Este grupo de científicos se involucró en la temática tras participar, en 2005, en el Seminario sobre Políticas Locales de Prevención y Asistencia de las Drogodependencias. Luego de esa experiencia conluyeron que existía un vacío de conocimiento en el país acerca de qué era la Pasta Base de Cocaína y qué mecanismos de acción en el cerebro, y decidieron llenarlo.
la diaria conversó con la doctora Cecilia Scorza, licenciada en Ciencias Biológicas e investigadora asistente en el IIBCE, quien tiene trayectoria académica vinculada al estudio de diferentes drogas psicoactivas con acción sobre el Sistema Nervioso Central, dentro del marco de las áreas de la neurofarmacología comportamental y la neuroquímica.
Primeros pasos
Gran parte del trabajo se pudo realizar gracias a la financiación continua de tres proyectos, obtenida mediante la postulación de fondos nacionales: “Programa de Desarrollo Tecnológico” (2007-2009), “Alto impacto social” (2009-2011) y el “Fondo sectorial de salud” (2010-2012). A través de estas iniciativas lograron una base de resultados que fueron publicados a nivel nacional e internacional, y que aportaron información científica preclínica hasta entonces inexistente.
En cierta medida fueron pioneros en las investigaciones pre-clínicas relacionadas con el estudio de las acciones farmacológicas de la PBC en el Sistema Nervioso Central, aunque ya había reportes provenientes de países de Latinoamérica (Colombia y Perú), así como datos epidemiológicos de su consumo en varios países (incluido Uruguay). También contaron en el arranque con trabajos previos sobre el perfil clínico característico de los consumidores.
“Hay que aclarar que la pasta base no es una droga nueva”, precisó Scorza, al detallar que “desde los años 70 hay registros de consumo de pasta base en países de Latinoamérica. Lo que pasó en nuestro país, y principalmente en Montevideo, es que el consumo está asociado a la crisis económica de 2002. Algo que tampoco es increíble, ya que las drogas de este tipo (de baja calidad) irrumpen cuando hay crisis económicas y sociales. El crack, por ejemplo, en EEUU surgió también durante una crisis económica”, agregó.
La aparición masiva de la pasta base en Uruguay motivó a partir de 2007 una especie de “movida académica” para estudiar el tema a nivel social y clínico. Por eso actualmente existen otros grupos de investigación a nivel nacional, centrados en los efectos que produce la droga en el cerebro, así como del comportamiento y fisiología de niños nacidos de madres consumidoras, patologías pulmonares que aparecen asociadas al consumo, entre otros.
“Éste es un aspecto muy positivo”, comentó la profesional. “Un problema como es el consumo de una potente droga de abuso, que conlleva aspectos multifactoriales, debe ser abordado desde distintos ámbitos para enriquecer el aporte de información. En la línea de investigación de PBC que estamos desarrollando participan varios profesionales y estudiantes de distintos laboratorios, e incluso instituciones. No podíamos abordar el tema únicamente nosotros; iríamos más lento y seríamos muy egoístas si no admitiéramos trabajar en colaboración”, reflexionó.
Sustancia primaria
Los primeros hallazgos de esta investigación consistieron en homogeneizar a nivel académico, clínico y preclínico una definición de pasta base. “La pasta base es el producto intermedio en el proceso de extracción y purificación del clorhidrato de cocaína, que es la forma más conocida: polvo blanco que se inhala. O sea, la PBC es previa a la obtención de cocaína con todos los solventes (querosén o gasoil, ácido sulfúrico y amoníaco) que se usan para la extracción química de la cocaína a partir de las hojas secas del árbol Eritroxylum coca. Todos esos productos químicos, más el alcaloide que tiene la planta, quedan en esa pasta grisácea-amarillenta que es la pasta base”, describió la profesional consultada.
En cuanto a su composición indicó que “nosotros partimos del análisis de muestras que tienen como destino final la persona consumidora. Es decir, son muestras que se venden en la calle. Vale aclarar que contamos con un mecanismo legal que nos habilita a estudiar las muestras de PBC, proporcionadas por el Instituto Técnico Forense con la autorización de la Junta Nacional de Drogas y de los juzgados penales correspondientes”. Scorza hizo referencia a la variabilidad de la sustancia: “hemos comprobado que en las muestras analizadas hasta el momento hay una variabilidad muy alta en el contenido de cocaína. Los porcentajes van desde apenas 20% a un valor alto de 70%. Sumado a esto, aparecen cantidades muy pequeñas de otros alcaloides y, además, aparecen adulterantes”, puntualizó.
