Mariana vive en Pan de Azúcar, Maldonado. Es una de las estudiantes que participaron en las Olimpíadas en Argentina y ganó una medalla de bronce. Cuenta que forma parte del programa desde hace dos años y que luego de participar en la Olimpíada nacional, en 2010, comenzó a entrenar para ir a las internacionales el año pasado. “Es una experiencia única en la que el esfuerzo que uno invierte realmente lo vale. A mí me ayudó no sólo a aprender química sino a estudiar sola. Aprendí a relacionarme con gente de otros países, vi otras costumbres, religiones y culturas. La verdad es que te abre la mente y te dan ganas de superarte día a día”.
A partir de mayo de 2009 la Olimpíada Uruguaya de Química es gestionada íntegramente por la Facultad de Química de la Udelar. Mediante un programa de extensión universitaria, docentes, alumnos y ex alumnos entrenan a los liceales para competir en los encuentros internacionales como en los iberoamericanos. La competencia está dirigida a chicos de todo el país que estén cursando cuarto, quinto o sexto de liceo (tanto en instituciones públicas como privadas) o escuelas técnicas del Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP ex UTU).
Para llegar a la instancia internacional los alumnos deben superar una serie de pruebas y los cuatro participantes con mejores resultados son los que viajan en representación del país. Hay tres niveles de participación y tres instancias de evaluación: las pruebas departamentales, las nacionales y las internacionales. Lorena Martínez, docente de la Facultad de Química y entrenadora para las Olimpíadas, explicó en diálogo con la diaria que “las pruebas departamentales son un gran filtro” y detalló que “si bien los niveles están en coordinación con los programas de Secundaria, muchas veces los profesores no llegan a dar todos los temas y a los chiquilines les cuesta pila”. El primer nivel, en el que participan estudiantes de cuarto año, consta únicamente de una prueba teórica, pero en el segundo y el tercer nivel tienen además una prueba experimental. Luego de la departamental, los jóvenes se preparan para las pruebas nacionales, que se realizarán el sábado 6. En esa instancia se invitará a entre 15 y 20 chiquilines a entrenar para las pruebas internacionales. La prueba, que se desarrollará en el edificio de Facultad de Química, dura toda una tarde y al terminar se hará una ceremonia a la que concurrirán las familias de los jóvenes y en la que se entregarán medallas y menciones especiales. Los que saquen las mejores notas, aproximadamente siete muchachos, son los que entrenarán durante medio año para competir. Finalmente, tras el período de entrenamiento se selecciona a los cuatro mejores que serán quienes representen al país tanto en las Olimpíadas Internacionales (que son a mediados de año) como en las Iberoamericanas (que se realizan sobre fin de año).
A pulmón
El trabajo es voluntario. Ni los docentes de Secundaria ni los profesores de la Udelar reciben una compensación económica por la tarea. El Programa Olimpíada Uruguaya de Química es dirigido por María Pía Cerdeiras (profesora de la Facultad de Química) y cuenta con el trabajo de más de 15 docentes (en su mayoría jóvenes estudiantes de posgrado) de la Facultad de Química Orgánica e Inorgánica. Además, participan como consultores profesores de “alto grado” y ex olímpicos (jóvenes que formaron parte del programa y ahora son estudiantes universitarios). En la órbita de Secundaria hay un profesor coordinador por departamento, que es el que se encarga de entusiasmar a los jóvenes para participar y de corregir las pruebas en la instancia departamental.
Francisco Acosta vive en el departamento de Flores y es otro de los alumnos que concurrieron a las Olimpíadas Iberoamericanas, donde ganó una medalla de bronce. Relató que conoció el programa en el liceo y como le gustaba la química decidió presentarse. “Al principio fue medio como un juego porque nunca pensé que podía llegar a este nivel. Me había preparado con la profesora pero no sabía si iba a pasar”. Contó que era la primera vez que competía en este tipo de olimpíadas y aseguró que valió la pena el esfuerzo de viajar de Flores a Montevideo todos los fines de semana.
