El bacilo normal la tuberculosis se transmite por el aire, a partir de secreciones que expulsa una persona enferma. Si bien la principal localización es pulmonar, cualquier órgano puede ser afectado. Los bacilos pueden permanecer durante un prolongado período, incluso durante toda la vida, sin producir la enfermedad, aunque si las defensas decaen estos organismos se pueden reproducir, dando lugar a lesiones en el portador. Desde hace años la CHLA-EP, que depende del Ministerio de Salud Pública (MSP), cuenta con tratamientos que aseguran la curación en la mayoría de los casos. En todo el país existen unidades especializadas para tratar la enfermedad, llamadas dispensarios, donde se suministra supervisadamente medicación a los pacientes. Mariela Contrera, médica neumóloga y supervisora de la CHLA-EP, asegura que el tratamiento que se les da a los enfermos de tuberculosis en Uruguay es adecuado y que gracias a eso el país se ha convertido en un referente de la región. “El paciente viene acá a tomar la medicación, es un tratamiento supervisado y gracias a esta metodología hemos avanzado mucho”, afirma. No hay dudas de que el diagnóstico precoz y el tratamiento antituberculoso supervisado son las principales armas para vencer esta enfermedad, pero hoy estos instrumentos no son suficientes ya que este año se dio un aumento significativo en la cantidad de casos. Mientras que en 2011 se registraron 700, este año ya son 806, lo que representa un aumento de 15%. Cuando se está en una estabilidad en las cifras, es esperable que pueda haber una suba pero la meseta da cuenta de que el tratamiento no está siendo tan efectivo. “La Comisión Honoraria para la Lucha Antituberculosa hace tiempo que estaba disconforme con los resultados”, sentenció a la diaria Contrera, y aseguró, además, que se deberán introducir cambios si se quiere obtener mejores resultados.
Antes
La tendencia es que la tuberculosis va ganando prevalencia en las poblaciones más jóvenes. Según las cifras de este año, los casos en niños se han duplicado, lo que denota que la infección se está propagando. Hoy las franjas etarias están entre los 15 y los 34 años. Además la tuberculosis tiende a urbanizarse; mientras que desciende en el interior del país, crece en la capital. “Si bien no tenemos datos estadísticos, se ha visto un aumento en la clínica. Hoy Montevideo registra muchos más casos de los que tenía hace algunos años, principalmente en la franja del Cerrito de la Victoria”, señala la especialista. Esto ocurre porque los factores de riesgo más importantes para contraer la enfermedad no son únicamente el consumo de drogas y por el VIH- sida, sino que existe una estrecha relación con el contexto crítico en el que se desenvuelve la persona. Silvia Cataldi, médica neumóloga, supervisora de la CHLA-EP, recuerda que hace algunos años Uruguay iba en vías de eliminar la tuberculosis y asegura que si estas cifras no se revierten, podemos estar frente a un complejo problema social. “Antes éramos punteros en la región y ahora nos estamos equiparando con muchos países latinoamericanos. Si esto no se revierte se estima que pueda aumentar significativamente la cantidad de casos”, advirtió la profesional.
Cambia, todo cambia
El aumento y el cambio de perfil de los consumidores de pasta base en Uruguay trajeron aparejado, entre tantas otras cosas, dificultades sanitarias. Antes la población tuberculosa eran mayoritariamente “ancianos que vivían en la calle y tenían altos estados de desnutrición. Ahora son muchachos jóvenes con problemas de drogas”, explicó Cataldi. Este cambio de perfiles supone modificaciones en el abordaje de la enfermedad así como también en la capacitación de los especialistas. Tanto Contrera como Cataldi resaltan que muchas veces 16 de 20 pacientes internados son consumidores de pasta base. Si bien aseguran que la dirección del Hospital Saint Bois (donde funciona uno de los dispensarios de Montevideo) está preocupada por estas cifras, también reconocieron que las autoridades de ASSE no han advertido la gravedad del problema y los costos sanitarios que puede tener en un futuro, no tan lejano. “Es muy difícil tratar con ellos. Estos pacientes [por los consumidores de pasta base] rastrillan todo el hospital, roban, destruyen y no tienen límites. No tenemos formación para tratarlos, hacemos lo que nos parece por sentido común, lo que podemos”, reflexionó Cataldi.
Las especialistas coinciden en que el Programa Nacional de Control de Tuberculosis fue exitoso pero advierten que este año el aumento en la cantidad de casos confirmó la hipótesis de que el tratamiento no está siendo efectivo para parte de la población tuberculosa del país. Los profesionales no logran que el paciente consulte a tiempo, que cumple con el tratamiento (que tiene una duración de seis meses) y tampoco que se interne. “Vinculado al aumento de casos positivos está el aumento de personas que desarrollan la enfermedad y abandonan el tratamiento. No tenemos formas para contenerlos”, señaló Contrera.
Estas dificultades no sólo llevan a que la persona que tiene la enfermedad pueda morir, sino que significa un riesgo sanitario para el resto de la población, ya que si no realiza el tratamiento correctamente continúa contagiando. De este modo la enfermedad se expande y como consecuencia la interrupción del tratamiento puede derivar en una tuberculosis fármaco-resistente. “El abandono reiterado de la medicación puede llevar a la tuberculosis resistente. Es una enfermedad que existe en países como el Congo y en algunas partes de África a gran escala, pero en nuestro país todavía los casos son muy puntuales”.
Trabajo en red
La resistencia a los medicamentos antituberculosos constituye un problema de salud pública de primera magnitud, que amenaza el éxito de la estrategia. El grupo de consumidores de pasta base constituye en sí mismo un grupo de riesgo para el abandono del tratamiento antituberculoso. No hay duda de que este tipo de paciente requiere un abordaje asistencial particular y multidisciplinario, que asegure la continuidad del tratamiento. Las especialistas en el tema aseguran que para que esto sea posible se deberá trabajar en red, con varios agentes del entramado social. “No podemos esperar a que la tuberculosis se vuelva multirresistente en una escuela, hay que buscar la forma de contener a esta población, y eso sólo se logra trabajando entre todos los actores”, afirmó Cataldi. Para esta población tan vulnerable se necesita otro tipo de abordaje, que no es el clásico de la lucha antituberculosa basada en médicos, enfermeros, asistentes sociales y administrativos. Es necesario incluir también otras áreas. “Para nosotros es fundamental, por ejemplo, la integración de salud mental. Es necesario tender más redes, interactuar con el Ministerio de Salud Pública o con el Mides [Ministerio de Desarrollo Social]. Indudablemente un programa menguado en algunos aspectos (como recursos financieros y humanos) necesita apoyo de otros agentes de la salud y por supuesto mucho más apoyo de ASSE”, afirmaron en diálogo con la diaria las especialistas, sin ocultar su preocupación al respecto.