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El primer ministro griego, Giorgos Papandreu, al inicio de un debate de tres días, previo a la votación de la moción de confianza, en el Parlamento griego, en Atenas, el domingo.

Foto: Efe, Simela Pantzartzi

Al pie del patíbulo

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Académicos alemanes sugieren a Grecia reprogramar vencimientos, recortar deuda o dejar la UE.

La crisis económica y financiera europea, que en estos meses tiene su epicentro en Grecia y su incapacidad para cubrir las obligaciones del Estado, sigue despertando tanto alertas máximas en los mercados, espantados ante la eventualidad de una declaración griega de moratoria o reprogramación de vencimientos, como análisis académicos que aportan matices de salida apoyados en anteriores crisis de endeudamiento de otros países, como Argentina.

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Líderes financieros del Grupo de las Siete Naciones más industrializadas del mundo (G7) mantuvieron el domingo de noche una conferencia telefónica de emergencia para analizar las consecuencias que experimentarían los mercados si el gobierno de Grecia declara una moratoria de pagos de la deuda pública, contacto que se habría repetido en la víspera según lo confirmó el ministro canadiense de Finanzas.

Ayer, el euro se debilitó levemente frente al dólar mientras que se encarecieron las primas por riesgo de cesación de pagos de las obligaciones de Grecia e Italia, reflejando los temores de los mercados ante la eventualidad de que la frágil situación del país egeo sea contagiada a otros estados periféricos de la eurozona. En este sentido, la empresa calificadora de riesgo crediticio Moody's anunció el viernes que podría recortar la nota “Aa2” de Italia en el correr de los próximos 90 días, graficando el temor de que la caída griega incida negativamente en la frágil recuperación italiana, consignó la agencia británica de noticias Reuters.

También en la víspera, fueron los ministros de Finanzas de la eurozona quienes dieron un ultimátum a Grecia: si su gobierno quiere recibir el quinto tramo del salvataje pactado hace un año por un total de 110.000 millones de euros, que implicaría la transferencia inmediata de 12.000 millones de euros para evitar el colapso de la cadena de pagos, debe fijar más recortes al gasto público y mayores subas de impuestos. “La aprobación del Parlamento griego es absolutamente esencial y tendrá que llegar de manera oportuna para que nosotros podamos tomar una decisión el 3 de julio”, dijo Jean-Claude Juncker, a la cabeza de los 17 ministros de Finanzas de la eurozona. “Está claro que la deuda es sostenible, pero sólo si Grecia cumple con todos los compromisos que acordó con la troika”, aclaró en referencia a la Unión Europea (UE), el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo. Las obligaciones totales del Estado griego se aproximan a 500.000 millones de dólares.

La crítica situación ha derivado en un estado general de movilización de buena parte de la sociedad griega, como sus sindicatos, gremios estudiantiles y partidos de izquierda, que se oponen al dramático ajuste pactado con los organismos multilaterales por el gobierno socialista encabezado por Giorgos Papandreu. Éste debió rearmar su mermado gabinete, con bajas al igual que su bloque parlamentario, sumando al opositor y conservador Evangelos Venizelos como ministro de Finanzas, flamante funcionario que se comprometió a “esforzarse” para que el Legislativo de Atenas apruebe el 28 de junio el renovado programa de austeridad.

Pero la academia puede tomar algo más de distancia que el mercado. El economista Klaus-Jürgen Gern, analista de coyunturas del Instituto para la Economía Mundial de la germana Universidad de Kiel, analizó la posibilidad de que Grecia enfrente la crisis abandonando la UE y devaluando su moneda para resolver su crisis fiscal tal como hizo Argentina una década atrás. Recordó que al país platense le fue más fácil hacerlo porque, al no integrar un bloque con divisa unificada, mantuvo “en sus manos el timón de la moneda nacional”, acoplándola al dólar primero y desacoplándola cuando su conducción económica necesitó devaluarla e instaurar controles sobre el flujo de capitales. “Hay argumentos a favor y en contra de que Grecia abandone la UE y responda a su crisis como lo hizo Argentina”, paso que sería “demasiado riesgoso y complicado”, admite Gern, citado por el servicio de noticias de la Deutsche Welle. “Las reformas monetarias tienden a sustituir una moneda débil por una más fuerte y prometedora, pero en el caso de Grecia ocurriría todo lo contrario y los griegos no van a aceptar que les quiten el euro de las manos porque sigue siendo valioso y garantizando poder adquisitivo”, reflexionó. Y si bien la eurozona “puede soportar” que Grecia deje el bloque “porque no se trata de un país muy grande” en términos de economía regional, tal escenario haría “muy probable que se comience a especular sobre la posibilidad” de que otros gobiernos hagan lo propio, poniendo “en duda la estabilidad política de la UE”.

Otro experto aporta otro matiz. Ansgar Belke, director del departamento de Macroeconomía Internacional del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW), destacó que el caso argentino “sirvió para demostrar que un país puede recuperarse aun después de haber quedado en bancarrota y haber desaparecido de los mercados financieros internacionales”. “Argentina lo consiguió apelando a un recorte de su deuda externa”, prosigue Belke, y si bien le implicó dificultades en el acceso a financiamiento en los mercados de deuda, “lo que cuenta a mediano plazo es el crecimiento económico del país”. Y en este punto los resultados son contundentes. “La tasa de crecimiento de Argentina es exorbitante”, destacó, asegurando luego que “recortar la deuda griega sale más barato” a los países prestadores que liberar créditos de difícil repago. “Seguir concediendo créditos sólo ofrece desventajas”, asevera Belke.

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