Si bien en el panorama global no hay diferencias sustantivas de participación entre Montevideo y el interior, se evidencian algunas dificultades principalmente en materia de difusión. “Nos sentamos una tarde y ensobramos 300 afiches para mandar a los liceos de todo el país. Pese a que hay un grupo de profesores que nos ayudan, la difusión se nos ha hecho muy difícil y son pocos los chiquilines que conocen el programa, fundamentalmente en el interior del país”, resaltó Martínez.
En cuanto a la financiación, la docente explicó que además de la Facultad de Química y Secundaria, el Laboratorio Tecnológico del Uruguay, Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas de la Udelar y, este año, el Banco Santander apoyan económicamente la iniciativa. “Los primeros años nos endeudábamos sobre todo con el tema de los pasajes, ahora por suerte este tipo de problemas no los tenemos. Hoy podemos hacer una olimpíada nacional comprando material para hacer las prácticas e incluso contratar un almuerzo como la gente”. Aunque generalmente los estudiantes del interior reciben el apoyo económico para conseguir los pasajes de las intendencias departamentales y empresas de transporte, persisten las dificultades en este sentido. Ése fue el caso de Marcos Imer, un alumno salteño que tuvo que venir a estudiar al IAVA (Instituto Alfredo Vásquez Acevedo), en Montevideo, porque no consiguió el financiamiento de los pasajes. Marcos también entiende que el esfuerzo dio sus frutos, ya que fue el tercer participante uruguayo en las Olimpíadas Iberoamericanas de Santa Fe que ganó una medalla de bronce.
Mezcla heterogénea
“Fui a la [Olimpíada] Internacional de Washington este año y la experiencia fue muy buena. Los laboratorios de química te dejan con la boca abierta, conocés gente de todo el mundo y además universidades saladas. Me acuerdo que cuando me metí en esto de las olimpíadas, no me gustaba mucho la química. Ahora voy a hacer la facultad”, aseguró Bruno Galán, ganador de una medalla de oro en la competencia celebrada recientemente en Argentina.
Las Olimpíadas Internacionales son competencias académicas anuales que se realizan entre agosto y octubre de cada año y en las que participan estudiantes no universitarios de todo el mundo, provenientes de más de 70 países. No se divide en categorías (a diferencia de nuestro país) y tiene tanto una prueba teórica como experimental.
Cada delegación está formada por un máximo de cuatro estudiantes y dos profesores (uno de ellos es designado “jefe de delegación”). La delegación puede incluir además invitados y observadores científicos. Los estudiantes deben tener menos de 20 años (al 1º de octubre) y no haber aprobado ningún examen universitario de química. El viaje dura una semana pero las pruebas se realizan durante dos días y en el idioma de cada delegación. Al finalizar la competencia todos los tutores eligen a los ganadores y luego se hace la ceremonia de clausura. “Se dan medallas de oro, plata, bronce y también menciones. La mitad de los chiquilines se van con premio. Es muy emocionante”, contó Martínez.
Además de esta instancia internacional están las Olimpíadas Iberoamericanas, en las que actualmente participan 14 países. Este año las XVI Olimpíadas Iberoamericanas de Química se realizaron del 22 al 30 de setiembre en Santa Fe, Argentina, y fue allí donde Marcos, Bruno, Francisco y Mariana representaron a Uruguay y ganaron medallas de bronce y oro. “Estaba segura de que en esta competencia iban a volver con medallas. Estamos como locos, muy emocionados. Aunque la realidad de muchas delegaciones es diferente de la nuestra, estamos bien colocados y lo demostramos en esta olimpíada”, relató Martínez.
Los docentes aseguran que esta experiencia los hace crecer desde el punto de vista académico pero también en lo personal. “Se nota mucho la diferencia en el nivel de los alumnos que entrenaron en el programa. No le tienen miedo a la facultad, saben dónde queda todo, saludan al portero, tienen otro dominio y eso les da otro tipo de conocimiento; los primeros años de facultad se les hacen muy sencillos”, resumió.
“Mi familia y mis amigos no entienden mucho lo que uno hace en el laboratorio. Se piensan que preparamos un par de soluciones y que se aprenden cosas de memoria. Pero va mucho más allá, acá conocés lo que es la química en serio. Para mí esto es parte de mi vida, la química es lo que me gusta hacer”, aseguró Marcos Imer.