Para analizar el fuerte potencial adictivo de la pasta base fue necesario estudiar su composición química. Encontraron que muchas de las muestras tenían cafeína como adulterante, lo que causa un efecto estimulante mayor. Los estudios fueron efectuados en modelos animales experimentales.
Misterio cerebral
Una de las grandes incógnitas de la ciencia respecto a los efectos que este tipo de sustancias provoca en el cerebro es entender por qué no todas las personas que consumen drogas de abuso se hacen adictas. Lo que sí se sabe es la diferencia que existe entre el uso, el abuso y la adicción.
El uso se define como un consumo no problemático, no cambia la vida personal del usuario ni de su entorno. El abuso implica una variación en la relación de consumo que deriva en consecuencias negativas. Sin embargo, ninguno de estos conceptos involucra enfermedad.
“La adicción es una patología. Cuando nos referimos a ella podríamos decir que es una enfermedad psiquiátrica crónica. El adicto orienta toda su vida a la búsqueda y consumo de la droga, sumado a un estado emocional negativo (disforia, ansiedad, irritabilidad) cuando no puede acceder a la sustancia. La otra característica es que prevalece en el tiempo aun luego de años de abstinencia, cualquier estímulo asociado a la droga hará que vuelva el deseo urgente de volver a consumir. La PBC tiene un alto poder adictivo, por eso no existen reportes de consumo que estén asociados solamente al uso o abuso”, explicó la investigadora.
Secuelas
Una de las cosas que aclara Cecilia Scorza es que los modelos experimentales que se utilizan para estos estudios no reflejan totalmente la condición humana. Por lo tanto, cuando se descubre un efecto en los modelos biológicos, no quiere decir que se desarrolle de la misma manera en humanos. De todas formas, también nos queda claro que sí permiten avances en los conocimientos que tienen que ver con la acción de las drogas en el sistema nervioso.
Para estudiar la acción de la PBC en el sistema nervioso hay que realizar dos tipos de estudios: comportamentales y neuroquímicos. El comportamental permite observar qué regiones del sistema están siendo afectadas y cuáles son las manifestaciones físicas que produce la acción de la droga, por ejemplo, el efecto estimulante. Y el estudio neuroquímico ayuda a identificar a los “mensajeros” químicos que producen esos efectos comportamentales.
“Para alcanzar resultados sobre la acción de la PBC fue necesario compararla con la acción de la cocaína pura en su forma de clorhidrato, ya que la cocaína siempre está presente en las muestras de pasta base”, comentó Scroza. Detalló que la cocaína, al igual que otras drogas adictivas, actúa sobre el circuito neuronal denominado mesocorticolímbico, circuito que se relaciona con funciones tales como la motivación y el placer. También aumenta la cantidad del neurotransmisor dopamina, uno de los “mensajeros” que permiten la comunicación entre las neuronas.
Respecto a las conclusiones, apreciaron que se producía una alteración similar del sistema nervioso en modelos expuestos a ambas drogas y que también se veía aumentado de igual manera el contenido del neurotransmisor dopamina. Por otra parte, la prueba de lo que se denomina “sensibilización comportamental (consumo prolongado en el tiempo, período de abstinencia, y reexposición a la droga) también arrojó iguales resultados: la potenciación del efecto estimulante”.
En cuanto a los daños neurotóxicos (muerte neuronal), se han obtenido resultados diferentes, mediante la utilización de un modelo in vitro de neuronas de hipocampo en cultivo. En la muestra expuesta se comprobó muerte neuronal, llegando incluso a matar a todas las neuronas del cultivo. La muestra de cocaína no produjo muerte neuronal, aunque es la científica remarcó que este resultado no se ha podido revelar aún en un protocolo in vivo.
Futuro cercano
“A modo de conclusión puedo decir que nosotros pudimos aportar información a la definición de pasta base, a la composición química, a los factores que influyen en su efecto farmacológico en el sistema nervioso central. Y todo eso es muy importante porque no se sabía nada. Ahora tenemos un nivel básico de información para que se logren identificar posibles herramientas terapéuticas, para tratar a los individuos que consumen esta droga”, sostuvo Scorza.
La próxima etapa será un gran desafío, pues estará destinada a trabajar -desde el punto de vista preclínico- en la combinación de dos factores: en el uso y contenido de la vía de administración que se utiliza en humanos. La hipótesis de su trabajo se basa en que la composición química de la pasta base es tan importante como su vía de administración, por el efecto farmacológico que genera.