en la peor crisis desde la “gran depresión” de los años 30. Esto hizo que las preocupaciones fueran concentradas en “rescatar al sistema financiero”, en aspectos macroeconómicos y en el temor de que la congelación de los mercados financieros en el mundo desarrollado se trasladara al mundo en desarrollo. Así fue que se resolvió “asegurar el acceso al crédito”, brindar estímulos fiscales a la economía y evitar la tentación del proteccionismo. También fueron abordadas cuestiones de seguridad alimentaria a nivel mundial, cambio climático y energía. Sobre este último punto, Nelson informó que entonces se comenzó a promover la idea de evitar las subvenciones al consumo excesivo de energía.

La segunda cumbre se concretó en Londres el 2 de abril de 2009 y la tercera en Pittsburgh (EEUU) en setiembre de 2009, cuando se comenzaba a vislumbrar el camino de la recuperación económica y, con ello, a abrirse “la discusión respecto a si era necesario o no continuar con los programas de ayuda”. Evocó que se optó por continuar inyectando los estímulos y empezar a enfrentar los problemas macroeconómicos de cada país. También se debatió sobre “los excesos del sistema financiero”, particularmente “las altas remuneraciones de los banqueros”, y se inició el debate en torno a una nueva arquitectura de los organismos multilaterales de crédito, como el FMI y el Banco Mundial, para incluir en sus directivas a los países emergentes más influyentes.

El último cónclave se realizó el 26 de junio en Toronto, donde se analizó la preocupación por algunos países que no pueden continuar emitiendo deuda sin límites aunque, al mismo tiempo, presentan una frágil situación económica que requiere atención; de ahí la necesidad de diseñar políticas que “equilibren” ambos aspectos. “Hay que atender la incertidumbre de la recuperación económica, con políticas de estímulos y políticas monetarias expansivas, pero también hay que ver la deuda acumulada, que nuestros hijos van a tener que pagar algún día”, remarcó. Asimismo, subrayó que la próxima cumbre tendrá lugar en Corea del Sur, la primera en un país que no pertenece al G8. Al respecto, puntualizó que el G8 “ya no va a tener tanta relevancia” en el escenario global y que “seguramente las decisiones se tomen en el marco del G20”.

Causa y consecuencia

En cuanto a la situación económica de su país, Nelson fundamentó que aún prima la incertidumbre sobre su evolución. A modo de ejemplo, mencionó que el sector inmobiliario mostró signos de recuperación al igual que el automotor, aunque éste recientemente exhibió algún retroceso. Sin embargo, enfatizó, uno de los puntos que generan mayor preocupación es la tasa de desempleo, que todavía se encuentra sobre 10%, guarismo que representa un nivel “muy alto para nosotros”. En torno al modelo de crecimiento de EEUU, apuntó que el consumo interno estuvo sostenido, previamente a la crisis por el financiamiento externo, pero aseguró que “eso no se puede mantener eternamente”. Indicó que el consumo cayó fuertemente durante la crisis y es lo que “está impidiendo el crecimiento económico”, pero es inconveniente que un crecimiento sostenible de la economía esté basado en el consumo. Del mismo modo, “para reemplazar la caída del consumo” el gobierno estadounidense está gastando más de lo habitual, pero “eso también tiene un límite”, evaluó Nelson.

Por esos motivos, la gran locomotora del capitalismo mundial tiene urgencias para resolver. “Hay que buscar otro motor para la economía, fomentar el ahorro y la inversión y desincentivar el consumo”, recomendó. Además, señaló que EEUU debe revertir el gigantesco déficit de su balanza comercial, objetivo que “se puede conseguir reduciendo importaciones o aumentando exportaciones. Nosotros queremos la segunda, porque no queremos limitar el comercio”, explicó.

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